(IAR Noticias) 31-Mayo-08
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Olmert y Bush: Un ciclo que se
acaba |
Crecen el escándalo por corrupción y la crisis política en el estado judío, y se complica el frente de los
halcones de la guerra, con Olmert caído en desgracia y acosado por pedidos de renuncia provenientes,
principalmente, de su principal aliado en el gobierno, Ehud Barak, el ultraderechista ministro de Defensa,
quien en los últimos tiempos viene advirtiendo sobre preparadas operaciones militares en gran escala contra Gaza y los aliados del "eje del mal" en Medio Oriente. En este escenario, se destaca la dupla Tzipi
Livni-Ehud Barak, canciller y ministro de Defensa actuales, como una alternativa clara para suceder a
Olmert y a su política retomando una "línea dura" más eficiente y operativa contra el "terrorismo" de
Hamás en Gaza. Según el diario Haaretz, los días de Olmert en el poder "están contados".
Mientras Olmert clamaba que le den
"tiempo para demostrar su inocencia", la ministra de Relaciones Exteriores
de Israel, la ultrahalcona Tzipi Livni, sugirió este jueves que el primer
ministro, Ehud Olmert, debería renunciar a su cargo por las acusaciones de
corrupción que enfrenta.
La canciller, quien es señalada como posible sucesora de Olmert, dijo que el
partido Kadima, el partido fundado por Sharon al que ambos pertenecen, debería
prepararse para "cualquier eventualidad, incluida la convocatoria a
elecciones" anticipadas.
Se trata de la primera figura de alta relevancia dentro de Kadima que plantea la
salida del actual primer ministro como solución a la crisis política, la que se
superpone a los diferentes planes del estado judío para terminar con la
resistencia palestina y limpiar sus fronteras de "terroristas".
Las declaraciones de la halcona
sionista se producen un día después de que el ministro de Defensa, Ehud Barak,
advirtiera que retiraría al partido Laborista de la coalición gobernante, si
Olmet no presenta su dimisión.
Olmert carga con la pesada herencia
de la "derrota en Líbano", y además, desde el propio bunker de los "ultraduros"
se le achaca blandura e inoperancia con los "terroristas" de Hamás
que aterrorizan a diario con sus cohetes las ciudades fronterizas de Israel.
Además, y desde que Hezbolá expulsara
a las tropas terrestres del Sur de Libano, las distintas operaciones militares
israelíes, que ya han asesinado a más de 300 palestinos en lo que va del año,
han resultado impotentes para terminar con los refugios de la resistencia
palestina desde donde se disparan los cohetes Al Kassam que siembran el miedo constante
en las ciudades judías fronterizas.
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Canciller Livni: señalada como
posible sucesora de Olmert. |
Según desliza la prensa israelí, la
dupla Tzipi Livni-Ehud Barak se presenta como una alternativa de "mayor
dureza y eficiencia" con respecto a Olmert para resolver la cuestión de
los ataques
fronterizos y retomar el control perdido de Gaza, en junio de 2007; cuando Hamás
derrotó y expulsó a Abbas de Gaza, privando a Tel Aviv de su más consecuente
aliado.
Según difundían el viernes los medios israelíes en sus portadas y
editoriales, Olmert está haciendo desesperados esfuerzos para bloquear los
intentos de sus propios camaradas del Kadima para apartarlo del cargo y de la
dirección del partido.
Varios de los políticos cercanos a Olmert pidieron a los ministros y diputados
de su agrupación que acudieran a la prensa para hacer declaraciones en su
defensa, algo que varios declinaron hacer, según informa el diario Haaretz.
"Sus días políticos están contados. Semanas, tal vez meses, no le queda más",
asegura Haaretz, que pronostica que "las elecciones están a la vuelta de la
esquina. Es una cuestión de entre seis y ocho meses como mucho".
Esta misma fuente también recoge en su primera página que Olmert ha
calificado la intervención de su ministro de Defensa como "una puñalada por
la espalda".
Por su parte, el rotativo conservador The Jerusalem Post, opinaba que "los 35
años de carrera política de Olmert están tocando a su fin, aunque todavía
puede luchar y conseguir algunos meses de respiro".
Con intención de acabar lo antes posible con la "incertidumbre política e
institucional", el fiscal general de Israel, Menachem Mazuz, se reunió el viernes
con el equipo que investiga a Olmert para decidir lo antes posible si acusar o
no formalmente al primer ministro.
Un día después de que Barak le diese
a elegir entre cesar en su cargo -aunque fuese de forma temporal- o convocar
elecciones, pocos son los que han salido públicamente en su defensa y las
críticas se han multiplicado.
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Tanque israelí destruido por Hezbolá en el sur de
Libano, en agosto de 2006. |
El "chivo" expiatorio
En realidad, y como sostiene The
Washington Post, si bien las acusaciones de corrupción en su contra son
una realidad, el trasfondo de la ofensiva para que Olmert renuncie es una vieja
"cuenta sin saldar" que tienen el primer ministro y los responsables
militares de la derrota del Líbano en 2006 con la sociedad y la estructura del
poder judío.
La derrota de la infantería israelí,
que debió huir de la ratonera que le tendió Hezbolá en el sur de Libano, quedó
grabada como una de las peores catástrofes militares de Israel, y manchó
su, por entonces, lustrosa imagen de superpotencia hegemónica en la región.
Hasta el presente, Olmert, el
responsable político del fracaso, se las arregló para sobrevivir a la "crisis
de posguerra" y a las diferentes operaciones de sus enemigos internos para
derrocarlo y ocupar su lugar.
Los posteriores fracasos militares de
Olmert en Gaza, su impotencia probada para terminar con Hamás y la
resistencia palestina, fueron dando argumento a sus rivales que hoy se valen
de las acusaciones de corrupción para lanzar un embestida final para sacarlo del
gobierno.
El primer "chivo expiatorio"
de la derrota de Líbano fue el responsable militar de los 34 días de bombardeo
que masacraron a 1200 civiles libaneses, el
general Halutz, por entonces
jefe del Ejército israelí, que debió renunciar, no por la masacre y la derrota
militar, sino por acusaciones de corrupción como las que hoy afronta Olmert.
Dos
años después, la propia derecha judía, responsable en bloque de la decisión de
bombardear Líbano, va por la cabeza de Olmert utilizando el argumento de la
corrupción.
Luego del repliegue vergonzoso del
Líbano, los medios israelíes, mediante la
difusión de sondeos, dieron cuenta del apoyo masivo de la sociedad israelí a la
invasión militar y a los bombardeos que durante 33 días destruyeron Líbano y
produjeron un genocidio de más de 1.200 civiles, un 30% niños, además de 4.000
heridos y centenares de desparecidos bajo los escombros.
Antes del bombardeo, esa misma sociedad
había conformado la columna vertebral del
"gran consenso nacional" a la invasión militar realizada con el pretexto de
rescatar a dos soldados capturados por Hezbolá, pero luego de la derrota pidió la
renuncia de la cúpula civil y militar que ordenó las operaciones militares.
Los sondeos divulgados por la prensa
mostraban, en agosto de 2006, que el más golpeado era el ministro de
Defensa, Amir Peretz, con un 79% de entrevistados que pedían su
destitución.
Le seguían el primer ministro Ehud Olmert, con un 63% de israelíes que
exigía su renuncia, y Dan Halutz, comandante en jefe de las Fuerzas
Armadas, con un 54% de la población exigiendo que se vaya.
Pero lo interesante era -y según lo
revelaban los sondeos- que la sociedad israelí no cuestionaba ni pedía la renuncia
de la cúpula por el genocidio de civiles y la destrucción de Líbano, sino que lo
hacía para castigar los "errores" que cometieron el gobierno y el mando militar.
De acuerdo con los sondeos, la sociedad israelí no cuestionaba el asesinato de civiles como
causa de su pedido de
renuncia a la cúpula del poder en Tel Aviv, sino que lo hacía por el fracaso
militar.
Esto revelaba a su vez, el carácter de "chivos expiatorios" que revestían
los integrantes de la plana mayor militar y civil que lanzó la invasión a
Líbano.
Jubilados
Dan Halutz y
Amir Peretz, hoy solo queda Olmert,
que logró hasta ahora sobrevivir a los embates de sus adversarios que hoy
parecen tenerlo "entre las cuerdas".
Y, como dice Haaretz, sus días
"están contados".
El poder debe reciclarse para que el objetivo sionista
en Gaza y Medio Oriente se cumpla con mayor
"eficiencia" como lo piden la sociedad israelí y el poder en Tel Aviv.
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