Durante sus cinco días de gira por
Medio Oriente, buena parte de los cuales los pasó en Israel, el discurso público
de Bush estuvo destinado principalmente a elogiar desmedidamente la política
de Israel y a ratificar la alianza de EEUU con el Estado sionista en la
región.
"El discurso de Bush ante la Knesset
(el jueves) nos puso furiosos", afirmó Abbas a la prensa, según la agencia
oficial egipcia Mena, tras una entrevista con el presidente de Egipto, Hosni
Mubarak.
El presidente palestino explicó que había comunicado su descontento a
Bush.
"Quienes crean que se apoyará un acuerdo que no satisfaga (las reivindicaciones
palestinas) se equivoca", declaró por su parte Mubarak.
No es que el presidente egipcio Hosni Mubarak, o el farsesco presidente palestino (que solo controla
Cisjordania), Mahmud Abbas, sean antiimperialistas o "anti-Bush" (por el
contrario, junto con Jordania, son los más sumisos aliados de EEUU e
Israel en la región), sino que su reacción se debió a que el "excesivo" sionismo
de Bush los dejó descolocados ante sus propios pueblos.
Como segundo punto, el discurso de
Bush estuvo centrado en pedir a sus aliados de la región una condena más
explicita al accionar "terrorista" de Irán y Siria para los que solicitó un
mayor aislamiento por parte de los países árabes.
En su discurso en Egipto, este
domingo, en el cierre de su gira de cinco días por Medio Oriente, Bush reclamó
que el mundo árabe amplíe las libertades y aísle a los países que
patrocinan el terrorismo, y sostuvo que en la región aún falta mucho "para
que pueda brillar la luz de la libertad".
"Es del interés de todos los países
pacíficos de la región actuar de forma que estos países dejen de apoyar el
terrorismo", dijo ante los líderes reunidos el domingo en el Foro de Charm el
Cheij, en Egipto.
Cada país "pacífico" debe "oponerse a los proyectos de Irán de tener armas
nucleares", dijo Bush, quien insistió en que no hacerlo sería "traicionar de
forma imperdonable" a las generaciones futuras.
"Ha llegado el momento para que las
naciones en Oriente Medio abandonen esas prácticas y traten a su población con
la dignidad y el respeto que merecen", agregó.
Luego presentó una lista de tareas
que a su juicio deberían emprender los gobernantes en la región: hacer sus
economías más competitivas y abiertas a los empresarios, aplicar reformas
políticas que avancen hacia la democracia, permitir la libertad de información y
el imperio de la ley, mejorar la educación, garantizar más participación de las
mujeres en la sociedad y evitar la influencia negativa de Irán y Siria.
"Muy a menudo en Oriente Medio la
política ha consistido en un líder en el poder y la oposición en la cárcel",
afirmó Bush ante el Foro Económico Mundial, una reunión de casi 1.500 líderes
políticos y empresarios en el balneario de Sharm El-Sheik.
Además, reclamó a los jefes de Estado
árabes una postura clara con respecto al programa nuclear iraní.
"Traicionaríamos a la próxima generación si permitimos que el mayor promotor del
terrorismo en el mundo adquiera el arma más mortal", advirtió.
El presidente puso como ejemplo en los últimos años los "progresos" en
Turquía, Irak y Afganistán, pero criticó a su aliado Egipto. Aunque mencionó su
crecimiento económico, declaró: "Debe haber una reforma política. Y espero que
Egipto pueda asumir el liderazgo de la región en lo que a esto se refiere."
Sus declaraciones despertaron
indignación entre los jefes de Estado y de gobierno árabes, que llegaron a
calificarlas como una "desfachatez".
Pero las palabras del presidente
norteamericano en Egipto, el domingo, solo fue la gota que colmó el vaso,
ya que el malestar y la furia árabe venían desde el jueves, cuando
Bush habló ante la Knesset (Parlamento israelí), en el 60º aniversario del
Estado judío, y reafirmó la alianza de EEUU con Israel y su fuerte apoyo al
gobierno de Ehud Olmert.
Mahmud Abbas, uno de los cómplices que quedaron "descolocados", fue el más
duro. "El discurso de Bush en la Knesset nos enfurece, no estamos
felices", afirmó a la prensa.
Medios y analistas árabes de la
región coincidieron en que el discurso de Bush en Jerusalén fue
abiertamente proisraelí y apenas mencionaba las aspiraciones palestinas.
"El discurso de Bush inspirado por la
Torah (el libro sagrado de los judíos) causa cuestionamientos sobre el papel de
EE.UU. en Oriente Medio", dijo Mursi Atallah, director del diario oficial
egipcio Al-Ahram. "Bush sólo quiere apaciguar a Israel", añadió.
El diario estatal sirio Syria Times, que se publica en inglés, acusó al líder de
EE.UU. de celebrar el aniversario de Israel "bendiciendo a los ocupantes
israelíes y prometiendo más apoyo".
El rey jordano Abdullah, otro de los aliados firmes de Israel y EEUU,
dijo en el foro realizado en Egipto que las "celebraciones de independencia
son falsas" si otra gente permanece sin Estado.
A su vez, la presencia de Bush en
Israel y Medio Oriente coincidió con un incremento de la tensión en la franja de
Gaza, donde Israel lanzó numerosos y mortíferos ataques aéreos y terrestres con
nuevas matanzas de palestinos.
Este domingo, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, advirtió de que la
respuesta de Israel sobre la franja de Gaza, controlada por Hamas, y sobre los
disparos de cohetes está "muy cerca".
Olmert, en su primera intervención en
el Consejo de Ministros del domingo, señaló: "Nos acercamos a una encrucijada
para una decisión sobre cómo se afrontarán las cosas".
Israel "se acerca al momento crucial en relación a la cuestión de Gaza",
dijo Olmert al comienzo de la reunión semanal del Consejo de Ministros celebrada
en Jerusalén.
"No estaría bien entrar en detalles y mantener el debate en los titulares de los
periódicos, pero basta con decir que estamos convencidos de que esta
situación en el sur (de Israel) no puede continuar", aseveró el jefe del
Ejecutivo israelí.
Por su parte, el ministro de Defensa
israelí, Ehud Barak, se entrevistó con la presidenta de la Cámara de
Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, del Partido Demócrata, y le pidió
imaginar "qué ocurriría si durante siete años fueran disparados cohetes contra
San Diego desde Tijuana".
Por otro lado, la propia Casa Blanca
reconoció que,la nueva ronda de conversaciones con el primer ministro israelí
Ehud Olmert la semana pasada en Jerusalén, y el presidente de la Autoridad
Palestina, Mahmud Abas el sábado, no logró nada significativo.
"Hemos dicho claramente que vemos progresos, pero que no hemos llegado al punto
en el que el presidente pueda mantener una reunión con el presidente Abbas y el
primer ministro Olmert", declaró un consejero presidencial estadounidense,
Stephen Hadley.
Sin "solución final" en Gaza
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Afectuoso saludo
entre Abbas y Olmert. Ensegundo plano, Bush ríe, satisfecho: |
Desde la invasión militar en gran escala de junio de 2006 (casi simultánea a la
masacre aérea perpetrada en Libano) Israel, su socio principal, EEUU, y
sus cómplices de la Unión Europea, no han podido concretar su "solución final"
en Gaza, cuya resolución estratégica pasa por la destrucción del aparato militar
de resistencia palestina de Hamás, y, en lo posible, el exterminio físico de
todos sus dirigentes embanderados detrás del "no reconocimiento" del
estado judío y de la lucha armada contra los invasores.
Las distintas metodologías
instauradas para lograr ese propósito (bombardeos, "guerra civil", bloqueos
económicos, genocidios sociales desembozados por medio del hambre provocada) no
lograron doblegar a los combatientes palestinos que aterrorizan con sus cohetes
artesanales a las ciudades fronterizas israelíes.
En junio pasado, Hamás expulsó a los
cómplices locales de Israel en Gaza (Abbas y el aparato militar de Al Fatáh), y
esa movida fue respondida con un bloqueo económico genocida contra su población
por parte del eje Israel-USA-UE que, según la ONU y las organizaciones
internacionales, ya ha llevado a un estado de emergencia alimentaria y
sanitaria a un millón y medio de palestinos que habitan la Franja.
Mientras tanto, y entre constantes rumores
de guerra en la región que surgen de la propia prensa judía, el
Gobierno israelí puso nuevamente la semana pasada a sus fuerzas de seguridad en estado máxima
alerta.
En abril pasado, el ministro de Defensa israelí, el
ultra halcón Ehud Barak, dijo que "los incidentes nos recuerdan que parte de
nuestros enemigos no aceptan el hecho de que estamos aquí para quedarnos.
Aun en momentos de dolor no debemos perder el criterio. Estamos conscientes del
sufrimiento de los pobladores de Gaza, pero nos es más importante el de los
habitantes del sur israelí, que sufren incesantes misiles Kassam y terrorismo".
En Tel Aviv, las versiones de
posibles "operaciones simultáneas" a gran escala de Israel contra Gaza,
Líbano y Siria, son moneda diaria y corriente entre los analistas y
comentaristas judíos.