La inflación encubierta (el
gobierno da números por debajo de la estadística real) y la incertidumbre sobre
el futuro de la economía volvieron a golpear a la plaza financiera argentina
sacudida por rumores de un nuevo paro agrario.
Mientras el dólar estadounidense
llegó a $ 3,21, subiendo dos centavos en un día, en una de las escaladas más
fuertes de los últimos tiempos que traduce el clima de nerviosismo que se
vive en los sectores de la especulación financiera.
Ese mismo clima negativo afectó a los bonos
argentinos de la deuda, cuya caída promedio rondó el 2%, siendo el punto más
bajo el Discount en dólares, que cayó un 7,4%. El riesgo país que mide JP
Morgan llegó a 584 puntos básicos.
La Bolsa de Buenos Aires fue el
reflejo de la tensión de la jornada, y el índice Merval, que evalúa el
rendimiento de las acciones líderes, cayó un 2,48%.
Para los analistas, la Argentina
comienza a experimentar los primeros coletazos de la crisis financiera
externa proyectada desde el mercado hipotecario estadounidense, que junto con la suba del
petróleo y de los alimentos, ya empiezan a impactar en la estructura
de su economía real de la mano de la inflación.
La crisis ya comenzó a perfilarse
cuando, en las últimas semanas, los medios especializados informaron de un
financiamiento externo que el ministro de Economía Martín Lousteau fue a buscar
a los EEUU, rompiendo la consigna oficial de haber superado el endeudamiento
externo.
Crédito, blindaje y crisis financiera
internacional fueron las palabras más usadas para describir el pedido del
ministro a los organismos internacionales de crédito como el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento del Banco Mundial (BIRF).
¿Por qué una Argentina que -según el gobierno- atraviesa “un gran momento de
superávit fiscal”, con “crecimiento sostenido” y otras variables económicas que
abundan en los anuncios oficiales aunque no en la realidad, sale a pedir
financiamiento externo?, se pregunta el diario Perfil.
José Luis Espert, un experto, aseguró que los créditos por
15.500 millones de dólares que Lousteau solicitó tanto al BID como al BIRF son
para repagar la deuda contraída con esos organismos y para paliar una situación
fiscal “que es endeble porque no hay superávit”.
Espert consideró que “Durante el período 2003-2007 los préstamos que se lograban
tanto con el BID como el BIRF fueron para repagar deuda. Pero esta vez pidió el
doble de lo necesario. Porque para el período 2008-2011, la deuda es de 7.300
millones de dólares y pidió 15.500 millones de dólares”.
“Los vencimientos de deuda le explotan a Lousteau entre 2008 y 2011 y como no
existe el superávit fiscal se necesita ese dinero”, explicó Espert, un
economista que se define a sí mismo como muy pro-capitalista y quien cree que el
Estado debe intervenir lo mínimo necesario en la economía.
Agravando el cuadro de incertidumbre que se vive en el país, el martes se
"congelaron" las negociaciones con los sectores agropecuarios, y las entidades
que agrupan a los pequeños productores ya anunciaron un nuevo paro agrario
para comienzos de mayo.
La corporación mediática con el
grupo Clarín a la cabeza, mientras tanto, refuerza su ofensiva en todos los
frentes contra el gobierno de los Kirchner, soliviantando a la opinión
pública principalmente con la suba de los precios de los alimentos de consumo
básico que no detienen su escalada en los supermercados.
De manera tal, que los frentes de
conflicto se le suman sin cesar al gobierno de Cristina, cuyo esposo, Néstor
Kirchner, ya está en la mira de varios fiscales por los casos de corrupción
acumulados en los juzgados.