Las tropas turcas llevaron adelante un ataque transfronterizo a gran escala
en febrero.
Por otra parte, el conflicto ya detonó una crisis
de difícil pronóstico en el gobierno colaboracionista iraquí (formado
mayoritariamente por chiíes y kurdos) y pone a Washington en la alternativa de
tener que tomar posición a favor de uno de sus aliados (Turquía o los kurdos)
rompiendo y desestabilizando la coalición ocupante.
Según The Washington Post,
debido a que el Kurdistán es la única región de Irak que goza de una relativa
"estabilidad" a diferencia de las otras regiones del país sumidas en el caos y
el descontrol, los capitales trasnacionales (incluidos los estadounidenses)
han puesto la mira en el petróleo kurdo, que el gobierno intenta negociar y
comercializar adelantándose a la aprobación de la ley petrolera de Irak, proyecto
retenido en el parlamento a raíz de las disputas políticas.
El gobierno de mayoría chií de
Bagdad, y algunas petroleras estadounidenses que lo acompañan, temen quedar
marginados del reparto en el norte iraquí por la actitud "independentista" de
los kurdos con el petróleo y el gas de su región.
En este escenario, señala el Post, la invasión militar de Turquía rompe la estabilidad del norte petrolero
iraquí y puede poner en llamas la región en desmedro de los objetivos del
gobierno kurdo.
En general, las usinas conservadoras de Washington, coinciden
en la apreciación de que un escenario de guerra en el Kurdistán iraquí tendrá
como único gran beneficiario a Irán, que explotará el conflicto y la
división para movilizar la región contra EEUU y Turquía.
Irak ocupa el tercer lugar mundial
en reservas de petróleo, después de Arabia Saudita e Irán, y algunos de sus
campos petroleros más importantes están en el norte del país, en el Kurdistán,
cerca de la frontera con Turquía.