Es el combustible más sucio
del planeta. Pero para escapar de los costos del petróleo, los países europeos
inaugurarán 50 plantas a carbón en los próximos cinco años. Crece así el riesgo
de calentamiento global.
The New York Times / Clarín
En un momento en que los principales especialistas en cambio climático del mundo
coinciden en que las emisiones de carbono deben ser reducidas de inmediato para
frenar el calentamiento global, la principal productora de electricidad de
Italia, Enel, está convirtiendo su planta de energía en Civitavecchia (Lacio,
centro de Italia) del caro petróleo actual al carbón, que es por lo general el
combustible más sucio del planeta.
En los próximos cinco años Italia va a aumentar su dependencia del carbón a un
33%, del 14% actual. La energía generada por Enel a partir del carbón aumentará
un 50%. Italia no es la única en este retorno al carbón. Movidos por la
creciente demanda, los elevados precios del gas y el petróleo y la aversión a la
energía nuclear, se espera que los europeos instalen cerca de 50 plantas a
carbón en los próximos cinco años.
En Estados Unidos, en cambio, hay menos plantas de carbón nuevas con posibilidad
de comenzar a funcionar, debido en parte a que cada vez es más difícil conseguir
permisos regulatorios y a que la energía nuclear sigue siendo una alternativa.
Las economías en desarrollo de rápida expansión de India y China, en donde el
carbón sigue siendo una importante fuente de energía para más de dos mil
millones de personas, son vistas desde hace tiempo como algunos de los mayores
desafíos para la reducción de las emisiones de carbono. Pero este regreso ahora
al carbón en Europa, que siempre fue muy respetuosa del medio ambiente, está
sembrando una verdadera alarma entre los ecologistas, que advierten que volverá
imposible el control del calentamiento global.
Hubo protestas ya en Civitavecchia, en una planta nueva de carbón de Alemania y
en otra de la República Checa, así como en la planta Kingsnorth de Kent,
candidata a convertirse en la primera planta de carbón nueva de Gran Bretaña.
Los propietarios de las plantas aseguran que serán lo más limpias posibles. Pero
los críticos sostienen que el "carbón limpio" es un sueño, un oxímoron.
Califican a esta novedad como falta de previsión.
"La construcción de nuevas plantas energéticas activadas a carbón es un error",
observó James Hansen, especialista en climatología de la NASA. "Necesitamos que
haya una moratoria sobre el carbón ahora con una eliminación de las plantas
existentes para las próximas dos décadas", agregó.
Tanto Enel como muchas otras empresas de electricidad sostie nen que no tienen
opciones más que construir plantas de carbón para reemplazar vetustas
infraestructuras, en especial en países como Italia y Alemania en donde se
prohibió la construcción de plantas de energía nuclear. Los costos del
combustible aumentaron 151% desde 1996 y los italianos pagan los costos de
electricidad más altos de Europa.
En términos de costos y de seguridad energética, el carbón cuenta con todas las
ventajas, dicen sus defensores. Las reservas de carbón van a durar 200 años, en
lugar de los 50 años del gas y el petróleo. El carbón es además relativamente
barato en comparación con el petróleo y el gas natural, a pesar de que sus
precios se triplicaron en los últimos años. Y lo más importante es que cientos
de países exportan carbón y por ello es que hay más margen para negociar los
precios.
La tarea de dirigir las emisiones de carbón hacia depósitos subterráneos en
lugar de liberarlos es todo un desafío para cualquier fuente de combustible,
pero en especial para el carbón, que genera más dióxido de carbono que el
petróleo o el gas natural.
Bajo condiciones óptimas, el carbón produce más del doble del dióxido de carbono
por unidad de electricidad que el gas natural, segundo combustible más usado
para generación de electricidad, según el Instituto de Investigaciones de la
Energía Eléctrica. En el mundo en vías de desarrollo, en donde hasta las plantas
de carbón nuevas usan un carbón de grado inferior y máquinas menos eficientes,
la ecuación es aún peor.
Hay algunos pequeños proyectos de demostración en Europa y Estados Unidos, que
se encuentran en su mayoría en las primeras etapas. Pero su progreso no fue
promisorio.