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En la era del control mediático
el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el
"violento social". |
Del "subversivo al "violento"
En la década del setenta, en
Argentina y en toda América Latina, cuando alguna de las variables de
supervivencia capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz
social") se rompía, los factores de poder y Washington acudían al golpe de
Estado militar para reajustar nuevamente el sistema.
Durante toda la guerra fría el
enemigo que atentaba contra el funcionamiento del sistema capitalista era el
"peligro comunista" que amenazaba a la sociedad con la "disgregación y el
caos".
Los golpes de Estado para cambiar
gobiernos civiles por gobiernos militares se ejercían contra la "subversión
marxista", y la metodología para restablecer la "estabilidad económica", la
gobernabilidad política y "paz social" era la represión armada para
restaurar el "orden" por vías militares.
Tres décadas después, en la era del
"libre mercado" y del "libre comercio", y con la sustitución del Estado Nacional
por el Estado Privado (gerencia de enclave de las trasnacionales) cambiaron
las formas pero no los contenidos, y las necesidades de supervivencia del
sistema capitalista continúan siendo las mismas.
El actual esquema de dominación y explotación capitalista de América Latina, ya no se rige por la
doctrina militar de la "seguridad nacional" sino por la doctrina del
"sistema democrático", y por lo tanto los actores de la
represión como los "alteradores del orden" cambiaron de identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (en la
Argentina como en el resto de América Latina), ya no está amenazada por el
peligro de la "violencia subversiva" sino por el peligro de la
"violencia social" expresado en las huelgas y protestas con cortes de ruta y
de calles.
Consecuentemente, los que hoy
quiebran el orden y la "paz social" (con huelgas y reclamos sociales)
ya no son los "subversivos" (contra quienes se dirigían los golpes y la
represión militar) sino los "violentos" que cortan rutas, calles, e
impiden la "libre circulación" de los demás.
Como ayer sucedía con los
"subversivos", la caracterización de "violento" se antepone a la causalidad de
la acción de las luchas sociales y sindicales.
Así como durante las dictaduras
militares se demonizaba al "subversivo" para descalificar su proyecto de cambio
del sistema capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y cortan
rutas se los demoniza como "violentos" para deslegitimar las luchas
sociales por un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados
de servidores públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que
realizan el control político y social (en sustitución de los militares) son
auxiliares complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea
represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el
"violento social".
Consecuentemente, la tarea
disciplinadora-represiva de los medios de comunicación del "sistema democrático"
(el nuevo ejército del control político y social que sucedió a los militares)
está orientada a reprimir a todo aquel que viole la "paz social" reclamando
por sus derechos (a comer o a trabajar) con huelgas y movilizaciones con
cortes de ruta.
A diferencia de los ejércitos
militares, el ejército mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que
aísla y demoniza socialmente a los grupos que utilizan metodologías de lucha
social que perjudican la
"estabilidad" (o sea, la rentabilidad) del sistema capitalista.
En términos estratégicos, la
calificación de "violento" es un derivado (en el terreno de las luchas sociales) de la calificación de "terrorista" utilizada por
Washington para justificar su hipótesis de control regional con la "guerra
contraterrorista".
Y como, en la estrategia de dominación con elecciones, gobierno civil y
Parlamento, ya no hay guerra fría ni "subversivos", ahora la tarea
de reprimir a los que amenazan la estabilidad del sistema no se hace con
tanques y soldados sino con medios de comunicación y manipulación orientadora
de conducta colectiva.
La nueva estrategia
represiva
Quien observe atentamente el mapa
político y social de América Latina, podrá comprobar que el uso de
la represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos) conflictos
sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los
gobiernos (técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y
corporaciones trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar
(el viejo sistema de dominación) sino dentro de un esquema
político-democrático (el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación
de reprimir policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en
contra calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que comenten el error de
reprimir militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad
masivamente nivelada en la condena a " toda forma de violencia", más allá de sus contenidos (esto se ejemplifica con el
caso del gobierno de Kirchner analizado más abajo).
No importa que el que corte ruta sea
un hambriento o un desocupado (en América Latina hay 200 millones de pobres e
indigentes), la opinión pública está masivamente "adoctrinada" (por los medios
de comunicación y sus conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las
causas) las huelgas y los cortes de ruta que generan "violencia social".
De la misma manera que en la década
del setenta, se utilizaba la figura del "subversivo" (como expresión de
demonización social justificatoria de la represión militar), hoy se utiliza la
figura del "violento social" para aislar, deslegitimar y condenar socialmente
las luchas sindicales y sociales que atentan contra la "estabilidad económica",
la "gobernabilidad" y la "paz social" del sistema.
De esta manera, y a la luz del
crecimiento desmesurado de los activos empresariales y de las fortunas
personales (con su contracara de pobreza y exclusión social masiva) en América
Latina se verifica aquel axioma que expresa que "la paz es el negocio del
dominador".
Y prueba la efectividad de las
técnicas mediáticas para controlar las protestas sociales y sindicales con la
lógica represiva de la "antiviolencia" predominando sobre las razones de los
reclamos.
En este escenario, las fuerzas
policiales y militares tienen como función principal: disuadir antes que
reprimir, para preservar a su vez, los acontecimientos que puedieran desbordar y
alterar la "paz social" del sistema.
Es así que el gobierno que decide utilizar la
fuerza policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad política y apoyo
social, tarea de la que se encargan los propios medios de comunicación, cuya
misión es preservar el "sistema democrático" (de dominación capitalista) en los
parámetros establecidos de la "estabilidad económica, la "gobernabilidad
política" y la "paz social".
La nueva estrategia represiva tiene su matriz funcional en
la nivelación masiva de una conciencia y opinión "antiviolencia" que se
superpone a cualquier lógica de legitimidad o de justicia social expresada por
los grupos que cortan calles, rutas o hacen huelgas para reclamar por sus
derechos o por una mayor distribución de la riqueza.
Se trata de una represión
sin fusiles, donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática
en alta escala orientada al direccionamiento pasivo
de la conducta social hacia los objetivos de preservación del sistema
capitalista.
Ese es el papel estratégico, la
función clave, que cumple la corporación mediática (que sustituye a la
corporación militar en la tarea represiva de restauración del "orden") como
nuevo gendarme de adoctrinamiento y de control político y social en la era de la
Guerra de Cuarta Generación, donde las operaciones militares son sustituidas
por operaciones psicológicas.
El desarrollo tecnológico e informático de la era
de las comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para
influir en la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción
psicológica mediática en un arma estratégica de importancia clave para el
control político y social.
Manipular, controlar, y convertir a
este individuo-masa en potencia social direccionada con fines de control y
dominio político-social es el objetivo estratégico clave de la Guerra
Psicológica.
Mediante la manipulación y
direccionamiento de conducta por medios psicológicos el individuo-masa se
convierte en "soldado cooperante" de los planes de dominio y control social
establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario,
de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora
tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de control y represión
social manipulados sin el uso de las armas.
La lógica represiva con el temor al
"violento social" aísla a los movimientos populares que se
enfrentan al sistema y demoniza sus métodos históricos de lucha ante el
resto de la sociedad nivelada masivamente por la resignación "pacifista".
Al convertir las huelgas y los cortes
de ruta en sujetos de escarnio y de condena social masiva, el sistema
capitalista puede preservarse y y generar "alternativas de gobernalidad"
sin utilizar las armas contra sus enemigos.
Esa es la explicación de porqué hoy
en América Latina, con 200 millones de pobres e indigentes y con la más alta
tasa de desocupación del mundo, los administradores "democráticos" gerencian el
Estado capitalista casi sin la necesidad de utilizar la represión militar.
Un ensayo de lo que viene en América
Latina
Kirchner, y un módulo experimental
con los "dos demonios"
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En su conflicto con el poder agrario,
el gobierno de los Kirchner se convirtió en el módulo experimental
de un golpe mediático con la "anti-violencia" como consigna. |
La experiencia manipuladora-represiva
de la corporación mediática argentina con la figura del "violento" (como
detonador del rechazo social), es un verdadero módulo experimental que el resto de las
corporaciones de la región van utilizar para neutralizar y/o desactivar los
conflictos y movilizaciones sociales que ya empiezan a proyectarse en América
Latina como emergente del cóctel suba de petróleo-alimentos = inflación.
Hasta la semana pasada un sector
mayoritario de la sociedad argentina se mantenía al margen de la guerra de los Kirchner
contra los productores agrarios, hasta que, el sábado 14 de junio, el gobierno
mandó a la gendarmería a desalojar de la ruta a los piqueteros agricultores
de Entre Ríos y detener a su líder más emblemático, Alfredo de Angeli.
Los multimedios trasmitieron en vivo
la carga de la gendarmería y la resistencia pasiva de los chacareros, así
como la detención violenta de sus dirigentes, y luego retransmitieron durante
toda la jornada las imágenes más impactantes de la represión.
Como segundo acto, los medios
comenzaron a mostrar en vivo a grupos de pobladores que, con mujeres y
niños portando la bandera argentina, se interponían entre los gendarmes y los
piqueteros en las rutas.
En medio de la repetición de las
escenas de represión, todos los multimedios, sin excepción,
culpaban permanentemente de la "violencia represiva" al Gobierno.
Y se produjo la reacción social en cadena: Puebladas, cacerolazos, y
multiplicación de los cortes de ruta, se produjeron en ciudades y pueblos de
provincia, proyectándose en Buenos Aires y la Capital Federal.
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Imagen difundida por el cana de
noticias TN, perteneciente al multimedios Clarín. |
La corporación mediática demonizó por
"violento" al Gobierno, y los Kirchrner, que ganaron las elecciones hace ocho
meses con una mayoría aplastante, comenzaron a ser rechazados y repudiados a
nivel masivo y perdieron el apoyo, incluso, de los sectores que los habían
votado.
La represión "mediatizada" contra los
chacareros, agregó al conflicto (ya marcado por la "desestabilización económica"
y la "ingobernabilidad política") la presencia de la "ruptura de la paz
social" que terminó por aislar al gobierno de los Kirchner del resto de la
sociedad.
El uso recurrente de su aparato
político rentado de movilización (con D'Elía como símbolo) y los discursos
confrontativos de Cristina, fueron utilizados para imprimir en la psicología
colectiva al gobierno de los Kirchner como expresión de "violencia
política".
La estructura represiva mediática,
que funcionó esta vez contra la propia herramienta de gerenciación política del
sistema en la Argentina (el gobierno de los Kirchner), hoy también ya está
actuando para reprimir los cortes de ruta y los escraches contra legisladores
oficialistas calificando a sus impulsores de "violentos".
De la misma manera, este ensayo sirve
para configurar una psicología masiva funcional a la represión que los
consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos sociales y
sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva mundial
impacte en América Latina.
De tal manera, que hoy en la
Argentina la corporación mediática ya utiliza como módulo experimental la
doctrina de los "dos demonios", que consiste en instalar dos extremos
"violentos" enfrentados, con una masa neutra (la sociedad "antiviolencia") en el
medio.
De esta manera, se muestra la
acción y se licuan los contenidos de la acción (los argumentos de Kirchner y
los del poder agrario rebelado).
Los "violentos" de Kirchner
(simbolizados en D'Elia) revisten la misma calidad "desestabilizadora" y ponen
en "peligro la paz social", tanto como los piqueteros rurales que quieren
continuar con el paro y cortando rutas.
La manipulación mediática sacó de
escena los argumentos de uno y otro lado, y puso a los dos bandos "extremos" (Kirchner
y los piqueteros rurales) en el centro del rechazo social.
Se trató, de un experimento donde se
verificó hasta qué grados está instalada a nivel masivo (por sobre
cualquier otra prioridad) la ideología "antiviolencia" utilizada como
herramienta del control político y social por los ejércitos mediáticos que
sucedieron a los ejércitos militares en el control político y social de las
masas .
La doctrina de los "dos demonios",
recreados como substancia de "violencia social", le permite al sistema (la
embajada norteamericana y los factores del poder económico) generar una nueva
alternativa de "gobernabilidad" a los Kirchner utilizando al
sector "neutro" (la sociedad ideologizada en la "antiviolencia) como
herramienta de legitimación.
En el nuevo proceso político que se está
gestando, al desgastado y agotado gobierno de los Kirchner no se lo piensa
destituir mediante un golpe de Estado militar sino mediante un golpe institucional que
preservará las formas "pacificas" del sistema institucional "democrático".
Con la teoría y prédica de los
"extremos violentos", la corporación mediática (con el Grupo Clarín a la
cabeza) prepara el advenimiento de una "alternativa de gobernabilidad"
pacifica
aceptada por la mayoría de la sociedad.
Y esa alternativa solo puede salir de
los políticos (y partidos) que hoy protagonizan en el Congreso la farsa de
la
resolución "en paz" del conflicto, al margen de los dos "extremos violentos" del
gobierno y del "campo".
Esa, en síntesis, es la materia prima
(de la manipulación mediática) que va a legitimar a corto plazo
el golpe institucional para reemplazar a los Kirchner, surgido de un acuerdo
parlamentario de partidos con bendición de los medios de comunicación y
aceptación masiva por parte de la sociedad.
Pero lo que hoy se utiliza (la
manipulación mediática con la "antiviolencia") para dirimir una guerra por
la rentabilidad entre los gerentes del Estado y capitalista y un sector del
poder agrario, mañana va a ser utilizado para dividir y enfrentar las protestas
de los más afectados por la suba y carencia de alimentos (o sea, los sectores
pobres) con las clases medias y altas cuyo nivel y capacidad de consumo les
permitirá supervivir al proceso inflacionario.
Y seguramente, en la estrategia de
demonización con la "antiviolencia" abrevará un nuevo ciclo de la represión
militar y policial, ahora ya legitimada, para controlar las protestas y los estallidos sociales de
los hambrientos "violentos".
En ese sentido, los multimedios
argentinos van a ser el módulo experimental que se proyectará como "ejemplo a
imitar" por todo
el mapa de América Latina.
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(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
Ver sus trabajos en
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email: manuelfreytas@iarnoticias.com