ace una semana, los analistas y
observadores del proceso libanés quedaron "asombrados" cuando Hezbolá
y sus enemigos viscerales del sector antisirio (conspiradores permanentes
juntos con EEUU para exterminar a la guerrilla chiíta) anunciaron sorpresivamente la
formación de un "gobierno de unidad".
Desde el año pasado, la guerra
callejera entre ambos sectores ha dejado centenares de muertos y heridos, y hace
dos semanas, los militantes armados de Hezbolá, con la prescindencia del
ejército de Líbano que no actuó, tomaron Beirut luego de derrotar en las calles a
grupos antisirios que apoyaban al gobierno de Siniora.
Entonces, se consideraba que el
primer ministro estaba aislado, derrotado, y sin consenso popular, y que
Hezbolá y la oposición habían prácticamente tomado el control del Líbano.
Hezbolá, luego de entregar el control
de Beirut al ejército (cuyo ex jefe hoy preside el "gobierno de unidad"), afirmó
que las operaciones de toma de la capital libanesa obedecieron a la necesidad de
abortar una operación de la CIA y de los servicios israelíes para apoderarse
del aeropuerto de Beirut y reforzar el control sobre el gobierno de Siniora
para que actúe contra la organización guerrillera.
No obstante, no se entendía
claramente la decisión posterior de Hezbolá de "darle aire a Siniora y a los
antisirios" (derrotados en el teatro de operaciones) conformando con ellos
un farsesco (y prácticamente imposible) "gobierno de unidad" que restituía a sus
enemigos como ganadores a la vida política.
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Rice saluda al primer ministro Siniora en Beirut. |
Para algunos analistas que observaban
el proceso libanés, la jugada de Hezbolá respondió a una estrategia de
dilatar la toma del poder por la vía militar generando un proceso de
"institucionalización democrática" que le permitiría seguir acumulando poder
político y seguir fortaleciendo su arsenal militar con vistas a una próxima
(anunciada) guerra con Israel.
En ese sentido, algunos medios árabes sostenían hace dos semanas que Israel y EEUU, luego de que Hezbolá tomara la
capital del Libano, esperaban que la guerrilla derrocara al gobierno de Siniora
para impulsar en la ONU una intervención militar del Libano con fuerzas
combativas de la OTAN.
Ese cuadro de situación, con un
escenario desfavorable para la organización guerrillera, habría forzado a
Hezbolá a sustituir la estrategia de toma del poder por la vía militar por un
"acuerdo democrático" con sus enemigos que neutralizara la maniobra judeo-norteamericana
y le permitiera ganar tiempo y fortalecerse institucionalmente.
Esa, y no otra, sería la explicación
-según coinciden varios observadores y connocedores de la guerrilla libanesa- de
la decisión tomada por Hezbolá y la oposición de trazar un acuerdo
de "cogobernabilidad" con el sector antisirio liderado parlamentariamente por el
hijo del asesinado premier, Rafic Hariri.
Tras el fracaso de la "opción
militar" judeo-norteamericana para destruir a Hezbolá, Washington y Tel Aviv
se valieron del sector antisirio para impulsar una "guerra civil" que
justificara una intervención extranjera armada en Líbano.
Tal como sucedió cuando Hamás derrotó
militarmente a Al Fatah y a Abbas (socios del eje Washington-Tel Aviv como los
antisirios) en Gaza, la superioridad militar y la derrota infligida por Hezbolá
a los grupos antisirios abortó el proceso de "guerra civil" que la CIA y
el Mossad venían instrumentando en Líbano.
La movida de Hezbolá con el "gobierno
de unidad" parece haber apuntado a una "distensión provisoria" para darse
un respiro y trazar el próximo paso orientado a tomar el poder y terminar con el
"caballo de troya" judeo-norteamericano de los antisirios.
En Líbano, al revés de lo que dicen
los periodistas descerebrados del sistema, no hay un proceso de "paz" y de
reinstauración democrática (ambos son un mito universal), sino una guerra por
el poder entre dos sectores cuyos intereses reales se encuentran en las
antípodas.
Como era previsible, el "gobierno de
unidad" duró menos que un suspiro.
En la noche del martes pasado, la coalición
mayoritaria antisiria (desechando el candidato de consenso que proponía Hezbolá)
acordó por unanimidad reelegir a Fuad Siniora, jefe desprestigiado y
derrotado del anterior Ejecutivo, y estalló nuevamente el conflicto.
El nuevo presidente del país, el ex
jefe del ejercito, Michel Suleiman, trató de "consensuar" con
Hezbolá y la oposición prosiria la elección de Siniora, pero la mayoría
antisiria lo impuso por el voto de 68 de los 127 diputados presentes.
Tras ser confirmado como jefe del
Gobierno por el presidente, Siniora dio un discurso en el que agardeció a Suleiman que le encargue la "formación del primer gabinete de esta nueva era".
Las palabras estúpidas (y carentes de
realismo) del secuaz de Washington, encendió nuevamente la mecha del enfrentamiento que Hezbolá intentaba contener
con su estrategia de "ganar tiempo", orientada no darle
argumento a Washington y a las potencias sionistas para desplegar una
intervención militar en Libano
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Movilización de Hezbolá en Beirut. |
El clima político entre prosirios y
antisirios ya se tornó nuevamente irrespirable, y los enfrentamientos, aunque
por ahora acotados, ya retomaron su cauce por la vía armada.
El martes, un soldado murió en la
localidad drusa de Aramoun, en la región de Aley, cuando lo que fue calificado
de "disputa personal" derivó en un enfrentamiento a tiros entre
seguidores de Hezbolá y del Partido Socialista Progresista, de Walid Jumblatt.
La noche anterior, unas 16 personas habían resultado heridas en Corniche
al Mazraa, la céntrica avenida de Beirutt que fue escenario de violentos
combates en la segunda semana de mayo.
El enfrentamiento armado fue protagonizado
militantes de Hezbolá, que celebraban el discurso de su líder, Hassan Nasrala,
con motivo del Día de la Liberación -que conmemora la retirada israelí- contra
partidarios del grupo antisirio Mustaqbal, e incluyó el lanzamiento de una
granada.
Se estima que la reelección de
Siniora, el más recalcitrante símbolo de alianza con el poder sionista, será un
detonante de imposible contención de una nueva guerra en las calles entre los
militantes de Hezbolá y las bandas armadas antisirias.
En ese nuevo escenario que ya asoma,
Hezbolá enfrenta dos desafíos: A) Continúa con su "guerra de baja intensidad"
para controlar a los antisirios pro-EEUU sin tomar el poder, o, B) inicia
operaciones militares para tomar todo el poder y desalojarlos del Líbano,
como hizo Hamás con Abbas y Al Fatah en Gaza.
La primera opción, implica un
desgaste y un cansancio permanente para sus cuadros. La segunda, implica
entrar en guerra con Israel y EEUU antes de lo planeado, y prepararse para
una ofensiva de aislamiento y de intervención militar lanzada por las
potencias sionistas que controlan la ONU y la OTAN.