Continuamente, y como parte de una "estrategia blanda" para desviar la atención
de sus masacres en Medio Oriente, Israel recicla sus promocionados intentos por
establecer "acuerdos de paz" con los países de la región, como ya viene
sucediendo con la ocupada Palestina y el fracasado plan "hoja de ruta". Esta
vez, la estrategia judeo-norteamericana sacó de la manga un plan de "paz con
Siria" que la prensa internacional sionista difundió generosamente, y que (como
no podía ser de otra manera) comenzó su camino al fracaso cuando Israel exigió,
como condición para la devolución de los Altos del Golán, que el gobierno de
Damasco rompa con Irán y deje de apoyar a la resistencia palestina y libanesa.
El jueves pasado, y al término de
tres días de negociaciones en Estambul, Israel impuso condiciones para concluir
un acuerdo de paz con Siria y cerró filas con Washington exigiendo a Damasco que
rompa Irán y termine con su apoyo militantes palestinos y libaneses.
No obstante acusar a Damasco de
apoyar un "golpe de Estado" en Líbano, y de proveer de armas al
"terrorismo" de Hamás y Hezbolá, el gobierno sionista de Tel Aviv ofreció la
semana pasada un "acuerdo de paz" a Siria sobre la base de la devolución de los
Altos del Golán tomados por el ejército judío durante la guerra de 1967.
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, que fue asimismo el último primer
ministro que negoció con Damasco, indicó que el vecino país "sabe que las
concesiones son una vía de dos sentidos. Sacar a Siria del "eje del mal" es
un objetivo primordial para Israel".
Se refería a la conocida tesis divisionista del estado judío que exige al
presidente sirio, Bashar Al Asad, que rompa la alianza que mantiene con Irán y
con la milicia chií Hezbolá, y deje de amparar a dirigentes de organizaciones
terroristas palestinas en Damasco.
La ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, coincidía en esta línea al
afirmar que el proceso de paz depende de que Siria deje de apoyar el
terrorismo.
"Israel desea vivir en paz con sus
vecinos pero Siria debe entender que se requiere una completa renuncia al
apoyo del terrorismo de Hezbolá, Hamás y por supuesto de Irán", manifestó la
ministra, que se identifica con las posiciones más duras de los halcones de Tel
Aviv.
El mes pasado, en medio de una nueva escalada
sangrienta de Israel en Gaza, y en un nuevo marco de tensión regional entre Irán,
Líbano y el estado judío, el presidente de Siria, Bashar Assad, admitió durante
una conferencia de prensa en Damasco, que su país se está preparando ante la
"posibilidad real" de que las tensiones con Tel Aviv desemboquen en una guerra
abierta.
En respuesta a las palabras de Assad,
fuentes de las Fuerzas Armadas israelíes negaron la posibilidad de una guerra,
pero admitieron la existencia un cierto "nerviosismo" y alerta en los Altos del Golán, arrebatados a Siria
durante la Guerra de los Seis Días, en 1967, según informó
el diario Haaretz.
Una semana después, Israel llevó a
cabo un impresionante simulacro militar para la defensa civil que, a pesar de
que fuera calificado como "un ejercicio rutinario", la prensa israelí especuló
con que el ensayo respondía a posibles operaciones contra Líbano o Siria en el marco
del agravamiento del conflicto regional.
Finalmente, y luego de varias
escaramuzas discursivas, Siria e Israel anunciaron el miércoles pasado que
emprenderían negociaciones de paz indirectas con la mediación de Turquía,
después de que la última ronda de contactos para lograr un acuerdo se
suspendiera en 2000.
"Los sirios saben lo que queremos y nosotros sabemos lo que ellos quieren",
manifestó el primer ministro israelí, Ehud Olmert, sobre este nuevo canal de
diálogo al que calificó de "deber nacional".
Siria demanda como exigencia de un acuerdo de paz la devolución de los Altos del
Golán, una meseta flanqueada por Damasco a un lado y el Mar de Galilea del otro,
desde que Israel ocupó el territorio en la Guerra de los Seis Días de 1967.
Según una encuesta difundida el
jueves por la prensa judía, alrededor de dos tercios de los israelíes se
oponen a que la Meseta del Golán sea devuelta a Siria, cuestión que, junto a
la delimitación de fronteras entre los dos países, supone el eje central de las
negociaciones.
Ehud Barak, quien como primer ministro en 2000 participó en conversaciones con
Siria organizadas por Estados Unidos, dijo en un discurso que ambas partes
tendrían que hacer "concesiones dolorosas".
Barak, ministro de
Defensa israelí, que había señalado en reiteradas oportunidades en los últimos días
que su país preparaba operaciones en gran escala contra Gaza y Hezbolá, se vio
obligado a salir a desmentir, que Israel tuviese intenciones de
emprender nuevos ataques contra sus países vecinos, incluida Siria.
La reanudación de los contactos entre
los dos países, que según medios locales podría iniciarse en quince días, es
interpretada por analistas palestinos como un "mensaje de Israel a Hamás,
Hezbolá e Irán, sobre que las alianzas regionales pueden cambiar".
El primer ministro israelí se refirió
también al conflicto que le enfrenta con la Autoridad Nacional Palestina (ANP),
al afirmar que intentará llevar a cabo en forma simultánea las negociaciones
de paz con sirios y palestinos sin que ambos procesos interfieran entre sí.
Pero, y de acuerdo con las
estimaciones de la prensa siria y palestina, las exigencias que pide Israel a
cambio ya frustraron el acuerdo antes de nacer.