(IAR Noticias) 15-Abril-08
La emergencia alimentaria producida por la escalada de los precios del petróleo,
con su inmediato emergente de conflictos sociales que ya empiezan a extenderse
por los países periféricos, determinó, a su vez, una operación "salvataje de los
pobres" que el Banco Mundial, el FMI y el G-7 quieren profundizar, no para
reparar las injusticias cometidas por la concentración de riqueza en pocas
manos, sino para salvar al sistema de la escalada de conflictos sociales y
gremiales que pueden terminar de un plumazo con el actual modelo globalizado de
depredación capitalista.
Informe
especial
IAR Noticias
En
forma inédita el FMI, en los últimos días, la ONU, el Banco Mundial, el G-7 (grupo que reúne a los países más ricos del mundo) y
las principales autoridades del sistema capitalista se han puesto en
"denunciantes" de la propia lacra que generan a escala global:
El
hambre.
Increíblemente, estas instituciones
representativas del capitalismo transnacional depredador de recursos naturales y
de mano de obra que han convertido al planeta en una "economía de enclave"
controlada por unas pocas corporaciones, hoy advierten que el mundo está
amenazado por una crisis alimentaria que
puede detonar en una escalada de conflictos sociales a corto plazo.
Los generadores de la concentración
de riqueza para unos pocos = pobreza y marginación para las grandes mayorías,
ahora asumen el rol de "opositores" del mismo sistema que generan advirtiendo
sobre una combinación de "factores explosivos" que
arrastran a la humanidad hacia otra "Gran Depresión"
de la mano del alza del petróleo, la suba de los
alimentos y una recesión global en puerta.
¿Quieren salvar a la humanidad, o
están tratado de salvarse a sí mismos?
El sistema en alerta
El G-7, la Reserva Federal, los
bancos centrales de las potencias desarrolladas ahora piden al sistema
financiero internacional (o sea a ellos mismos) "reglas claras" y un "mayor
control" regulatorio orientados a parar la crisis que avanza desde EEUU y Europa
hacia todas las economías globalizadas del mundo emergente y periférico.
Por supuesto, que la única
respuesta a estos llamados ha sido una
mayor
especulación en los mercados financieros y en las bolsas,
en rubros de "inversión alternativa" como el petróleo, el oro y las materias
primas que han retroalimentado, a su vez, inflación, escalada de precios y
conflictos sociales que ya empiezan a emerger en los países más pobres de Asia,
África y América Latina, como es el caso de Haití.
Curiosamente, y como el capitalismo
se ha quedado sin enemigos estratégicos que estudien y proyecten totalizadamente
sus crisis y contradicciones económicas, son las mismas instituciones del
sistema las que vaticinan por estos días que la locomotora imperial,
EEUU, la mayor economía mundial, ya está recesión.
El FMI
acaba de advertir que la crisis mundial es
mayor de lo que se preveía, y que su mayor
impacto se va a reflejar en las áreas más dolarizadas del mundo dependiente,
principalmente en América Latina.
La ONU, el Banco Mundial, la mayoría
de los expertos y últimamente el G-8, vienen advirtiendo sobre el peligro de
estallidos sociales a escala global que podrían generarse por el impacto de
los precios del petróleo sobre el costo de los alimentos en los países más
pobres de Asia, África y América Latina.
La "crisis alimentaria" mundial
Los precios de los alimentos a nivel
global podría llevar a unos 100 millones de personas a una pobreza más
profunda, dijo el sábado el director del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick.
"Estimamos que el aumento al doble de los precios de los alimentos en los
últimos tres años podría, potencialmente, arrastrar a 100 millones de personas
de países de bajos ingresos a una pobreza más profunda", indicó Zoellick.
Su advertencia se hizo eco de la realizada el sábado por el director del Fondo
Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, quien había dicho que
cientos de miles de personas están en "riesgo de inanición".
El jefe del FMI, el
"gendarme financiero" del sistema capitalista a escala global, Strauss-Kahn,
alertó sobre las calamitosas consecuencias del aumento continuo en los precios
de los alimentos.
"Miles, cientos de miles de
personas padecerán hambre. Los niños sufrirán de malnutrición, con consecuencias
por el resto de sus vidas", señaló a la prensa, advirtiendo que la
crisis social causada por la inflación en los precios de los alimentos ya esta
desencadenando conflictos sociales a nivel mundial.
En una reunión en Washington, Estados
Unidos, el FMI pidió que se tomen fuertes medidas en contra del aumento de los
precios y de la crisis financiera internacional.
El comité de ministros de
economía de 24 países del FMI también hizo un llamado a tomar "fuertes
acciones" a sus 185 miembros, a fin de lidiar con "la agitación aún en
evolución del mercado financiero (...) y con el potencial empeoramiento" del
mercado hipotecario y de la crisis crediticia.
Según la ONU, el Banco Mundial y el
G-8, lo que ya se visualiza claramente (a nivel de acción-reacción) es el
impacto de la escalada del costo del petróleo y de la energía en los precios de
los alimentos a escala global.
El domingo 7 de abril,
los ministros de las ocho naciones industrializadas (G-8,
grupo formado por los 7 países
industrializados más importantes del mundo, más Rusia) reunidos en Tokio,
realizaron un llamamiento a emprender acciones urgentes que reduzcan los
disparados precios de los alimentos que dañan y perjudican a las naciones en
desarrollo y a las clases sociales más pobres y postergadas.
"El problema de la comida afectará
directamente a la vida de los pobres. Hemos alcanzado una determinación
común y es que necesitamos adoptar los pasos necesarios", dijo el ministro de
Exteriores japonés, Masahiko Komura, que presidió la reunión, en una rueda de
prensa conjunta de los ministros del G-8.
Simultáneamente, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, pidió una
respuesta mundial coordinada para lidiar con el alza de los precios que está
acentuando los desabastecimientos, el hambre y la malnutrición alrededor del
planeta.
Debido a esta situación Zoellick cree que 33 países en el mundo afrontan la
posibilidad de malestar social o político debido a los elevados precios de
los alimentos y la energía.
Por otra parte, la ONU advirtió la
semana pasada que la combinación de precios altos del combustible, incremento de
la demanda de alimentos en Asia, el uso de terreno agrícola y cultivos para
biocombustibles, el mal tiempo y la especulación ha impulsado el precio de los
alimentos, generando violentas protestas en un puñado de países pobres,
cuyo epicentro más violento ya se registra en Haití.
En este escenario, los países darán
pasos para aumentar los suministros alimenticios, pero el mundo vive un cambio
estructural hacia precios de los alimentos en suba que será difícil revertir,
señaló el responsable del organismo de las Naciones Unidas que combate la pobreza
rural.
"La mayoría de los expertos creen que los precios más altos permanecerán durante
largo plazo", dijo a Reuters Lennart Bage, presidente del Fondo Internacional
para el Desarrollo Agrícola de la ONU.
El BM y el FMI mantuvieron este fin
de semana varias reuniones para discutir la inflación en los precios de los
alimentos y de la energía, así como la crisis crediticia que afecta a los
mercados financieros globales.
Con un nuevo llamado de alerta por
los riesgos del fuerte incremento del precio de los alimentos en el mundo, el
Banco Mundial anunció ayer un acuerdo internacional para tratar de paliar la
crisis.
Se trata en concreto de un "Nuevo Trato (New Deal) para una Política Mundial
de Alimentos", acordado en el Comité de Desarrollo, el panel que fija las
políticas del Banco Mundial y que se reunió en Washington como parte de las
asambleas de gobernadores que realizó la institución este fin de semana
conjuntamente con el Fondo Monetario Internacional.
El presidente del BM, Robert Zoellick, señaló el sábado al término de las
asambleas que los gobiernos deben intervenir de forma "urgente" para evitar
que la crisis alimentaria hunda aún más en la pobreza a 100 millones de personas,
y pidió a países donantes cumplir pronto sus compromisos de completar un
faltante de US$ 500 millones en las Naciones Unidas destinado a amortiguar el
hambre en el mundo.
"He venido a estas reuniones subrayando la vital importancia del lanzamiento del
Nuevo Trato", dijo Zoellick en una rueda de prensa, junto al secretario mexicano
de Hacienda, Agustín Carstens, presidente del Comité de Desarrollo. "Parte de
ese trato es encarar las necesidades inmediatas de crisis de quienes enfrentan
hambre, malnutrición e incluso hambruna en el mundo", agregó.
Los generadores de la crisis
Hasta aquí, parece que el FMI, el
Banco Mundial, el G-7 y el G-8, fueran las "carmelitas descalzas", instituciones del "bien
común" y sin fines de lucro, luchando para terminar con la injusticia y el
hambre en el mundo.
Antes que nada, el Banco Mundial, el
FMI, el G-7 y el G-8 son las máximas entidades representativas del capital
trasnacional que depreda el mundo con las trasnacionales y con el sistema de
especulación financiera con sede central en Wall Street.
Antes del colapso bursátil proyectado
desde EEUU, y por primera vez en sus 110 años de historia, el índice Dow Jones
de Industriales de la Bolsa de Nueva York superaba la barrera de los 14.000
puntos.
Los 14.000 puntos significaron para
el Dow Jones una meta que evidenciaba el "optimismo inversor" que se respiraba
en Wall Street ante los reportes de ganancias siderales de las corporaciones
multinacionales y el buen desempeño de la economía imperial estadounidense.
El índice Dow Jones o Promedio
Industrial Dow Jones, es un indicador del valor de las acciones de las
supercorporaciones trasnacionales que cotizan en la Bolsa de Valores de
Nueva York.
La
fiesta capitalista que vivía Wall Street (la capital del sionismo
financiero internacional), expresada en el crecimiento desmesurado del
Dow Jones
representaba, como hecho primordial, el dominio abrumador y las
superganancias de un reducido número de empresas transnacionales de
dimensiones gigantescas, mayores que Estados, sobre la producción, el comercio y
las finanzas mundiales globalizadas.
A esos bancos y trasnacionales
(generadores de la pobreza mundial) representan el FMI, el Banco Mundial,
el G-7, el G-8, la Reserva Federal y los bancos centrales de las potencias desarrolladas
que hoy andan buscando fórmulas para detener la crisis financiera, neutralizar
la recesión global que se avecina, y preveer que la crisis alimentaria no
haga estallar el planeta capitalista con huelgas y conflictos sociales.
Antes de la crisis financiera con las
subprime, el triunfo del Dow
Jones en Wall Street, reinaba la fiesta del sistema capitalista sionista trasnacionalizado y nivelado planetariamente como dinámica de concentración
de riquezas en pocas manos, que condujo a la mitad de la población del
planeta a sobrevivir en la extrema pobreza y en la marginalidad social.
La
concentración del capital mundial en estos mega-grupos o mega-compañías, en
una proporción aplastante, que implica modificaciones de todo tipo, en la
economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., es
seguramente el aspecto más definitorio de la llamada "globalización
económica".
Tras el triunfo del "libre mercado" y
el fin de los Estados nacionales, las trasnacionales, cada vez con más
legislaciones nacionales e internacionales a su favor, condicionan y dominan
las estructuras económico-productivas de los países, promoviendo guerras por
apoderamiento de mercados y apropiándose de recursos naturales y de los sistemas
de importación y exportación.
Representados principalmente por el
Banco Mundial, el FMI, el G-7, el G-8 y los bancos centrales de las potencias
desarrolladas, este capitalismo trasnacionalizado y depredador entró en crisis
cuando las hipotecas subprime hicieron estallar Wall Street y los mercados
bursátiles, en agosto pasado, sin haberse recuperado hasta el presente.
La operación "salvataje"
Finalmente, el explosivo cóctel
petróleo-alimentos-crisis financiera que ya tomó dimensiones globales determinó
que las potencias más ricas, con EEUU y Europa a la cabeza, se dedicaran
-hasta ahora sin éxito- al "salvatajee" de sus bancos y mercados financieros.
Según los expertos, sí las actuales
"turbulencias" en los mercados bursátiles se juntan finalmente con la
escalada de los precios del petróleo y de los alimentos, la baja del dólar, y un
desenlace de los conflictos geopolíticos-militares latentes, este cóctel se
puede convertir en dinamita social con una escalada de conflictos sociales y
sindicales por todo el planeta
Los datos decisivos de esta caída
generalizada de los mercados financieros y su efecto inmediato acechante: la
estanflación mundial (combinación de recesión con inflación), continúan
siendo -según coinciden la mayoría de los analistas- el derrumbe del dólar, la
escalada de los precios del petróleo y su impacto desestabilizador sobre los
precios de los alimentos a escala global.
La escalada de los precios del
petróleo y su incidencia sobre el costo de los alimentos es visto por la
mayoría de los especialistas como el desencadenante clave de un proceso recesivo
a escala mundial, cuyo inmediato emergente pueden ser la desocupación masiva y
reacciones sociales y sindicales con epicentro en los países periféricos.
El precio del petróleo, por su
incidencia en la cadena de precios, afecta directamente a los alimentos de
mayor demanda de consumo en el mundo, como pan arroz, papas, azúcar, carne,
leche, huevos y manteca, esenciales en la cadena alimentaria de cualquier
familia.
Esta emergencia alimentaria producida
por la escalada de los precios del petróleo, determinó, a su vez, un "salvataje
de los pobres" que el Banco Mundial, el FMI y el G-7 quieren profundizar, no
para reparar las injusticias cometidas por la concentración de riqueza en pocas
manos, sino para salvar al sistema de la escalada de conflictos sociales y
gremiales que pueden terminar de un plumazo con el actual modelo globalizado de
depredación capitalista.
Pero, a pesar de las advertencias
que realizan sus organizaciones y autoridades más prominentes, el sistema
todavía no ha logrado conjugar una respuesta al peligroso cóctel
petróleo-alimentos-conflictos sociales que ya se retroalimenta y expande por
todo el planeta.
A su vez, los llamados morales que
formulan las instituciones para dotar al sistema financiero de mayores
regulaciones y control racional, chocan contra las leyes dialécticas del
capitalismo construidas a partir de la búsqueda de mayor rentabilidad y de
concentración de la riqueza en pocas manos.
El
capitalismo no puede renunciar (sin autodestruirse) a las leyes históricas
que justifican sus existencia: Hay pobres y hambrientos, porque hay un
capitalismo planetario concentrador de riqueza (representado por el FMI y el
Banco Mundial) que arroja a las mayorías a la pobreza.
De esta
manera, y por más advertencias y anuncios que formulen el FMI, el Banco Mundial
y la ONU, la operación "salvataje de los pobres" es una quimera, dado que los
paliativos "asistencialistas" no van terminar con el hambre y la exclusión
masiva que ya empiezan a configurar el escenario más temido: Los conflictos
sociales extendidos a lo largo y a lo ancho del planeta.
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