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Bush y el Dalai Lama, un empleado a cara
descubierta de Washington. |
Los "golpes" de la CIA
No es ningún secreto que EEUU y sus
socios de la Unión Europea, utilizando la fachada de organizaciones no
gubernamentales (ONGs), vienen realizando campañas desestabilizadoras y golpes
de Estado (llamados "revoluciones naranja" o "golpes populares") contra
gobiernos pro-rusos en el espacio post-soviético de Asia y Europa del Este.
Como ya
se ha revelado
a través de la historia, la maquinaria internacional EEUU-UE, durante todos esos
procesos, intentó sustituir a líderes nacionalistas
ex soviéticos por otros "más democráticos" aliados de "occidente", como
fue el caso de Yushenko en Ucrania, cuya campaña fue alevosamente financiada y
dirigida desde el Departamento de Estado norteamericano, por su propia esposa,
que trabajó como asesora de Bush.
Las protestas y los movimientos de caos planificado y desestabilización
callejeros tras comicios electorales (Georgia, Ucrania y Bielorrusia) fueron
organizados por ONGs financiadas y dirigidas por Washington utilizando las
redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID (Agencia de los
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) , según informes de la
inteligencia rusa expuestos en el parlamento moscovita.
La
maniobra fue ensayada en Georgia (2003) y Ucrania (2004) con las denominadas
"revoluciones naranja" o "revoluciones de terciopelo", y otros tantos intentos
se probaron con Kazajstán, Azerbaiyán, Uzbekistán y Bielorrusia, donde no
pudieron obtener los resultados esperados.
En esa línea, se inscribió la "rebelión de
los monjes" de septiembre pasado en Birmania (ferozmente abortada y
reprimida por la junta militar birmana), en el sudeste asiático, para
desestabilizar y derrocar a la junta militar aliada de Rusia y de China,
utilizando, como ya se hizo en Asia y Europa del Este, "revueltas populares"
que piden "democracia" y "derechos humanos" a tono con reclamos de EEUU y la
Unión Europea en la ONU.
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Represión militar contra manifestantes y monjes budistas
en la ciudad de Lhasa. |
Tibet: La "Birmania" china
Hoy le toca el turno al Tibet,
donde la CIA y el Dalai Lama, un empleado a cara descubierta de Washington,
ensayan otro "rebelión de los monjes" para desestabilizar al gobierno y
desacreditar su imagen promoviendo denuncias en su contra (represión, "violación
de los derechos humanos", etc) en el Consejo de Seguridad de la ONU controlado
por Washington y la UE.
Después de fracasar en Birmania, todo indica que la "revolución de los
monjes" ya ha recalado en el Tibet de la mano de la CIA y del Dalai
Lama, a quien EEUU confirió en noviembre pasado la Medalla de Oro del
Congreso, en presencia de Bush.
El
nuevo capítulo de la "rebelión de los monjes" en Tibet se lanzó -no por casualidad- en un momento en
que la mirada internacional está fija sobre China debido a la organización de
los próximos Juegos Olímpicos a realizarse en ese país.
Tibet,
conjuntamente con los
territorios en disputa de Xinjiang y Taiwán, representan los mayores conflictos
secesionistas (y el centro de las operaciones desestabilizadoras de la CIA)
para los líderes chinos.
En las últimas horas, el Dalai Lama denunció
reiteradamente la
represión china en Tíbet como un "genocidio" y dijo que se "vive un
régimen de terror".
Paralelamente, y como ya sucedió en Birmania, las cadenas mediáticas
internacionales sionistas bombardean al mundo con titulares e imágenes de la
represión militar contra los manifestantes y los monjes budistas.
En octubre pasado, y tal como ya sucedió en
Bielorrusia y Kazajstán (donde los gobiernos pro-rusos exterminaron a
sangre y fuego a los dos últimos intentos de "revolución naranja" de la CIA), la
Junta Militar birmana aplastó la "revolución de los monjes" apoyada por EEUU y
la UE, desoyó los llamamientos de la ONU e ignoró a su emisario, encarceló
masivamente a los monjes budistas, e impuso controles férreos sobre los medios de
comunicación.
Además,
estrechó el cerco sobre los seguidores de la "líder de la
oposición" sostenida por las ONGs (de "derechos humanos")
controladas por la CIA, y
sentó un precedente en el sudeste asiático: Washington y sus socios de
la UE tienen vedado el ingreso y las operaciones desestabilizadoras en las áreas
de influencia asiáticas de la sociedad estratégica Rusia-China, sostenedora del
régimen militar que gobierna Birmania.
Y en
Tibet, también como ya sucedió en Birmania, Washington y la UE ya preparan
movidas contra China en el Consejo de Seguridad de la ONU y las ONGs de "derechos
humanos" y el "gobierno tibetano en el exilio" (un títeres de Washington)
denuncian más de mil muertos y "desaparecidos".
El gobierno chino, por su
parte, retacea información (o da cifras exiguas) sobre la cantidad de muertos,
pero, en realidad, lo que está sucediendo en el Tibet es una repetición, en otra
escala, de la llamada "revolución de los monjes" en Birmania, exterminada
a sangre y fuego por la junta militar apoyada por China.
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Imagen tomada por el teléfono móvil de un estudiante que muestra una marcha a favor de los monjes tibetanos en la ciudad de Sangchun |
La operación
"libertad y democracia"
En una
réplica de la operación internacional lanzada contra Birmania el año pasado, el
viernes, Japón (el socio asiático del eje Washington-UE) urgió a China y a
los dirigentes tibetanos a abrir un diálogo "sin condiciones" y el presidente
polaco, Lech Kaczynski (títere de la UE y EEUU), estimó que "la apertura de un
diálogo ahora adquiriría una dimensión simbólica, en particular dentro del
contexto de los próximos Juegos Olímpicos en Pekín".
Por otra
parte, el Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier,
exigió a China que dé explicaciones. “El Gobierno alemán le dice con claridad a
los chinos: ¡aclaren las cosas! Queremos saber exactamente lo que ha sucedido en
el Tíbet”, señaló Steinmeier en declaraciones citadas por la AFP.
Protestando por la censura a la prensa occidental en el Tibet (tal como sucedió
en Birmania) el ministro afirma que la única solución al problema es el diálogo
y ha exigido a China que admita periodistas en el país: “Hacer espectáculos
brillantes para la televisión mientras en el propio país reina el caos, eso es
algo que ya no puede funcionar hoy en día. Quien organiza unos Juegos tiene que
permitir la entrada a miles de periodistas. No se puede esconder todo debajo de
la alfombra”, añadió.
El
Centro Tibetano para los "Derechos Humanos y la Democracia" (TCHRD) denunció el
sábado que hay al menos un millar de tibetanos detenidos a raíz de los violentos
disturbios de los últimos días en Tíbet y otras regiones chinas de mayoría
tibetana, así como cientos de desaparecidos, al tiempo que alertó sobre que,
seguramente, todos ellos se enfrentarán a "duras penas" de prisión.
Según esta organización de tibetanos en el exilio, además de las detenciones en
Lhasa y en otros puntos de la Región Autónoma de Tíbet, también se han producido
arrestos en otras zonas de la región tibetana, que abarca a las provincias
chinas de Gansu, Qinghai y Sichuan, principalmente.
Por otra
parte, los "grupos tibetanos en el exilio" (pantallas de la CIA)
están promoviendo numerosas campañas de protesta a través de la red a las que
instan a sumarse a ciudadanos de todo el mundo. Así, el grupo Estudiantes por un
Tíbet Libre ofrece en su página web www.studentsforafreetibet.org información
y links directos a varias de estas campañas.
Una de ellas consiste en enviar un correo electrónico al Comité Olímpico
Internacional (COI) para pedir que, para sancionar a China por la represión y
las muertes, se retire del recorrido que realizará la antorcha olímpica la
Región Autónoma del Tíbet y el resto de provincias mayoritariamente tibetanas.
El eje vertebrador de la "rebelión de los monjes" tibetana, el Dalai Lama,
un peón sin careta de EEUU, fue recibido por la presidenta de la Cámara de
Representantes estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi, dando la pauta de que
demócratas y republicanos -más allá de la guerra electoral- se encuentran unidos
en la misión de hacer arder el Tibet para desestabilizar a China.
“Si la
gente que ama la libertad en todo el mundo no protesta contra la opresión de
China en el Tíbet, hemos perdido toda nuestra autoridad moral para hablar de
derechos humanos en cualquier otro lugar del mundo”, afirmó Pelosi el viernes
por la mañana, tras una reunión con el Dalai Lama en la ciudad india de
Dharamshala, donde vive el líder tibetano.
Pelosi, una operadora del lobby sionista "liberal" en el Congreso, definió al
Dalai Lama como la "encarnación de la no violencia" señalando que “el
mundo observa” los acontecimientos en China.
“La
situación en el Tíbet es un reto para la conciencia del mundo... Un reto que
podemos ayudar a cumplir”, añadió Pelosi en total coincidencia con Bush y los
republicanos.
Una masacre
anunciada
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Tropas chinas en la frontera (AP) |
En las
últimas horas son incesantes los rumores y versiones de que
China está preparando una operación militar a gran escala en el Tibet,
antes de que la rebelión se expanda y sea utilizada en su contra por EEUU
y la UE en el Consejo de Seguridad de la ONU.
En
términos militares y políticos estratégicos, China se encuentra ante un dilema:
Si (en una réplica de Birmania) reprime a a sangre y fuego la revuelta
motorizada por Washington y la UE, corre el riesgo de una condena internacional,
pero si deja que la rebelión continúe corre el riesgo de un "desgaste
desestabilizador" que lo obligará tarde o temprano a sofocar militarmente la
protesta.
Para los
expertos, el hecho
de la presencia en Tibet de la "fuerza de reacción rápida" de la
policía militar china, es reveladora de una inminente acción de "asalto
final" contra los grupos organizadores de la revuelta.
Durante
las últimas horas, la prensa internacional y sus corresponsales en la región
dieron cuenta de masivos movimientos de tropas y blindados chinos que van
tomando posiciones en lugares estratégicos de las ciudades tibetanas afectadas
por las protestas.
Tal como
sucedió con la junta militar birmana, el gobierno chino hace caso omiso de los
llamamientos al diálogo con el Dalai Lama (formulados por Washington y la
UE) , y una semana después de los disturbios sangrientos de Lhasa, aseguró
este sábado que proseguirá la represión en el Tíbet para "aplastar" la
revuelta secesionista.
El
escenario birmano se recrea nuevamente en el Tibet, mientras los medios
oficiales chinos llaman a reprimir militarmente el levantamiento: "China debe
reprimir firmemente la conspiración destinada al sabotaje y aplastar las fuerzas
tibetanas de independencia", señala el sábado en un editorial el Diario del
Pueblo, el órgano del Partido Comunista Chino (PCC).
Mientras las organizaciones defensoras de los "derechos humanos" y protibetanas
dicen temer olas de arrestos masivos, el Diario del Pueblo subraya que "1.300
millones de chinos, incluido el pueblo tibetano, no dejarán a nadie ni a ninguna
fuerza minar la estabilidad de la región".
El
periódico oficial del Partido Comunista chino llamó a las fuerzas chinas que
operan en Tíbet a “aplastar” a los manifestantes que han extendido la revuelta,
mientras Pekín publicaba la lista de los 21 revoltosos "más buscados".
"El
objetivo de la pandilla del Dalai Lama es perturbar los Juegos Olímpicos, al
pueblo y a la sociedad y dañar la unidad política del país conspirando para
separar Tíbet de China", aseguró el Diario del Pueblo.
El diario oficial de Partido Comunista chino exigió a las autoridades que
no cesen en su lucha contra los organizadores de las revueltas y exigió, en un
editorial publicado en su edición del sábado, que se derrote y "se haga
añicos el complot y las actividades de sabotaje de los independentistas
tibetanos".
Según el "gobierno tibetano en el
exilio", en las
últimas horas se produjeron detenciones masivas y los "rebeldes" temen un asalto
final del ejército chino en las próximas horas.
Para los
corresponsales y analistas internacionales, en el teatro de operaciones tibetano
todos los acontecimientos políticos y movimientos militares que se vienen
sucediendo en las últimas horas conducen a una masacre (militar china)
anunciada.
Pero -y
como siempre- omiten precisar quién es quién en el tablero (los presupuestos
estratégicos del conflicto), y solo lo presentan como un "baño de sangre", con
un "represor" y un "reprimido", donde el malo de la película es
China, casualmente, una de las potencias militares que, junto con Rusia, se
planta frente a la hegemonía imperial del eje EEUU-Unión Europea, los
"democráticos" denunciantes de la "violación de los derechos humanos" en el
Tibet.
Analizado
en todos sus componentes, Tibet es una pieza más del tablero de la "guerra fría"
donde en forma progresiva las potencias centrales van delineando una tercera
guerra mundial intercapitalista por la supervivencia y los recursos
estratégicos que se acaban en el planeta.