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Hillary Clinton y Barack Obama, en segundo
plano |
Hay un contexto geopolítico
internacional marcado por una escalada del conflicto de EEUU con Irán y el
"fundamentalismo islámico" del Medio Oriente y todo indica focos de desenlace en
el 2008, en plena campaña electoral estadounidense.
En este escenario, una mínima
"sospecha" sobre las "raíces musulmanas ocultas" de Obama, por más
absurda que parezca desde el punto de vista de la lógica y el sentido común,
puede ser dinamita en la opinión de la sociedad estadounidense.
Lenin decía que la estupidez
"es lo más difícil de combatir", y la estupidez de "Obama con
turbante" puede llegar a ser lo más difícil de combatir para el Partido
Demócrata en sus ambiciones de llegar a la Casa Blanca.
Por cierto, el blanquinegro Barack Hussein Obama es sólo un signo de los tiempos decadentes y
corruptos del Imperio sionista estadounidense.
Obama, desde el discurso y la
realidad, es un político híbrido, anodino, intrascendente, sin ninguna posición
estratégica ante el mundo, y, salvo el discurso superficial y vacío,
representa el fin del liderazgo fuerte que representaron los Kennedy,
Reagan, Clinton, Bush, entre los más cercanos presidentes de EEUU.
Obama, en otras palabras, no
hace ninguna diferencia con la media del político norteamericano actual ni
con el nivel promedio estadístico de la sociedad estadounidense parametrada por
la superficialidad consumista como única meta.
Y en este escenario de derrumbe de
la lógica y del sentido común, en este "Sodoma y Gomorra" del capitalismo
sionista a escala mundial, tampoco sorprendería que Obama fuera el
candidato de los demócratas y que le ganara las presidenciales al republicano
McCain en noviembre.
Como dice un experto: Obama es
lo que hay, es lo más representativo del estado mental y psicológico de la
clase dirigente imperial norteamericana y un espejo de su sociedad opulenta y
decadente que derrama grasa hasta por las neuronas.
Pero sí sorprende que el senador
blanquinegro que se catapultó (o lo catapultaron) a la fama sea en sí
mismo el "producto" más irrelevante que haya dado el poder y el marketing
político norteamericano de los últimos tiempos.
Ante la "nada" y la hibridez de Obama, cualquier otro político con un poco de garra podría brillar con "luz
propia", pero los números (y las proyecciones) indican que el senador, con solo
dos años en el Congreso, puede noquear a la experimentada Hillary Clinton, y
alzarse con la candidatura demócrata. ¿Y porqué no?, con la presidencia de
EEUU.
Pero Obama, antes que nada, es un
producto emergente del poder y del marketing político que lo catapultó a
la "popularidad" fabricada desde las grandes cadenas y pantallas de TV, con la
bendición de un sector del establishment sionista liberal (el de los Kennedy).
Y también está claro para una
mayoría de analistas que Obama recién fue tenido en cuenta como alternativa a
partir de sus victorias que se fueron retroalimentando con la sorpresiva
caída de Hillary Clinton, el producto más "genuino" del lobby sionista
liberal estadounidense.
Hillary representa al lobby judío
liberal que gobernó con la "dinastía Clinton", que en la década del 90
invadió Yugoslavia (hoy Serbia) y preparó la secesión de Kosovo, además de
iniciar los bombardeos "preventivos" contra Irak.
Detrás de Obama está el grupo
liberal sionista liderado por el
ex consejero de Seguridad de
Carter, y uno de los fundadores de la Comisión Trilateral, Zbigniew
Brzezinski, que impulsa la tesis de abrir negociaciones con Irán, Siria y el
mundo musulmán con el objetivo de neutralizar la influencia militar y la
estrategia comercial de Rusia con el islamismo.
En la
interna del lobby sionista liberal la "dinastía Clinton" representa el ala
"halcona" de los demócratas, y la de Brzezinski recoge el legado histórico del
ala "paloma" encarada originalmente por la administración Carter.
Brzezinski fue el sostén doctrinario del derrotado candidato presidencial
John Kerry, y su apoyo a Obama al principio, solo contaba con un
sector minoritario del capitalismo sionista central de Wall Street que apostaba
mayoritariamente a Hillary.
Las
derrotas (con la consecuente caída de imagen) de la esposa de Clinton produjeron
una diáspora en el establishment sionista y las grandes cadenas mediáticas del
lobby comenzaron a virar de la "fabricación" de Hillary a la "fabricación" de
Obama que predomina en el presente.
Pero el
contraataque de la "dinastía Clinton" con la foto de "Obama con turbante"
podría revertir este statu quo.
Hay que
esperar la decisiva contienda del 4 de marzo en Texas, donde se disputa una
cantidad decisiva de delegados: Si Hillary se impone, es muy posible que sea la
candidata de los demócratas.
Si gana
Obama, habrá que ver como consigue "quitarse el turbante" antes de que
los halcones republicanos lo conviertan en el delegado de Bin Laden en el
Imperio norteamericano.
¿Un
presidente musulmán en EEUU? Suena demasiado fuerte. Y los republicanos lo
saben.