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Al lado del flamante nuevo presidente de Cuba había una silla vacía: Faltaba
el Comandante.
Esa silla blanca,
extrañamente testimonial, simbolizaba el fin de una etapa y reflejaba la
ausencia del líder revolucionario que más odio e intentos de
asesinatos concitó por parte de sus enemigos imperiales durante casi cincuenta
años.
Y había un dejo de
nostalgia revolucionaria, de un mundo que ya se fue, en esa silla vacía:
"No me despido de ustedes. Deseo combatir como un soldado de las ideas", había
expresado el Comandante ausente en su texto de renuncia a la presidencia de
Cuba.
"El Comandante en
Jefe de la revolución es uno solo, Fidel es Fidel, es insustituible", dijo
el nuevo presidente de Cuba, su hermano Raúl, tratando de superar la nostalgia y
la tristeza representada en esa silla vacía.
Pero, más que nada,
en esa silla vacía parecía representarse el cansancio de un líder
revolucionario viviendo en un mundo sin revolución, de un combatiente a
cielo abierto abrumado por la sabiduría, que a los 81 años tal vez comprendió
definitivamente que se había quedado solo.
Los camaradas de
guerra ya se marcharon, y al final de la jornada solo aguardaban el desgaste
moderado y burocrático del "ejercicio del poder" en un mundo sin
resquicios para construir alternativas de sueños revolucionarios.
"No me despido de
ustedes. Deseo combatir como un soldado de las ideas", dijo en su renuncia el
Comandante, agregando: Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso".
Pero el "sistema"
no cree en la silla vacía: "Decir que tal vez se escuche su voz parece tal
exceso de modestia que resulta poco creíble, su peso en la sociedad cubana está
más allá de los cargos que ostenta, en los medios de prensa la gente repite que
él seguirá siendo el Comandante", señala la cadena BBC en nombre del
enemigo imperial.
"En sus reflexiones
del pasado día 22 hace un nuevo ejercicio de modestia, no sólo pide que se le
llame "compañero Fidel", sino que sus escritos no aparezcan en las
portadas del periódico oficial e insiste en que los demás medios sólo emitan una
síntesis", apunta la cadena británica
"De todas maneras, se trata solo de algo formal; aunque sus reflexiones
aparezcan en la página de deportes, su peso no será por eso menor. Tanto
nacional como internacionalmente, cualquier comentario del "compañero Fidel"
repercutirá profundamente", sangran por la herida los enemigos del Comandante
simbolizados en la BBC.
Pero la silla vacía
también puede tener otra traducción: Hasta la victoria siempre, Comandante.
Y una advertencia:
Los enemigos ya no manejan fusiles, manejan computadora, pantallas televisivas
y guerra mediática de Cuarta Generación.
El sistema
capitalista ya no está visible: Se mimetizó y recicló en la cabeza del
dominado.
Ya no hay cuarteles
para tomar ni Sierras Maestra para celebrar: Los combatientes rebeldes de la
Guerra Fría se llamaron a silencio.
Y el Comandante
transfiere el mando: No a su hermano Raúl, sino a los combatientes futuros
(hoy
sólo potenciales y fantasmales) que leyeron el mensaje casi subliminal de la
silla vacía.
Se entendió perfecto:
La guerra continúa por otras vías, Comandante.
Es la hora de cambiar
de contraseña y de programación: Ahora el campo de batalla es el cerebro.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más referenciados de la red.
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