(IAR Noticias) 15-Febrero-08
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Agentes de EEUU describen a Mughaniyah, como uno de los espías más inteligentes y capaces del mundo.
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El asesinato en Siria del comandante de Hezbolá, Emad Mughaniyah, por medio de
un atentado atribuido a los servicios secretos de Israel, reactualiza a Líbano
como eje de un conflicto que puede desembocar en una guerra regional con Irán y
Siria como protagonistas centrales.
Además de involucrar nuevamente a Irán y Siria y poner nuevamente a la región en
pie de guerra, el asesinato del comandante de Hezbolá reaviva el cuadro de
"guerra civil" en Líbano y otorga a Israel y a EEUU nuevos argumentos para una
nueva intervención militar en la región.
Informe especial
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Emad Mughaniyah |
E l
miércoles, la muerte
de Emad Mughaniyah, uno de los líderes militares más importantes de la
guerrilla libanesa Hezbolá, a raíz de un atentado con coche
bomba, agravó nuevamente la tensión regional con
acusaciones de Irán y Siria responsabilizando a Israel y a EEUU del
ataque, y desató un estado de alerta generalizado ante una posible escalada
de atentados contra objetivos judíos y norteamericanos como represalia.
La historia más reciente de este
conflicto arranca en el 2005 con el asesinato del ex premier Rafic Hariri, un
atentado atribuido por la inteligencia árabe a la CIA y al Mossad israelí,
que sirvió para desatar una guerra entre prosirios y antisirios en Líbano, y dio
la justificación para una resolución de la ONU (controlada por EEUU y las
potencias sionistas) ordenando la salida de las tropas sirias de Líbano.
En septiembre de 2005, las tropas sirias, acatando una resolución de la ONU
operada por el eje EEUU-Gran Bretaña-Francia, abandonaron Líbano, y el gobierno
"prosirio" era derrocado por los sectores "antisirios" apoyados por Israel y
EEUU.
Finalmente, y por medio de elecciones, asumió el actual gobierno antisirio,
encabezado por el primer ministro, Fuad Siniora y con Hezbolá y los sectores prosirios convertidos en segunda fuerza electoral y
en oposición en el Parlamento.
Además de los asesinatos de otros
dirigentes antisirios que fueron preparando el terreno para una "guerra civil",
la expulsión de las tropas sirias a fines de 2005 dejó a Líbano liberado
para la operación militar de Israel que en julio de 2006 lanzó un bombardeo
aéreo ininterrumpido que duró 34 días, causando la muerte de más de 1300
civiles, alrededor de 400 heridos y mutilados, y destruyó casi un su
totalidad la infraestructura y la economía del país.
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Hassan Nasralá, principal dirigente de Hezbolá, junto a sus combatientes. |
No obstante esta masacre de civiles,
posibilitada por la complicidad y el silencia de la ONU y de los gobiernos
mundiales, el eje Israel-EEUU no pudo cumplir con su objetivo de destruir
a Hezbolá y a sus estructura político-militar que permaneció intacta mientras la
potencia judía debió replegarse derrotada en su incursión terrestre.
Tras la derrota militar, y luego de forzar una resolución de cese el fuego en la
ONU que posibilitara un "retiro honroso" de las fuerzas israelíes, EEUU e
Israel pusieron en marcha un plan político-diplomático orientado a aislar y
desarmar a Hezbolá, objetivo que no habían podido conseguir por la vía militar.
En concreto:
el nuevo plan para destruir, aislar y desarmar a
Hezbolá, busca crear una división
entre Hezbolá y el gobierno pro-EEUU de Líbano encabezado por Fuad Siniora , recreando un nuevo enfrentamiento
(incluso armado) entre "prosirios" y "antisirios", como sucedió después de la
muerte de Hariri.
Dólares, créditos, y abundantes "comisiones en negro"
-según medios árabes- forman parte de la nnueva estrategia
del eje Washington-Tel Aviv para corromper a los políticos y militares "antisirios"
y precipitarlos a una guerra interna contra Hezbolá, y sus estado protector,
Siria.
La nueva estrategia para terminar con Hezbolá tiene su hilo conductor con las
continuas denuncias de Israel y la Casa Blanca acusando a Hezbolá y sus "protectores", Siria e Irán, de
estar detrás de un operación para derrocar al gobierno "antisirio" de
Siniora.
Tanto Siria como
Irán, señalados como países "protectores del terrorismo"
por Washington, son acusados por el gobierno y el mando militar
israelí de ser los principales proveedores de armas a la
organización guerrillera Hezbolá que infligió una derrota
histórica a
las fuerzas del estado judío en el sur libanés.
Bajo cuerda,
el gobierno de Siniora y los sectores "antisirios" (básicamente el
establishment politico-económico que mantiene fluidos contactos financieros con
Washington) se plegaron a las tesis judeo-norteamericanas que responsabilizan
a Hezbolá por la destrucción de Líbano.
No obstante, y en las antípodas de la alianza judeo-norteamericana
con los antisirios de Líbano, medios árabes señalaban que el
accionar de Washington y Tel Aviv está orientado a
promover una "guerra civil" entre Hezbolá y el
gobierno antisirio
de Fuad Siniora.
La operación -señalan- responde a una táctica divisionista como
la utilizada en Palestina para enfrentar a Hamás con el gobierno
de Abbas, o tambien como la utilizada para dividir y enfrentar a sunies y
chiíes en Irak, y cuya columna vertebral es la guerra civil.
A ese plan judeo-norteamericano en
marcha se refería el líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, cuando en su aparición televisiva de este miércoles advirtió que "la resistencia en Líbano es
fuerte, sólida, capaz y preparada, y no serán capaces de minarla a pesar de los
retos a los que se enfrente".
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Combatiente de Hezbolá en el sur de
Líbano. |
El crecimiento del
prestigio social y de la capacidad militar de la guerrilla
chiíta tras expulsar a Israel del Líbano, el entretejido de una poderosa y masiva oposición al
gobierno títere pro-Washington y anti-Siria, le quitó sustento a
Siniora y a su administración para cumplir con el objetivo de
"desarmar" a Hezbolá que le había encomendado el eje
Washington-Tel Aviv-Unión Europea, apoltronado en el sillón de
la ONU y manejando las célebres "resoluciones" del Consejo de
Seguridad, y que, durante 34 días dejó que la aviación judía
masacrara a 1.300 civiles y convirtiera a Líbano en escombros.
Cuando el eje EEUU-Israel,
con sus tanques, aviones y bombas de racimo fueron derrotados en
Líbano por los "topos" de Hezbolá (que emergían y volvían a
desaparecer en sus túneles secretos), fuentes de la
inteligencia árabe salieron a advertir que Washington y el eje
sionista habían comenzado un "plan terrorista" para
desestabilizar Líbano y justificar su ocupación total por
una "fuerza militar internacional" activa como ya funciona en
Afganistán y en otros lugares.
En principio, Hezbolá
con su enorme prestigio social y político (ganado en su defensa de Líbano) , convertida en vanguardia activa de
las movilizaciones populares masivas contra el gobierno pro-EEUU, ya no puede ser encuadrada dentro de la
calificación de "organización terrorista" que originalmente
le atribuían Washington-Tel Aviv y el eje sionista europeo.
Luego del asesinato de
Emad
Mughniyah, este miércoles,
Hezbolá
responsabilizó del atentado a Israel argumentando que el
objetivo no era otro que alimentar la guerra civil entre
prosirios y antisirios en Líbano y dar argumento para seguir
aplazando las elecciones donde la oposición se proyecta con
ventajas apabullantes.
El presidente del Parlamento libanés, Nahib Berri, anunció la
semana pasada que las elecciones presidenciales han vuelto a
quedar aplazadas hasta el 26 de febrero por decimocuarta vez
consecutiva a causa de la "crisis política que atraviesa el
país".
El conflicto político entre la coalición de Gobierno respaldada
por EEUU y la oposición prosiria encabezada por Hezbolá ha
impedido la celebración de las elecciones en tres oportunidades
y el país sigue sin jefe de Estado desde el pasado mes de
noviembre.
Además de involucrar nuevamente a Irán y Siria en el conflicto y
de poner nuevamente a la región en pie de guerra, el
asesinato del comandante de Hezbolá reaviva el cuadro de "guerra
civil" en Líbano y otorga a Israel y a EEUU nuevos argumentos
para una nueva intervención militar en la región.
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