rimera
conclusión probada en forma histórica y estadística: En EEUU, la potencia
locomotora del capitalismo sionista a escala global, no gobiernan los
presidentes o los partidos, sino la élite económica-financiera (el poder
real) que controla la Reserva Federal, el Tesoro, Wall Street, el Complejo
Militar Industrial y Silicon Valley.
Segunda conclusión probada en forma
histórica y estadística: La política exterior y la política interna de EEUU (los
niveles de decisión) no la dirigen los presidentes o los partidos sino el
establishment económico-financiero que controla la Casa Blanca y el Congreso
a través de sus "lobbyes" y operadores que actúan sobre los partidos, los
legisladores, los funcionarios y condicionan las decisiones presidenciales.
Tercera conclusión probada: Terminada
las luces artificiales de la campaña electoral, demócratas y republicanos dejan
de agredirse y se complementan en un diseño de política estratégica de Estado en
defensa de los intereses de las grandes corporaciones económicas que marcan el
accionar de las políticas internas y de la conquista de mercados encubierta en
las "guerras preventivas" contra el "terrorismo".
El 11-S no solamente
instaló un nuevo sistema de control social por medio de la manipulación
mediática con el "terrorismo", sino que además inauguró un "nuevo orden
internacional" (sustitutivo de la "guerra fría") basado en la "guerra
contraterrorista"
que sirve de justificación a las
nuevas estrategias expansionistas del imperio norteamericano y de las
trasnacionales y bancos sionistas.
Según la teoría y el
mito oficial: los demócratas (históricamente tan militaristas e
invasores como los republicanos) serían la cara "progresista"
de EEUU, y los republicanos la cara "militarista e invasora"
del Imperio norteamericano.
Ambos partidos, en
cambio (y como está demostrado históricamente), son las
versiones "alternativas" ("liberal" y "conservadora") del
mismo Imperio que se turnan periódicamente para administrar
la Casa Blanca y ejecutar sin miramientos las políticas de
conquista imperial (militar o "democrática") que requieren los
intereses del capitalismo trasnacional sionista asentado en Wall
Street.
Demócratas y
republicanos se turnan en la administración del Imperio: Cuando
asumen la presidencia los republicanos (como ahora), los
demócratas juegan de "oposición crítica", y viceversa, sin que
varíen para nada las matrices funcionales del sistema
capitalista estadounidense basamentado en la conquista
imperial de mercados y de recursos estratégicos, ya sea por la
vía militar (invasiones) o por la vía "democrática" (gobiernos
sometidos).
Tomemos dos ejemplos
"alternativos" inmediatos: El "malo" Bush (republicano)
invadió y conquistó Irak y Afganistán, y el "bueno"
Clinton (demócrata) su predecesor, bombardeó y conquistó
Yugoslavia (hoy Serbia) y ejecutó los primeros bombardeos
contra Irak, preparatorios de la invasión posterior.
Falsa antinomia
La guerra
político-electoral de los demócratas contra Bush es falsa
por tres razones fundamentales:
A) Desde el
11-S para adelante, los demócratas avalaron expresamente las
invasiones a Irak y Afganistán y votaron (sin oposición) en
el Congreso todos los presupuestos presentados por Bush
para financiar las invasiones y asegurar el despliegue de
tropas y el mantenimiento de las bases militares del Imperio
por todo el planeta.
B)
Pese a su declamativa "oposición" actual (por
razones electorales) a la ocupación de Irak y a las políticas
"militaristas" de Bush, o al recurrente pedido del retiro de
tropas, el Congreso con mayoría demócrata acaba de votar el
presupuesto de guerra (el más grande de la historia de EEUU)
y los agregados presentados por la administración Bush para
financiar la ocupación militar de Irak y Afganistán, y sostener
el despliegue imperial de sus fuerzas militares en el mundo.
C) En caso de
ganar la presidencia en el 2008, la administración demócrata que
asuma se verá frente a las mismas disyuntivas y deberá
implementar la misma política que Bush para preservar los
intereses capitalistas imperiales de EEUU y sus transnacionales
en Irak, Medio Oriente, y en todo el mundo.
Resumiendo: El show
electoral-mediático para generar una expectativa de "cambio de
rumbo" de la primera potencia imperial, es un entretenimiento
para incautos y cerebros embrutecidos por las grandes cadenas
televisivas.
Gane quien gane (sea
un demócrata o un republicano): La herencia es la "guerra
contraterrorista" y la administración de la crisis global
generada por las políticas depredadoras del Imperio
norteamericano y sus socios sionistas de las potencias europeas.
Obama, Clinton o McCain
son apenas "más de lo mismo": El que se suba al
sillón de la Casa Blanca deberá administrar para las petroleras,
las armamentistas y los bancos y trasnacionales que diseñan
entre bambalinas las grandes operaciones de conquista de
mercados y de apoderamiento de recursos estratégicos que no
pueden detenerse en ningún momento.
Como lo determina la
lógica implacable del sistema capitalista que necesita seguir
invadiendo y depredando para sobrevivir.
¿Las elecciones
presidenciales de noviembre?: Apenas una ilusión óptica para
entretener. La procesión va por otro lado.
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