l pensador de izquierda
norteamericano James Petras la define como "Bush con polleras". Y
algunos republicanos "duros" opinan que Hillary ostenta más virilidad (política,
se entiende) que su marido, el ex presidente Bill Clinton, que maneja su campaña
y se encarga del "trabajo sucio" contra sus rivales electorales.
De cualquier manera, la ex
primera dama y actual senadora por Nueva York goza de una "personalidad
fuerte" y de marcados contrastes entre el blanco y el negro conferida por su
signo zodiacal: Escorpio.
Y demás está decir que la
escorpiana Hillary es la contracara política de Obama: medio negro y medio
blanco, técnicamente un "mulato", al que los próceres del lobby judío de Wall
Street (tradicionales espónsores de los demócratas), lo ven todavía algo
"blandito" y sin experiencia para tomar las riendas administrativas del
Imperio excesivamente "militar" que deja George W. Bush.
Además (y aunque nadie lo mencione
abiertamente) está ese primer nombre de Obama: Hussein (el apellido de
Saddam) que suena demasiado sugerente y llamativo para un candidato a
presidente del Imperio que lanzó y lidera la guerra contra el "terrorismo
islámico" a escala planetaria.
Y hay un dato contundente:
los
analistas y medios estadounidenses destacaron que el voto hispano y el de los
judíos beneficiaron a la ex primera dama en Nueva York (la ciudad del 11-S)
, en donde tuvo el respaldo de tres de cada cuatro electores demócratas
latinos, y el de siete de cada diez judíos.
En el resto de los estados que
votaron en el "supermartes", Hillary -que también reúne sobre todo el voto de
las mujeres y las clases trabajadoras, incluidos profesores y sindicatos-
logró el apoyo de seis de cada diez hispanos.
A escala nacional, seis de cada 10 hispanos registrados para votar en la
primaria demócrata se inclinaron por la senadora, lo que la convierte en la
candidata favorita de los latinos en todo el país.
En Nueva York, el estado que representa como senadora, 75% de los latinos le
dieron su respaldo, de acuerdo con las proyecciones.
Los mismos cómputos estimados le atribuyen a Clinton dos tercios del voto
hispano en California, donde se eligió al mayor número de delegados el
"supermartes". El estado más poblado del país alberga a más de cinco millones de
latinos registrados para votar.
El "supermartes" demostró
que la comunidad hispana sigue favoreciendo a Hillary Clinton, que obtuvo tres
veces más votos que Obama entre los latinos en las recientes primarias de
Nevada.
Una de las razones que
explican ese fenómeno -según los analistas- es la resistencia
entre muchos hispanos a votar a Obama por considerarlo negro (aunque tenga
la mitad blanco).
Hispanos y negros
mantienen un enfrentamiento abierto y a veces sangriento en los barrios
deprimidos de las grandes ciudades del país, y Los Ángeles (donde ganó Hillary)
es el mayor y el más violento escenario de lo que en EEUU se conoce como la
guerra black-brown.
Según las empresas encuestadoras, el voto de las mujeres latinas fue decisivo
para este resultado, al igual que el de los votantes de 40 o más años en ese
sector de la población.
A partir de ahora y hasta la
Convención Nacional Demócrata, que se celebrará en Denver (Colorado) del 25 al
28 de agosto próximos, Hillary tendrá que superar las primarias en Washington
DC, Virginia y Maryland, el 12 de febrero, y las de Texas
y Ohio, el 3 de marzo y Pensilvania, el 22 de abril.
No obstante, los analistas de las
grandes cadenas estadounidenses destacan que el "supermartes" proyectó a Hillary
como la favorita "número uno" a la nominación para la candidatura
presidencial demócrata en las elecciones de noviembre.
Además, y como ya es histórico, el
candidato vencedor del "supermartes" es el que mejor se posiciona en las
encuestas (el triunfo retroalimenta más triunfo) y es el que mejores
apoyos cosecha entre el establishment de poder económico imperial.
"El supermartes es como el peor momento de una maratón, en lugar de ser
el final de la carrera. Sirve para saber quién va por delante a mitad de
camino", afirmó a la cadena NBC el analista político Stu Rothenberg.
Por percepción real, o por campaña
prefabricada para direccionar votantes, las grandes cadenas mediáticas del lobby
sionista sutilmente ya presentan a Hillary como la candidata con más "chance"
que cuenta con lo que no tiene Obama: el voto de los hispanos y el de los
judíos, a quienes el ramalazo "musulmán" de Hussein Barack Obama no les
termina de cerrar.
Pero mientras se consolidan sus
chances, Clinton, de 60 años, junto a su esposo y "operador" de su
candidatura, el ex presidente Bill Clinton, y su hija Chelsea, celebró su
victoria en Nueva York, Nueva Jersey, California, Arkansas, Arizona, Oklahoma,
Tennessee y Massachussets.
La senadora y candidata preferida
del lobby sionista de Wall Street y Silicon Valley saborea también su triunfo
en Massachussets, feudo del clan Kennedy, que desde Ted Kennedy a Maria
Shriver (la esposa del gobernador de California, el republicano Arnold
Schwarzenegger) o Caroline Kennedy dieron su apoyo a Obama, al igual que otro
de los líderes demócratas y candidato derrotado en las presidenciales de 2004, John Kerry.
El
triunfo demócrata en las legislativas de noviembre, donde consiguieron la
mayoría en las dos cámaras del Congreso, proyectó al lobby sionista "liberal"
(que gobernó con Clinton) hacia las presidenciales de 2008, con Hillary Clinton
como su candidata más exitosa en las encuestas.
Algunos medios estadounidenses
señalan que si bien la aparición fulgurante de Obama empañó en un principio los
objetivos de la "dinastía Clinton", el resultado del "supermartes" consolida
a Hillary como la candidata demócrata para suceder a Bush en el sillón de la
Casa Blanca imperial.
La caída estrepitosa de Bush en
las encuestas, los varios frentes de conflicto por los que atraviesa su
administración, el empantanamiento del ejército invasor en Irak y Afganistán,
sigue encendiendo la ilusión de los demócratas de hacerse con la Casa Blanca
en las presidenciales de 2008.
Pero, sin ninguna duda,
después de la victoria del
"supermartes" la que ya
"se prueba por adelantado" el sillón presidencial de Bush es la senadora por
Nueva York,
Hillary (Rodham) Clinton,
una integrante del lobby judío "liberal", que (según sus biógrafos) piensa
el mundo en los mismos términos bélicos que Bush.
"Sólo un nuevo presidente podrá
reparar los errores de Bush y recuperar nuestra esperanza y optimismo" y "sólo
un nuevo presidente puede recuperar la posición de EEUU de líder respetado en el
mundo", añadió al lanzar su candidatura en enero.
Según la agencia Associated Press,
Hillary tiene un arma que no es demasiado secreta en sus ambiciones
presidenciales: su esposo Bill Clinton, el ex presidente de EEUU, quien
recauda dinero fuerte en Wall Street e intenta evitar que el electorado negro
apoye a Barack Obama, o a John Edwards, en las primarias del Partido Demócrata.
Y nadie más capacitado que un
Clinton (en este caso, Hillary) para continuar con la "empresa imperial" y el
legado que dejan los halcones del lobby sionista neocons de la administración
Bush luego de ocho años de gestión marcados por la "guerra antiterrorista" como
nueva lógica de conquista de mercados y dominación mundial.
Los
operativos del lobby sionista "liberal" de la administración Clinton
fueron los adelantados de las teorías y estrategias de "guerra preventiva" para
el Medio Oriente, Asia y Los Balcanes, que luego pusieron en práctica los
halcones sionistas de la era Bush hijo.
Samuel
Berger, William Cohen y Madeleine Albright cumplieron, durante
la administración de Bill Clinton, las mismas funciones para el lobby judío
"liberal" que cumplieron) para el lobby judío "neoconservador"
Dick Cheney, Donald Rumsfeld (jubilado) y Condoleezza Rice en la administración
Bush.
Desde sus puestos en
la Casa Blanca los sionistas judíos "liberales" Berger,
Albright y Cohen (hoy integrantes de
la campaña de Hillary),
tuvieron una
participación clave en los bombardeos y posterior invasión de EEUU a
Yugoslavia lanzada por la administración Clinton con la complicidad militar
de la OTAN, en marzo de 1999.
El
trío también fue el impulsor principal de las operaciones aéreas
anglo estadounidenses sobre la llamada "zona de
exclusión" de Irak, las que causaron miles de muertos
por las bombas y por los efectos colaterales de la radiación con uranio
empobrecido entre la población civil.
La
presencia de Bill Clinton promoviendo y apuntalando a Hillary (un "Bush con
polleras", según James Petras) hacia las presidenciales de 2008, se encuadra
dentro del objetivo de lobby sionista "liberal" de retomar nuevamente el control
de la Casa Blanca.
Pero más allá de que sea
con Hillary o con Obama,
si los demócratas
derrotan a los republicanos en las presidenciales de noviembre se verán frente a
las mismas disyuntivas y deberán implementar la misma política que Bush para
preservar los intereses capitalistas imperiales de EEUU y sus transnacionales
en Irak, Medio Oriente, y a lo largo y a lo ancho de todo el planeta.
Esa es la regla de oro de
la "alternancia" histórica en el poder de demócratas y republicanos, y una
potencial presidencia de Hillary solo podría agregarle un transitorio "perfume
de mujer" a las decadentes ruedas del Imperio sionista norteamericano.
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