Si el primer escenario, con un
ataque demoledor sobre las instalaciones militares y nucleares iraníes, no se
cumple, se activaría un segundo escenario con una guerra irregular (o
asimétrica) para la cual Washington y Tel Aviv no están preparados, dado que (y
al margen de la supremacía abrumante de su poder aéreo y naval) carecen de
capacidad para una ocupación terrestre generalizada en Irán y el Medio Oriente,
donde deberían enfrentarse al aparato militar iraní (convencional e irregular)
compuesto por dos millones de efectivos movilizados y en capacidad de combate.
Ante el posible golpe israelí inicial, el régimen
iraní podría iniciar una contraofensiva hacia tres blancos estratégicos:
1) Cierre del Estrecho de Ormuz, a
través del cual pasa más del cuarenta por ciento de las exportaciones del
petróleo mundial. En este escenario, los precios del petróleo podrían trepar
(según cálculos en boga) a los US$150 el barril detonando una recesión mundial
con epicentro en Europa, China y EEUU.
2) Contraataque iraní con cohetes de
medio alcance contra ciudades, instalaciones militares,
infraestructura y sistema de comunicación de Israel, que podría incluir un
ataque al Comando Central de
Washington (Centcom) en Qatar; instalaciones y bases militares militares en Irak
e infraestructura energética de Arabia Saudita y de los Estados del Golfo.
3) Lanzamiento por parte de la Guardia Revolucionaria iraní y de los
grupos islámicos de una guerra asimétrica regional contra Israel y
EEUU en Líbano, Siria, Arabia Saudí, Irak y Palestina, generando un
teatro bélico generalizado contra instalaciones y oficinas de petroleras y
transnacionales del "mundo occidental", incluidas la europeas.
Estos tres presupuestos opcionales de una respuesta iraní "fulminante" a
un ataque judeo-norteamericano que pondría a Medio Oriente en el tablero de una
"guerra generalizada" precipita la posibilidad del uso (por parte de EEUU e
Israel) de un tercer escenario: la "opción nuclear" como medio
para asegurar un "golpe demoledor" que deje sin capacidad de defensa al mando
militar iraní, y desate una crisis política interna lo suficientemente fuerte
que posibilite el derrocamiento del régimen de los ayatolas, el objetivo central
que guiaría una operación militar contra Irán.
Los recientes proyectos presentados en el
Congreso de EEUU por demócratas y republicanos, situando al "terrorismo
nuclear" como nueva hipótesis de conflicto, renueva los temores y
advertencias de los expertos respecto de planes del Pentágono para efectuar
ataques nucleares de "extrema precisión" en blancos caracterizados como búnkeres
del "terrorismo nuclear", un concepto que podría englobar -por ejemplo- a las
usinas iraníes.
Según una decisión del Senado en 2003, la nueva
generación de armas nucleares tácticas o "mini-bombas" nucleares de “bajo
rendimiento” con una capacidad explosiva de hasta 6 veces la de la bomba de
Hiroshima, son consideradas ahora “seguras para civiles” por su precisión
"quirúrgica" localizada orientada a impedir "daños colaterales".
Funcionarios y asesores, tanto de
la Casa Blanca como del Pentágono, argumentan constantemente que se necesitan
armas nucleares de bajo rendimiento como "disuasivo verosímil" contra
estados delincuentes o "protectores de terroristas" (Irán, Corea del Norte).
Los manuales militares señalan
que esta nueva generación de armas nucleares son "seguras" para el uso en
el campo de batalla. Ya no son armas de último recurso. Ya no hay impedimentos u
obstáculos políticos para su uso. En este contexto, el senador Edward Kennedy
acusó a la administración Bush de desarrollar “una generación de armas
nucleares más utilizables”.
Según el experto estadounidense,
Michel Chossudovsky, un plan operativo para realizar "ataques convencionales
y nucleares integrados" contra Irán ha estado en un “estado de
disponibilidad” desde junio de 2005.
Todas las garantías de la era de
la Guerra Fría, que categorizaban a la bomba nuclear como "un arma de último
recurso" han sido dejadas de lado, y las acciones militares “ofensivas”
utilizando ojivas nucleares son descritas ahora como actos de “autodefensa”,
señala Chossudovsky.
En este contexto, las armas
nucleares son presentadas como medios para consolidar la paz e impedir “daños
colaterales”. El Pentágono ha sugerido, a este respecto, que las "mini-bombas"
(con un rendimiento de menos de 5.000 toneladas) son inofensivas para civiles
porque las explosiones "tienen lugar bajo tierra".
En este escenario, varios
expertos coinciden en que nadie puede garantizar que las "mini-bombas" nucleares de
bajo rendimiento, que han sido aprobadas para su “uso en el campo de
batalla”, no estén en planes de ser utilizadas en un eventual ataque a las
usinas nucleares iraníes.
Este es el fundamento más fuerte
que avala el razonamiento de los que sostienen la hipótesis de la "opción
nuclear" como medio para neutralizar la capacidad de respuesta militar de
Irán ante un ataque del eje EEUU-Israel.