(IAR Noticias) 13-Junio-08
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En la imagen,
el presidente Bush escoltado por Alan Greenspan y Ben Bernanke, ex y actual presidente de la Reserva Federal, respectivamente |
Tras las bambalinas la cruda
realidad se filtra a través de las ranuras de la publicación reciente de dos
estadísticas internacionales.
Por Damien Millet - Alai
Por el azar de los números, la economía nos devela a veces misterios
sorprendentes.
Tras las bambalinas del teatro de sombras animado por los celosos servidores
de la globalización neoliberal, la cruda realidad se filtra a través de las
ranuras de la publicación reciente de dos estadísticas internacionales.
10-06-2008 - Por una parte, la ayuda oficial al desarrollo (AOD) otorgada
por los países ricos durante 2007 fue de aproximadamente 100 mil millones de
dólares. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), tal ayuda descendió en un 8,4%, a exactamente 103,7 mil millones de
dólares. Esta tendencia a la baja es importante, por cuanto revela el fiasco
de los compromisos internacionales.
Ni una sola cumbre de los ocho países más industrializados – el G8 –
concluye sin una promesa de incremento de la AOD, principalmente de la
destinada al África, el continente más golpeado por la miseria. Desde 1970,
los países ricos vienen prometiendo llevarla al 0,7% de su ingreso nacional
bruto (INB). Esa cifra no es actualmente cumplida sino por cinco países:
Noruega, Suecia, Luxemburgo, Dinamarca y Holanda. En el pelotón de cola, los
Estados Unidos, con una cifra del 0,16%...
Desde un punto de vista global, la APD no sobrepasa el 0,28% del INB, pese a
una serie de manipulaciones estadísticas destinadas a enmascarar la
escualidez de la ayuda suministrada por los países ricos: en efecto,
incluyen en la AOD rubros tan discutibles como los montos de remesas de la
deuda, los gastos de los Estados-Unidos para reconstruir las
infraestructuras que ellos mismos destruyeron en Iraq o en Afganistán, los
gastos de escolaridad en el Norte de estudiantes originarios del Sur, los
salarios de personal expatriado y los costos de los innumerables
“consultores” que defienden los intereses de los países donantes, donde
producen “estudios” tan costosos como inútiles |1|.… Peor aún, esa ayuda es
principalmente dirigida hacia países que presentan un interés geoestratégico
para el país donante, independientemente de las necesidades reales en los
países del sur o del país del caso. Es así que, además de Iraq y Afganistán,
los principales beneficiarios de la ayuda de los Estados-Unidos son Sudán y
Colombia…, sin olvidarnos de Israel…
Después de la cumbre del G8 de 2005, en Gleneagles (Escocia), los
compromisos estaban claros: alza importante de la APD, y destacadamente,
duplicación desde entonces al 2010 de la AOD destinada al Africa. Según la
OCDE, ello suponía “llevar la ayuda de 80 mil millones de US$ en 2004 a 130
mil millones en 2010 (a precios constantes del 2004)”. El veredicto no tiene
apelación: “de modo general, la mayoría de los donantes no están respetando
sus compromisos anunciados en términos de incrementar la ayuda y deberán
proceder a escalamientos sin precedente para lograr los objetivos que ellos
mismos se han fijado para el 2010 |2|”. Tanto como decir que esos objetivos
no serán logrados. Decididamente, desde hace unos cuarenta años a esta
parte, la palabra de un Jefe de Estado de G-8 no vale gran cosa…
Por otra parte, 1 millón de millones de dólares es aproximadamente, según el
Fondo Monetario Internacional (FMI), el costo potencial de la crisis
financiera internacional actual, consecuencia de la crisis conocida como “de
las subprimes” nacida en el verano del 2007, la que no termina de hacer
estragos. En un informe publicado el 8 de abril, el FMI ha cifrado
precisamente tal costo en 945 mil millones de dólares para el sistema
financiero internacional, de los cuales, 565 mil millones directamente
ligados al sector de los préstamos hipotecarios a riesgo. Veamos lo que
pasó: para colocar sus activos líquidos y engullir beneficios monumentales,
los organismos de crédito le prestaron a un sector de la población ya
altamente endeudado, en el seno de las clases pobres y medias, a una tasa de
interés fija y moderada durante los dos primeros años para “enganchar” al
cliente, antes de que tal tasa aumentara fuertemente desde el tercer año.
Los prestamistas le afirmaban a los prestatarios que el bien que ellos
compraban, que servía de garantía al préstamo, a la vista del comportamiento
del mercado inmobiliario, incrementaría su valor rápidamente. En el 2007, la
burbuja inmobiliaria explotó. La crisis se propagó entonces a múltiples
sectores financieros que habían elaborado quiméricos montajes de deudas y
llevado a cabo enormes operaciones fuera de balance. |3|
Los Ministros de Finanzas de los países occidentales reaccionaron vivamente
a la publicación de la cifra (cálculo) del FMI |4|, como si fuese peligroso
el mostrar la extensión de los daños. En todas partes de los países del
Norte, ya sean conservadores o social-demócratas, los gobiernos aplican
políticas neoliberales particularmente brutales para la mayoría de sus
ciudadanos. El alcance de la cobertura de los servicios sociales es
voluntariamente reducido al extremo, los ingresos del capital son
protegidos, por cuanto la tasa de IVA, que golpea proporcionalmente más
fuerte a los hogares pobres que a los acomodados, es incrementada.
Incapaces de auxiliar a sus poblaciones necesitadas, esos mismos gobiernos
han rápidamente ido al auxilio del sector privado. En el menú:
nacionalización de los bancos en dificultades, cambio de títulos
desvalorizados por dinero fresco, inyección de recursos líquidos, planes de
salvamento bancario, baja de las tasas de interés…
En el 2000, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
estimaba en 80 mil millones de dólares en (10) diez años el monto necesario
para garantizar un acceso universal – sí, universal – al agua potable, a una
alimentación decente para los niños, a una educación primaria, a los
cuidados de salud de base, a los servicios de ginecología. El desafío era
entonces el encontrar 800 mil millones de dólares en total… No los
encontramos, y las condiciones de vida de millares de personas continúan
deteriorándose. La brutal alza de los precios de los alimentos, debida en
gran parte al desarrollo de la producción de agro-combustibles, sumió en la
pobreza absoluta a decenas de millones de habitantes de Africa, de América
Latina y de Asia. Protestas y desórdenes causados por el hambre han
estallado en Haití, en Egipto, en Costa de Marfil, en Senegal, en Camerún,
en Burkina Faso… Y eso es sólo el comienzo. En vez de acercarnos a los
Objetivos del Milenio para el desarrollo, bastante modestos, nos estamos
alejando a todo vapor. La crisis bancaria actual va a costar un millón de
millones de dólares y prueba que fue la voluntad política la que faltó
cuando se trató de reunir los 800 mil millones propuestos por las Naciones
Unidas para garantizar ciertos derechos humanos elementales. Estamos frente
a una violación flagrante de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y de muchos otros textos internacionales vinculantes. Es intolerable
e imperdonable. Y es la lógica misma del modelo económico lo que está en
juego.
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(*)Damien Millet es portavoz del CADTM (Comité para la abolición de la
Deuda del tercer Mundo) en Francia, y coautor con Eric Toussaint de Who Owes
Who?, Zedbooks, 2004. Eric Toussaint, presidente de CADTM en Bélgica es
autor de: The World Bank: A Critical Primer, Pluto, London, 2008.
Notas
|1| Ver «Les faux-semblants de l’aide au développement», Le Monde
diplomatique, julio 2005
|2| Comunicado de prensa de la OCDE, 4 abril 2008.
|3| En muchos países de América Latina, los bancos y las compañías de
seguros, llevan estas operaciones y los fideicomisos bajo el rubro de
balance: “Cuentas de Orden”, frecuentemente mucho más voluminosas que la
totalidad de los restantes activos y/o pasivos.
|4| Despacho de AFP: «Los países ricos le reprochan al FMI su ciframiento
demasiado severo de la crisis», 10 abril 2008.
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