l año 2008, que coincide con el
aniversario 60 de la proclamación unilateral del Estado de Israel, será
también un año de espectacular acercamiento entre París y Tel Aviv,
acercamiento que está en total contradicción con la política tradicional de
la V República, según observa Thierry Meyssan. Aunque los editorialistas de
los medios franceses de difusión no han abordado la importancia de la
cuestión, las cancillerías extranjeras se interrogan sobre los fundamentos
ideológicos y las consecuencias de este cambio de rumbo.El 13 de
febrero de 2008, Nicolas Sarkozy fue el invitado de honor de la cena anual
del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF). En
ese marco Sarkozy pronunció un discurso particularmente importante en el que
precisó su definición del papel de las religiones y fijó las líneas
generales de la nueva política de Francia hacia Israel.
El contenido central de dicha intervención se vio eclipsado por una
polémica sobre el nuevo capricho de Sarkozy. Efectivamente, como conclusión
de su alocución, Nicolas Sarkozy anunció que había decidido –él solo–
responsabilizar a cada niño de 5º grado de la enseñanza primaria con la
conservación del recuerdo de un niño francés víctima de los nazis. Dejemos
de lado esta concepción autócrata del ejercicio del poder y esta voluntad de
proselitismo dirigido hacia los niños de 10 años, aunque ambas son
ilustrativas del viraje brutalmente antidemocrático del funcionamiento de
las instituciones francesas, y volvamos a la cena del CRIF y al sentido
profundo del discurso del presidente de la República.
Contrariamente a lo que su nombre sugiere, el Consejo Representativo de
las Instituciones Judías de Francia (CRIF) no representa –o más bien, ya no
representa– a todos los judíos de Francia. Esta organización, que durante la
época en que su presidente era Theo Klein apoyó al Estado de Israel desde
una posición de crítica, se ha convertido hoy en una simple correa de
transmisión del movimiento sionista. Hoy en día, el CRIF lucha contra la
República Francesa acusando de "asimilacionismo" a los judíos republicanos
herederos de la Revolución y del abate Gregoire. Actúa además como un lobby
o grupo de influencia al estilo estadounidense y mantiene estrechos vínculos
con el AIPAC y el AJC de Estados Unidos. Desde el año 2001 hasta el 2006, su
presidente fue el banquero Roger Cukierman, secretario general del grupo
financiero Rothschild, quien endureció considerablemente las posiciones de
dicho Consejo. Su actual presidente es el cardiólogo Richard Prasquier,
también vinculado a la dinastía Rothschild.
La cena anual del CRIF se ha ido imponiendo poco a poco como uno de los
eventos mundanos de París. Asistir a ella equivale a dar una muestra de
apoyo a Israel y quienes lo hacen dejan entrever que cuentan con el apoyo de
este lobby. Dada la influencia que se le atribuye a esta organización, los
políticos oportunistas hacen todo lo posible por obtener una invitación, por
muy caro que les cueste el asiento, porque no se trata de una cena gratuita.
Aunque parlamentarios y miembros del gobierno se agolpan en la cena anual
del CRIF, lo normal es que el presidente de la República no participe nunca
en ese evento ya que su función le prohíbe ofrecer tan ostensible muestra de
apoyo a un grupo de presión determinado. A pesar de ello, Francois
Mitterrand violó esa regla una vez (en 1991), por razones de índole
electoralista que, por cierto, no dicen mucho a su favor. En cuanto a
Nicolas Sarkozy, este se complace en hacer uso y abuso de su función de
presidente de la República para favorecer a sus amigos. Si ya honró con su
presencia las reuniones de diferentes grupos de influencia, bien podía
participar en la del CRIF.
Fue así que, ante un millar de invitados partidarios del sionismo –o que
fingen serlo–, casi todos vinculados a su propio gobierno, Nicolas Sarkozy
definió la nueva política de Francia hacia Israel. El evento se transmitía
en vivo y en directo a través del canal de televisión del parlamento francés
y del canal de opinión Guysen TV. Así son las cosas, en aplicación del
principio del doble rasero, el canal Al-Manar fue prohibido en Francia por
temor a que importe a este país los conflictos del Medio Oriente, pero
Guysen TV –que tiene exactamente las mismas características, pero se
encuentra al servicio de la ocupación israelí– está autorizado a transmitir
sus programas a Francia.
* * *
Un breve regreso al pasado se hace necesario para poder comprender el
trasfondo de lo sucedido.
Históricamente, Francia se apoyó en la población judía del norte de
África para controlar a la populación musulmana de Argelia (decreto Cremieux
de 1870). Más tarde se apoyó en la colonia judía israelí para luchar contra
la soberanía del Egipto independiente sobre el Canal de Suez y contra las
redes internacionales del FLN argelino. Sin embargo, en 1961, poniendo sus
principios por encima de sus intereses, Francia rompió con la colonización y
se distanció de Israel.
Era esto lo que resumía Charles De Gaulle, en su conferencia de prensa
del 27 de noviembre de 1967, cuando declaraba:
"luego de poner fin a la cuestión argelina, hemos retomado hacia los
pueblos árabes del Oriente la misma política de amistad, de cooperación, que
durante años caracterizó a Francia en esa parte del mundo y cuya razón y
sentimiento hacen que deba convertirse hoy en una de las bases fundamentales
de nuestra acción exterior (…) Al calor de la expedición franco-británica de
Suez, se produjo, en efecto, el surgimiento de un Estado de Israel guerrero
y decidido a expandirse. Después, lo que hacía para multiplicar por dos su
población mediante la inmigración de más y más personas hacía pensar que el
territorio que había adquirido no le parecería suficiente durante mucho
tiempo que, para agrandarlo, se sentiría tentado a utilizar cualquier
ocasión que se le presentara. Es por eso, además, que la V República se
desprendió, en cuanto a Israel, de los especiales y muy estrechos vínculos
que el anterior régimen había establecido con ese Estado y puso énfasis, por
el contrario, en favorecer la distensión en el Medio Oriente". Más aún,
durante aquella misma conferencia, De Gaulle expresaba su inquietud de que
"los judíos, hasta ahora dispersos, pero que seguían siendo lo que siempre
fueron, o sea un pueblo de élite, seguro de sí mismo y dominante, decidan,
después de reunirse allí donde conocieron su antigua grandeza, convertir en
ambición ardiente y conquistadora los conmovedores deseos que venían
expresando desde hace 19 siglos".
Desde 1961 hasta 2007, la Francia de De Gaulle, de Pompidou, de Giscard
d’Estaing, de Mitterrand y de Chirac se vio a sí misma, con más o menos
fortuna, como la defensora de la independencia y de la soberanía de los
Estados; idea que alcanzó su momento culminante con su oposición a la
colonización de Irak. Esta grandiosa obra le permitió a Francia adquirir
gran prestigio y ejercer una influencia muy superior a su poderío económico
y militar.
Nicolas Sarkozy, por su parte, rompe con la obra de sus cinco
predecesores. Se imagina a sí mismo restaurando el partido colonial, no ya
en el marco de una rivalidad entre franceses y anglosajones sino en el seno
de un imperio transatlántico en formación, en el que la clase dirigente
común de Estados Unidos y la Unión Europea ambiciona el ejercicio colectivo
de una dominación global.
Dentro de esa perspectiva, el año 2008, que corresponde al aniversario 60
de la proclamación unilateral de independencia del Estado de Israel, debería
ser el año de un espectacular acercamiento entre París y Tel Aviv. Así lo
demuestra el cronograma:
- 13 de febrero: participación del presidente de la República Francesa en
la cena del CRIF;
- del 10 de marzo al 14: primera visita de Estado de un jefe de Estado a
Francia desde la elección de Nicolas Sarkozy, dedicada a la recepción del
presidente de Israel, Shimon Peres;
- del 23 de marzo al 27: Salón del Libro de París, con el Estado de Israel
como invitado de honor y la recepción de 89 escritores israelíes, todos de
lengua hebrea (no hay ningún rusoparlante ni de lengua árabe);
- Mayo: viaje de Nicolas Sarkozy a Israel, donde depositará una ofrenda
floral en el Memorial Yad Vashem y pronunciará un discurso ante el
parlamento israelí;
- 1º de julio: aprovechando que Francia asume la presidencia de la Unión
Europea durante los próximos meses, reactivación de los distintos programas
de cooperación entre la UE e Israel.
- 13 de julio: cumbre preparatoria de la Unión Mediterránea, una especie de
caballo de Troya que permite evadir el Proceso de Barcelona para meter a
Israel en la Unión Europea.
- 14 de julio: invitación de las fuerzas armadas israelíes y de la Guardia
presidencial palestina a desfilar durante la fiesta nacional de Francia (Por
primera vez desde 1945, un ejército de ocupación y una milicia
colaboracionista desfilarán juntos por los Campos Elíseos).
* * *
Después de plantear esto, el presidente de la República explicó durante
largo rato a los responsables e invitados del CRIF la posición de Francia
ante el conflicto israelí-árabe. Posición que tiene el siguiente principio
fundamenta: "Francia no transigirá nunca en lo tocante a la seguridad de
Israel", lo cual no impide –claro está– dialogar y hacer negocios con los
Estados árabes. Sin embargo, Sarkozy estableció un límite: "Yo no me reuniré
y no estrecharé la mano a quien rechace reconocer la existencia de Israel"
(límite que apunta a formaciones políticas como el Hamas y el Hezbollah y a
Estados como Siria e Irán, pero que el propio Sarkozy dejó de lado en
ocasión de la liberación de las enfermeras búlgaras o de la visita del
presidente Khadaffi a Francia).
Eso no es aún lo más importante. El presidente de la República afirmó
que, como consecuencia de la Conferencia de Annapolis, Francia apoya ahora
"la solución de los dos Estados", o sea que Francia renuncia a la aplicación
del plan de 1948 para Palestina y a la creación de un Estado binacional,
opción que se venía discutiendo desde el Acuerdo de Oslo pero que mantenía
abierta hasta ahora la definición de lo que sería un Estado palestino.
Esta posición no se adoptó a pedido de las dos partes interesadas sino
"en interés del propio Israel, por su seguridad y su perennidad". Recibió la
aprobación del presidente de la Autoridad Palestina, pero el Hamas la
rechaza. Lo anterior permite hablar de un "viraje histórico que debemos a la
valentía del presidente Mahmud Abbas y del primer ministro Ehud Olmert" (si
usted consulta el sitio web de la presidencia francesa, notará que en la
transcripción de este discurso los apellidos de todas las personas
mencionadas aparecen en mayuscula, menos el del presidente Abbas que está en
minúsculas. Cada cual simboliza las cosas como puede).
Ante dicha perspectiva, Francia espera de Israel
"la eliminación de las
barreras, la reapertura de los puntos de tránsito en Gaza para facilitar el
envío de la ayuda humanitaria, la liberación de una cantidad más importante
de prisioneros, la reapertura de las instituciones palestinas en el este de
Jerusalén. [Además] los palestinos deben poder disponer de su territorio y
sacarle provecho".
El presidente Sarkozy presenta todas estas medidas como exigencias que la
Francia imparcial enumera con firmeza. "Lo digo porque lo pienso y no me
interesan los discursos que nunca dicen lo que piensan (…) Ya hubo bastante
sufrimiento y es en este momento que tenemos que llegar a un acuerdo e iré
además a decirlo ante la Autoridad Palestina en el mes de mayo y lo diré
ante la Knesset (El parlamento israelí. Nota del Traductor.). Amigo es aquel
que dice lo que piensa".
En realidad, estas "exigencias" son regalos que se le hacen a Israel ya
que están muy debajo de las resoluciones de la ONU sobre la cuestión. No se
habla de restitución de los territorios conquistados ni del regreso de los
refugiados. Estas seudo exigencias se limitan a algunas modificaciones del
régimen de ocupación, modificaciones del tipo de las que el propio Estado de
Israel realiza periódicamente por propia iniciativa.
De forma muy diplomática, la parcialidad se enuncia por defecto:
"Francia
no interferirá en las negociaciones que se están desarrollando, pero Francia
aportará todo el apoyo necesario para estimular a todas las partes a avanzar
ya que se trata de una oportunidad excepcional. Y Francia estará al lado del
pueblo israelí y estará al lado de los palestinos para ayudarlos a construir
juntos un porvenir de reconciliación". Nótese que, para resolver el
conflicto territorial, el presidente francés habla de un "pueblo israelí"
que él opone a "los palestinos" –a los no se considera como un pueblo–
retomando así de forma implícita el eslogan de Zeev Jabotinsky sobre la
"tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra".
Existe sin embargo una condición mediante la cual los palestinos podrían
formar un pueblo. Condición que el ministro israelí de Defensa enunció antes
de la Conferencia de Annapolis: la Autoridad Palestina tendría que reconocer
que "Israel es la patria del pueblo judío y el Estado palestino la patria
del pueblo palestino". Una fórmula que cambia los factores de la ecuación ya
que justifica la limpieza étnica en la región: los ciudadanos israelíes no
judíos perderían su nacionalidad y se les atribuiría la nacionalidad palestina.
En Annapolis se rechazó esa nueva condición israelí, pero George W. Bush
acabó aceptándola el 10 de enero de 2008 al declarar: "El acuerdo debe
establecer Palestina como patria del pueblo palestino, al igual que Israel
es la tierra del pueblo judío".
Y Francia la acepta ahora: "Yo propuse un nuevo concepto que es el de dos
Estados-Naciones y no simplemente dos Estados, lo cual resolvería el
problema de los refugiados, porque sé perfectamente que hay dos maneras de
destruir Israel, una desde el exterior y la otra desde adentro". Traducción:
Francia sustituye el proyecto de Estado único binacional en el que todo los
ciudadanos serían libres e iguales por un proyecto de dos Estados
étnicamente homogéneos porque el empuje demográfico de los ciudadanos
israelíes no judíos acabaría a la larga con el carácter de Estado judío que
actualmente mantiene Israel.
El presidente Sarkozy ya había anunciado otra consecuencia de esa
posición durante la Conferencia Internacional de Donantes para el Estado
Palestino, el 17 de diciembre de 2007. Allí mencionó, en su discurso de
apertura, "un Estado palestino independiente y democrático, en el que los
palestinos se reconocerán, donde quiera que se encuentren". Los millones de
palestinos actualmente desplazados en la región pasarían así de la condición
de apátridas a la de emigrantes, ya que se verían jurídicamente ligados a un
Estado palestino soberano. De esa forma perderían todo derecho a la tierra y
a los bienes que se vieron obligados a abandonar en Israel.
Hind Khury, delegada general de Palestina, allí presente no emitió
comentario alguno.
* * *
Resulta tentador atribuir la ruptura que Nicolas Sarkozy preconiza a su
propia personalidad. Como está inmerso en un conflicto con su propio padre,
contra quien ha emprendido una querella judicial, le gustaría "matar al
padre" mediante la destrucción de la obra de sus predecesores. O se está
comportando como un celota luego del tardío descubrimiento, durante su
adolescencia, de su propio origen judío. Pero la política de un Estado de la
envergadura de Francia no puede reducirse a la psicología de un solo hombre.
La restauración del partido colonial viene además acompañada de nominaciones
y de reformas estructurales que dejan entrever la profundidad del cambio.
Nicolas Sarkozy escogió como ministro de Relaciones Exteriores a Bernard
Kouchner, el hombre que dio publicidad al principio de "injerencia
humanitaria". Sin embargo, lejos de tratarse de una idea nueva, la
injerencia humanitaria es un argumento que la corona británica inventó
durante el siglo XIX para colonizar los territorios del Imperio Otomano. En
1999, los anglosajones utilizaron ese mismo argumento para bombardear
Kosovo… cuyo gobernador fue después el propio Bernard Kouchner y que acaba
de ser puesto bajo administración de la Unión Europea en ocasión de su seudo
independencia.
Por otro lado, Nicolas Sarkozy ha creado una secretaría de Estado para
los Derechos Humanos vinculado al ministerio de Relaciones Exteriores.
Francia rompe así con la Declaración de Derechos Humanos y del Ciudadano de
1789 para adoptar la ideología de los Derechos Humanos (sin más) en su
versión anglosajona de "buena gobernanza". Ya no se trata de promover la
soberanía popular sino de luchar únicamente contra los excesos del poder. La
oposición entre las dos definiciones de los derechos humanos se conoce desde
hace mucho y, durante el siglo XVIII, Thomas Paine, el ensayista británico
que desató la guerra de independencia de Estados Unidos antes de convertirse
en diputado en el seno de la Convención francesa, teorizó ampliamente sobre
ella.
Esta secretaría para los Derechos Humanos tiene por demás dos funciones
principales. La primera consiste en popularizar la guerra de civilizaciones,
divulgando, por ejemplo, la biografía imaginaria de la ex diputada holandesa
Ayaan Hirsi Ali, una empleada de los neoconservadores estadounidenses (Ayaan
Hirsi Ali cobra un sueldo en el AEI de Richard Perle y Paul Wolfowitz). La
segunda función, que es de lejos la más importante, consiste en preparar
cómo sabotear la conferencia de las Naciones Unidas para el seguimiento de
la lucha contra el racismo y la xenofobia (Durban II). La secretaria de
Estado, Rama Yade, se ocupa de que dicha conferencia no examine la cuestión
del sionismo y no califique nuevamente dicha ideología colonial como
"racismo". De ser necesario, debe coordinar una acción de los Estados
miembros de la Unión Europea y Estados Unidos para boicotear dicha
conferencia.
En política exterior, la ruptura de Sarkozy es mucho más amplia de lo que
parece. Al extremo de poner en tela de juicio los ideales de la Revolución
Francesa. No es seguro que los franceses la acepten ya que hay rupturas que
son traiciones.