Su máximo centro de pensamiento, Academia de Ciencias Sociales de China (ACSC),
acaba de publicar su octavo reporte anual en el que introduce una “nueva
estrategia internacional” que titula “la modernización de China en 2008”, en el
que propone su “nuevo concepto de marca”, la llamada “estrategia de palomas por
la paz” (China Daily 29/01/08), distribuido por la Casa de
Publicaciones de la Universidad de Pekín: “la estrategia, que se centra en Asia
y encara (sic) al mundo, llama a la cooperación de todos los países miembros en
una base igualitaria y mutuamente benéfica, bajo la cual China optimizará la
estructura de su modernización internacional estratégica, incrementará su
capacidad nacional y mejorará el entorno internacional para el país”. Tal
estrategia se basa en la “experiencia mundial de los pasados 300 años y en la
historia y realidades de la modernización internacional de China”.
No disponemos de la definición semiótica de “modernización” a la que aluden
nuestros amigos chinos, que no necesariamente se acopla con la de la
Enciclopedia Británica, que la define en el rubro “sociológico” como la
“transformación de una sociedad tradicional, rural y agraria a otra seglar,
urbana e industrial”.
Esta tarea semántica no es ociosa, ya que en el “México neoliberal”, los
grupos políticos más arcaicos y dinosáuricos del putrefacto “viejo régimen” (vgr
Emilio Gamboa Patrón y el grupo delamadridista que llevan encaramados un cuarto
de siglo en el poder con rotundos fracasos a cuestas, gracias a la tácita
colusión de Estados Unidos) han hecho de la “modernización de Pemex” un genuino
retroceso. De modo tal que no es lo mismo la “modernización” exitosa de la
“nueva China” que la “modernización” fracasada de los neoliberales mexicanos del
PRI y el PAN.
La nueva estrategia china toma como estrella polar el principio inalienable
de “seguir la carta de las Naciones Unidas y promover la paz mundial”, lo cual
seguramente desatará las carcajadas de los superhalcones del régimen
torturador bushiano y de la “nueva OTAN”, quienes, por el contrario, pretenden
imponer su nuevo orden mundial por encima de las atribuciones del Consejo de
Seguridad de la ONU.
Es evidente que el florecimiento de la “nueva China” pasa por un “entorno
internacional favorable”, es decir, en una geoeconomía donde han dejado
sembrados en forma asombrosa tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea en
el rubro de la “globalización económica” (no confundir con la “globalización
financiera” donde descollaba antes de su insolvencia bancaria la dupla
anglosajona, sin tomar en cuenta la “globalización del narcotráfico” en donde
sigue reinando desde Afganistán hasta México).
Dicho en otros términos, a la “nueva China” le conviene la paz, mientras a la
dupla anglosajona y a la “nueva OTAN” les interesa la guerra, lo cual no parece
haber sido tomado en consideración dialéctica en el reporte de la ACSC, el cual
parece más bien de buenos deseos que un reflejo genuino de la realidad nada
halagüeña si nos basamos en los más recientes estudios preponderantes en el
mundo “occidental” que prácticamente promueven el escenario lúgubre de una
tercera guerra mundial.
En este contexto, una crítica inmediata a nuestros amigos académicos chinos
es que promueven demasiado a la ONU como “cabeza de la paloma”, mientras la
dupla anglosajona y la “nueva OTAN” se consagran a socavarla –cuando no a
demolerla. Esta paloma acéfala corre riesgos de no saber hacia dónde volar y,
peor aún, de no enterarse de lo que sucede en su entorno real,
independientemente de lo loable de las buenas intenciones de la “nueva China”.
A juicio de los académicos de la ACSC, la “parte delantera” de la paloma está
representada por los “países asiáticos”: la APEC (Cooperación Económica Asia
Pacífico) como su “ala oriental” y la nueva AEEC (Cooperación Económica
Europa-Asia) como su “ala occidental”. Esta paloma, de por sí acéfala, exhibe
alas muy asimétricas que le pueden hacer perder el vuelo, sino que peor aún, una
de sus alas (la APEC) es muy vulnerable ya que puede ser motivo de la
balcanización deliberada de la banca israelí anglosajona. Sin duda su “ala” más
vigorosa la representa su proyecto a futuro de la AEEC, siempre y cuando la
dejen crecer Estados Unidos y Gran Bretaña.
En la APEC resaltan las potencias geoeconómicas de Rusia, Japón, Australia,
Canadá y Estados Unidos, cuyos intereses no necesariamente convergen con China.
Con el debido respeto, y citando nada menos que a uno de los fanáticos del
neoliberalismo global, el difunto Rudiger Dornbush, la economía de Chile es de
“quinta” (para que se vayan enterando el desinformado y desinformador Enrique
Krauze Kleinbort y el siempre errático Emilio Gamboa Patrón), mientras el
“México neoliberal” ha sido convertido en una vulgar franquicia texana-española,
donde los chinos no tienen nada que hacer.
El “ala de la APEC” se encuentra anatómicamente muy agujereada cuando, guste
o disguste –al menos en lo referente a la costa oriental del continente
americano–, constituye un feudo de la anglósfera. Está bien que nos agraden los
“cuentos chinos”, pero la única parte viable para su estrategia del “ala de la
APEC” es la parte oriental de Eurasia, sumada de Australia.
Para la ACSC, la parte “posterior” está constituida por Sudamérica, Oceanía y
África. Llama la atención que la parte más sólida de su estrategia, la parte
posterior de la paloma, no sea motivo del detalle que se merece. Porque los
puntos más florecientes de la “nueva China” se encuentran en África (lo cual ha
sido detectado por la “gran estrategia nuclear” de la “nueva OTAN”, que se
preocupa de su silenciosa penetración), Sudamérica (en su intercambio
multidimensional con Brasil y geoenergético con Venezuela) y Oceanía, la cual se
traslapa con la parte oriental del ala de la APEC.
Dígase lo que se diga, y venga o no escrito en el reporte de la ACSC, las
zonas de penetración geoeconómica de la “nueva China”, amén de su consabida
esfera de influencia en el sudeste asiático, se encuentran en Asia central, el
Golfo Pérsico (vgr su cooperación naval, misilística y geoenergética con Irán),
África (donde ha cosechado sonoros triunfos geoenergéticos) y en Sudamérica. Así
las cosas, más que palomas acéfalas con alas agujereadas y desbalanceadas, la
verdadera estrategia geoeconómica de China versa más bien sobre una metáfora
geométrica de cinco fuerzas vectoriales en plena expansión: sudeste asiático,
Asia central, Golfo Pérsico, África y Sudamérica.
El reporte chino peca de ingenuidad: omite la hostilidad foránea (vgr las dos
“guerras del opio” de Gran Bretaña y la furibunda militarización de Taiwán por
Estados Unidos) y apuesta tácitamente a una “cooperación” con la dupla
anglosajona en el “ala occidental” de la APEC.