en la última semana, la seguridad en el teatro
de operaciones del Tíbet y en regiones vecinas, adonde envió
importantes refuerzos militares en un momento en que aumenta la presión
internacional sobre Pekín.
En las últimas horas continuaron las
detenciones masivas, y p
ara los corresponsales y analistas internacionales, en el teatro de operaciones
tibetano todos los acontecimientos políticos y movimientos militares que se
vienen sucediendo indican que Pekín ha retomado el control enTibet sin la
necesidad de lanzar una operación represiva en gran escala como estaba previsto.
En el asunto de Tibet,
-y como siempre- la "prensa occidental" en sus informes no precisa quién es quién en el tablero
(los presupuestos estratégicos del conflicto), y sólo lo presenta como un "baño
de sangre", con un "represor" y un "reprimido", donde el malo de la
película es China, casualmente, una de las potencias militares que, junto con
Rusia, se planta frente a la hegemonía imperial del eje EEUU-Unión Europea, los
"democráticos" denunciantes de la "violación de los derechos humanos" en el
Tibet.
Y como ya sucedió en Birmania donde
fracasó, el año pasado, la "revolución de los monjes" en Tibet fue acompañada de
una presión internacional contra Pekin liderada por Washington y la UE
que utilizan a su herramienta diplomática, el Consejo de Seguridad de la ONU,
para acusar a Pekín de "masacre" y de "violación de los derechos humanos".
En las últimas horas, China ha
reaccionando con "enorme insatisfacción" al encuentro celebrado el pasado
sábado en Brdo, Eslovenia, en el que los ministros de Asuntos Exteriores de la
Unión Europea reclamaron el fin de la violencia en Tíbet y pidieron a China que
dialogue con las autoridades tibetanas para resolver la actual crisis.
En el encuentro de los Veintisiete en
Eslovenia, en el que no se llegó a acordar un boicot a los Juegos Olímpicos de
Pekín de este verano, los ministros de Exteriores reclamaron el "fin de la
violencia" y que los manifestantes tibetanos detenidos por las autoridades
chinas fueran tratados "en conformidad con los estándares internacionales".
Los ministros también pidieron a
China que facilite la "transparencia" y el libre acceso de la prensa a Tíbet,
así como un "diálogo constructivo sobre las cuestiones esenciales como la
preservación de la lengua, cultura, religión y tradiciones de Tíbet".
Desde China se insistió en que se trata de un tema "interno" y que por
tanto no tolera opiniones del exterior.
"El asunto de Tíbet es
completamente un asunto interno de China. Ningún país extranjero ni organización
internacional tiene derecho a interferir en él", declaró Jiang Yu, portavoz
del Ministerio de Exteriores, según informa la agencia oficial Xinhua.
"Esperamos que la Unión Europea y sus miembros hagan una distinción clara entre
lo correcto y lo incorrecto, condenen de forma explícita los violentos delitos
de palizas, destrozos, saqueos e incendios (ocurridos en Lhasa) por los
infractores y eviten actuar con un doble rasero", agregó la portavoz.
Jiang recomendó además a la UE que no
envíe mensajes equivocados a "la comunidad internacional y a la camarilla del
Dalai" (Lama)" animando con sus afirmaciones "las actividades independentistas y
los crímenes violentos", según dice la agencia oficial china Xinhua.
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Bush y el Dalai Lama, un empleado a cara
descubierta de Washington. |
Acusaciones al Dalai Lama
Por otra parte, China elevó sus
acusaciones al Dalai Lama el lunes, acusándolo de abusar de la religión, de
promover disturbios en Tíbet y de preparar la independencia secesionista, al
tiempo que la llama olímpica llegaba a Pekín bajo estrictas medidas de
seguridad.
Xinhua, la agencia oficial de
noticias china, dijo que el gobierno tenía pruebas de que el Dalai Lama y sus
seguidores habían organizado los disturbios anti chinos en la región himalaya y
sus alrededores.
"El autoproclamado líder espiritual
ha obviamente olvidado su identidad, ha abusado de la religión y se ha metido
mucho en política", dijo Xinhua, agregando que está construyendo "una
infraestructura pro independencia".
El gobierno volvió a alertar sobre la
sombra de Washington detrás del Dalai Lama, a quién condecoró en el Congreso, en
diciembre, con la Medalla de Honor.
La prensa europea subrrayaba el domingo que China parece afirmarse cada
vez más en su posición, a pesar de la creciente presión internacional para
que dialogue con el Dalai Lama, tras semanas de protestas y represión en zonas
del país con muchos habitantes de etnia tibetana.
En las últimas horas, varios líderesde la Unión Europea, junto con el presidente
de EEUU, George W. Bush, han urgido a Pekín a "dialogar" con el Dalai Lama
para resolver la cuestión.
China respondió que sólo haría eso si
el líder religioso "rechaza la independencia de Tíbet y Taiwán" y usa su
influencia para acabar con las protestas.
El 14 de marzo, encabezadas por
monjes budistas comenzaron las primeras revueltas en Lhasa, ciudad de
Tíbet, donde se rompieron y quemaron tiendas y coches propiedad de chinos
de etnia han.
En los días siguientes, la represión
china dejó, según Pekin, 18 civiles muertos, pero, de acuerdo con el "gobierno
tibetano en el "exilio", ya hay cientos de muertos y desaparecidos por el
accionar combinado de la policía y el ejército chinos.
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Monjes tibetanos portan pancartas durante una protesta en Katmandú, Nepal, el lunes 24 de marzo |
Tibet: La "Birmania" china
Para los medios y corresponsales
internacionales cada vez se aleja más la posibilidad de una operación militar
china en gran escala en Tibet, por la razón de que Pekín, en los últimos
días, a neutralizado en gran parte la operación política en su contra lanzada
por Washington y la UE.
Tibet y Birmania (al igual que
Ucrania, Georgia, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético) son piezas
de un tablero estratégico de disputa intercapitalista (guerra fría) que
tiene como protagonistas centrales al eje Rusia-China, de un lado, y al eje
Washington-Unión Europea, del otro.
En este teatro de conflicto (como
marco general) hay que situar lo que está sucediendo en Tibet, Birmania y Taiwan,
donde la estrategia EEUU-UE arma conflictos "secesionistas o
"democratizadores" para desestabilizar los intereses del gobierno chino,
por un lado socio de las trasnacionales capitalistas USA-UE, y por otro, una
potencia militar desafiante a la hegemonía imperial estadounidense europea.
La
maniobra misma fue ensayada en Georgia (2003) y Ucrania (2004) con las denominadas
"revoluciones naranja" o "revoluciones de terciopelo", y otros tantos intentos
se probaron con Kazajstán, Azerbaiyán, Uzbekistán y Bielorrusia, donde no
pudieron obtener los resultados esperados.
En esa línea, se inscribió la "rebelión de
los monjes" de septiembre pasado en Birmania (ferozmente abortada y
reprimida por la junta militar birmana), en el sudeste asiático, para
desestabilizar y derrocar a la junta militar aliada de Rusia y de China,
utilizando, como ya se hizo en Asia y Europa del Este, "revueltas populares"
que piden "democracia" y "derechos humanos" a tono con reclamos de EEUU y la
Unión Europea en la ONU.
Después de fracasar en Birmania, todo indica que la "revolución de los
monjes" ya ha recalado en el Tibet de la mano de la CIA y del Dalai
Lama, a quien EEUU confirió en noviembre pasado la Medalla de Oro del
Congreso, en presencia de Bush.
El
nuevo capítulo de la "rebelión de los monjes" en Tibet se lanzó -no por casualidad- en un momento en
que la mirada internacional está fija sobre China debido a la organización de
los próximos Juegos Olímpicos a realizarse en ese país.
Tibet,
conjuntamente con los
territorios en disputa de Xinjiang y Taiwán, representan los mayores conflictos
secesionistas (y el centro de las operaciones desestabilizadoras de la CIA)
para los líderes chinos.
En las últimas horas, el Dalai Lama denunció
reiteradamente la
represión china en Tíbet como un "genocidio" y dijo que se "vive un
régimen de terror".
Paralelamente, y como ya sucedió en Birmania, las cadenas mediáticas
internacionales sionistas bombardean al mundo con titulares e imágenes de la
represión militar contra los manifestantes y los monjes budistas.
Y en
Tibet, también como ya sucedió en Birmania, Washington y la UE ya prepararon
movidas contra China en el Consejo de Seguridad de la ONU y las ONGs de "derechos
humanos" y el "gobierno tibetano en el exilio" (un títeres de Washington)
quienes denuncian más de mil muertos y "desaparecidos".
Pero, y diferencia de lo que
sucedió en Birmania, donde
la llamada "revolución de los monjes" fue exterminada a sangre
y fuego por la junta militar apoyada por China, Pekín parece avanzar hacia el
control político de la situación sin apelar a una masacre militar como preveían
analistas y observadores.