HRW difundió una grabación en la que una voz atribuida al fiscal
general paquistaní, Malik Qayyum, afirmaba que el régimen
preparaba un "fraude masivo" para que gane los comicios la
oficial Liga Musulmana-Q (PML-Q).
Gahler dijo que "se ha tomado nota" de la denuncia, que
negó nuevamente Qayyum. "Es un hecho incontestable, una prueba
clara muy interesante", dijo el observador europeo.
Pero si el
fraude preocupa, la violencia incesante genera temor en
políticos y electores, como señaló a la BBC, Niehat Rafaq,
activista de la organización no gubernamental paquistaní
Strengthening Participatory Organization (SPO, por sus siglas en
inglés).
El sábado, la campaña
electoral terminó con un baño de sangre en la localidad de
Parachinar, en el noroeste del país, donde un atacante
suicida causó la muerte de 40 personas.
Unos 80.000 soldados en todo el país, además de fuerzas de
seguridad especiales y policías, tratarán de evitar que esto se
repita durante este lunes.
Si la gente no se siente segura, el nivel de asistencia a las
urnas podría ser aún más bajo que el 42% de participación
registrado en 2002, estiman los observadores.
Taj Haider, ex
senador del PPP (Partido Popular de Pakistán), dijo que "La gente quiere ir a votar, pero su
preocupación es la seguridad, porque en los comicios de 2002
hubo varios centros de votación que fueron identificados como
problemáticos, aún así, no se tomaron medidas y se produjeron
incidentes".
El proceso electoral
en la única potencia nuclear del mundo musulmán, aliada de
Estados Unidos, se da en medio de una creciente ola de violencia
que ya dejó 140 muertos en lo que va del año.
El domingo, una
persona murió y seis fueron heridas cuando hombres armados
abrieron fuego contra una oficina electoral del partido opositor
Liga de los Musulmanes de Pakistán, del ex premier Nawaz Sharif,
en Lahore.
Las autoridades impusieron un toque de queda y llamaron
tropas de refuerzo a Parachinar, una ciudad de las zonas
tribales fronterizas con Afganistán donde pululan los
combatientes islamistas cercanos a los talibanes afganos y a la
red Al Qaeda.
Pese al clima de tensión, Musharraf declaró a la agencia
estatal Prensa Asociada de Pakistán que los comicios se
realizarán como está previsto.
"Cualquier intento por descarrilar el proceso democrático o la
realización de las elecciones quedará frustrado", aseguró el
presidente, quien enfrenta
muestras crecientes de indignación, sobre todo tras el autogolpe
que dio en noviembre para mantenerse en el poder.
En términos de los resultados, estos comicios serán claves para
el futuro político de Musharraf, en el poder desde el golpe de
Estado de 1999. Aunque no está en juego su posición como
presidente, un resultado desfavorable podría dejarlo
políticamente vulnerable, incluso con el riesgo de ser
sometido a un juicio político.
A fines del año pasado, el ex jefe de la inteligencia nacional de EEUU y actual
segundo de Condoleezza Rice, John Negroponte, viajó a Pakistán para convencer a
Musharraf para que levantara el "estado de excepción" (golpe de Estado) y restaurara
el "Estado constitucional" en Pakistán, misión que finalmente parece haber
culminado en un nuevo acuerdo de Washington con el general golpista que
extendería la "guerra contraterrorista" de Bush a territorio pakistaní.
De acuerdo con trascendidos en medios
norteamericanos, la reciclada alianza entre Musharraf y EEUU, mediante la cual
el Imperio renunciaba a su objetivo de quitarle poder al general, incluía un
capítulo relativo a un acuerdo para lanzar operaciones militares conjuntas en
la frontera de Pakistán con Afganistán donde presuntamente los talibanes
tienen sus principales refugios y búnkeres operativos.
Mediante este acuerdo cerrado con Negroponte, el gobierno de Musharraf habría accedido a una intervención
militar de la OTAN en la frontera con el objetivo de exterminar los refugios
talibanes, principalmente por medio de bombardeos aéreos.
Bush y los halcones de la Casa Blanca
consideran que los extremistas islámicos amenazan a un Estado fundamental para
la estabilidad de la región, y advierte que Al Qaeda y los talibanes han
reconstituido sus fuerzas en las zonas tribales fronterizas con Afganistán.
En ese escenario se desarrollan este
lunes los farsescos comicios en Pakistán.