l triunfo geoestratégico de Rusia en el Cáucaso sobre Georgia (aliada
insensata de Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel) consolida el nuevo orden
geoenergético global en medio del incipiente orden multipolar.
En este contexto, David Wighton, editor de negocios del londinense The
Times (22/8/08) –propiedad del superbélico Rupert Murdoch y muy cercano a
las trasnacionales británicas Shell y BP– abunda sobre el desasosiego que cunde
en las grandes petroleras anglosajonas del planeta.
Advierte sobre el “lúgubre invierno en el frente energético” cuando el
“precio del petróleo se ha vuelto a agitar” debido a la “guerra del Cáucaso, el
nacionalismo petrolero, China y la OPEP”; en síntesis: una pésima receta para
las principales trasnacionales petroleras anglosajonas, que han visto declinar
sus acciones en el reciente trimestre pese a sus ingresos históricos. Las tres
primeras, ExxonMobil, Royal Dutch Shell y BP, “han perdido casi la quinta parte
de su valor de mercado” y sus cotizaciones se han vuelto sumamente volátiles.
Más allá de la disminución abrupta de las reservas mundiales del petróleo
convencional, explica que las “principales trasnacionales petroleras se
encuentran al final del ciclo de crecimiento de producción que empezó en la
década de los 80 cuando fueron rescatadas (sic) por el descubrimiento de Prudhoe
Bay (Alaska) y Brent (Mar del Norte)”.
El inconveniente para las añejas “siete hermanas” petroleras anglosajonas es
que no se contemplan mayores descubrimientos, lo cual las puede convertir en
“empresas aburridas”.
Para el colmo, el “gran hallazgo brasileño en Tupí no fue realizado por una
trasnacional petrolera anglosajona, sino por una empresa estatal, Petrobras”, lo
cual conlleva “un mensaje muy claro para Chevron, Exxon, BP y Shell: podemos
explorar sin ustedes”.
¿Lo entenderán la pareja entreguista Calderón-Mouriño, la dupla
desnacionalizante Reyes-Kessel y la tripleta nihilista Beltrones-Labastida-Gamboa,
quienes no saben cómo regalar los pletóricos yacimientos del Golfo de México a
las trasnacionales gallegas y texanas?
A juicio de David Wighton las trasnacionales anglosajonas no se darán por
vencidas e intentarán fusionarse: BP con Shell, y ésta con el Grupo BG. La “más
vulnerable” es BP, que ha sufrido severos golpes en Rusia (su asociación
tambaleante con TNK) y ahora en Georgia (el oleoducto BTC). El “mas probable
depredador (¡súper-sic!)” es ExxonMobil, que cuenta con un inmenso yacimiento en
Qatar, y cuyo “valor de mercado excede al de las británicas BP y Shell juntas”.
Cuando las trasnacionales petroleras no pueden crecer por sus propios medios,
entonces se dedican a “firmar cheques y a emitir acciones”, expone David Wighton.
Pero ahora el grave problema de tales trasnacionales radica en que su socia, la
banca, también anglosajona, se encuentra en plena insolvencia.
Wighton no pierde el tiempo en citar siquiera a la pirata española Repsol (ranking
92 frente a Pemex ranking 42 de la revista Fortune), con
la que está fascinada la pareja gubernamental Calderón-Mouriño. Curiosamente,
Repsol, cuyo país de origen prácticamente carece de hidrocarburos, sobrevive
gracias a los beocios de México y Perú.
Lo mas trágico es que para los aldeanos “neoliberales” del PAN y el PRI el
mundo sigue igual desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de
la URSS dos años más tarde.
Los neoliberales del “PRIAN” (acertado término acuñado por el socialdemócrata
Luis Sánchez Aguilar, extrañamente accidentado en la Carretera del Sol, como lo
fue el presentable panista José Ángel Conchello en la de Querétaro) todavía no
se percatan de que el modelo neoliberal feneció como consecuencia de los
rescates gubernamentales de los bancos privados insolventes en el G-7 (John
Plender, “El regreso del Estado”, The Financial Times, 21/8/08) ni son
capaces de percibir que se han abierto ventanas geopolíticas de oportunidad, a
raíz del nuevo orden multipolar y el flamante orden geoenergético mundial, para
aplicar una relación menos asimétrica con las petroleras depredadoras de Estados
Unidos y España.
Destaca el nuevo ideólogo energético del PRI, el diputado José Ascención
Orihuela Bárcenas, furibundo promotor de los biocombustibles, por encargo
clandestino (ni lo ha de saber) de Samuel Bodman, secretario de Energía de
Estados Unidos, quien exulta que los mexicanos coman motores en lugar de maíz y
trigo (ver Bajo la Lupa, 18/6/08). De tal degradación son los actuales
“legisladores”, quienes firman sus enmiendas sin saber a quién sirven en última
instancia.
El mundo paralizado de los neoliberales del “PRIAN”, que llaman
“modernización” sin conocer su semántica (significa: “característica de los
tiempos presentes”, The Oxford Universal Dictionary), sigue siendo su
múltiple fijación patológica al fracasado TLCAN, al entreguista ASPAN, a la
desnacionalizante Iniciativa Mérida, y ahora a la super-bélica Defensa
Aeroespacial de América del Norte (NORAD, por sus siglas en inglés; ver Bajo la
Lupa, 18/6/08). Es decir, la integración financiera, energética, militar y en
materia de seguridad a los designios geoestratégicos de Estados Unidos, en los
que, por sus resultados cataclísmicos, México se ha hundido en la mediocridad
sin haber obtenido nada a cambio.
Mientras todos los principales países productores se han encumbrado
relativamente en sitiales envidiables (Rusia, Venezuela, las petromonarquías
árabes e Irán) gracias a los ingresos descomunales del oro negro, la única
excepción desaforada la constituye la “clepto-kakistocracia” (“el hurtador
gobierno de los peores”) del México neoliberal, el cogobierno del “PRIAN”.
Baste señalar que en la aciaga fase panista de la dupla Fox-Calderón, que
acumuló los mayores ingresos petroleros de la historia en alrededor de 600 mil
millones de dólares, México se desplomó en su producto interno bruto, según
datos del FMI, del noveno lugar, que tanto cacareaba el locuaz Fox a inicios de
su sexenio, hasta el decimoquinto lugar en el primer año de Calderón (quien
alucina grotescamente llevar sin instrumentos a México a la cuarta potencia
mundial en la próxima generación).
Una caída de siete lugares en el PIB mundial en siete años es aterradora y
expresa, pese al alza estratosférica de los hidrocarburos y la plata, una
gestión peor que mediocre del panismo delamadridista-salinista-zedillista.