En los últimos 18 meses, más de una decena de empresas de telecomunicaciones ha
comenzado a instalar miles de millones de dólares en cables submarinos, y los
proyectos apuntan a zonas olvidadas una década atrás: las economías emergentes
del sur de Asia, África y Oriente Medio, y regiones remotas como Groenlandia.
Cuatro cortes de servicio recientes en Oriente Medio —dos en la costa
mediterránea egipcia y dos en el Golfo Pérsico— han interrumpido las conexiones
a Internet de la región y lugares tan lejanos como India.
De hecho, los apagones anularon la comunicación exterior de Egipto en hasta un
70%, afectando las operaciones de bancos internacionales y la bolsa de valores.
India, donde el enorme sector de tercerización de servicios depende de Internet,
perdió la mitad de su capacidad.
Los cables de fibra óptica de larga distancia son el canal de la globalización.
Incluso en la era "inalámbrica", es esta maraña de cables la que transporta el
grueso del tráfico de Internet, tanto inalámbrico como de línea fija. La fibra
óptica ha eclipsado la tecnología satelital como principal medio de comunicación
de larga distancia, propiciando la interacción constante entre empresas,
gobiernos y economías del mundo.
Para Amr Badawi, funcionario egipcio del sector de telecomunicaciones, los
recientes cortes "demostraron que debemos proveer aún más diversidad a través de
cables adicionales, con el fin de que la economía mundial pueda sobrevivir a
catástrofes como esta".
Tras los cortes recientes, Telecom Egipto anunció un contrato por US$125
millones para construir 3.200 kilómetros de cable submarino entre Egipto y
Marsella.
Otros nueve proyectos se están planificando para este país, liderados por
empresas como Telecom Italia. Sin embargo, el frenesí ha generado temores de que
la historia se repita.
El auge que tuvo lugar a fines de los años 90 fue impulsado por profetas
entusiasmados que predecían una insaciable demanda de banda ancha en la era de
Internet. Empresas como Global Crossing y Tyco plantaron miles de kilómetros de
fibra óptica a través de Estados Unidos, Europa, el océano Atlántico y partes de
Asia.
Pero la oferta excedió la demanda, empujando para abajo los precios y llevando a
muchos constructores a la quiebra.
"Los pronósticos de crecimiento de Internet para el año 2000 no se cumplieron",
dice Srinivasa Addepalli, vicepresidente de VSNL, la rama de telecomunicaciones
del conglomerado indio Tata Group. "Pero sólo está ocurriendo ahora", agrega.
Gracias en gran medida a las redes sociales, sitios Web como YouTube y otros que
no existían en los años 90, el uso de la banda ancha ha crecido mundialmente un
promedio anual de 50% desde 2002. Y se está duplicando a cada 1,4 años, según
cálculos de Telegeography, firma de investigación de Washington, DC.
La globalización de las empresas y la mayor disponibilidad de servicios en alta
velocidad también están disparando la demanda.
VSNL anunció en diciembre un contrato por US$250 millones para construir un
enlace de fibra óptica entre el centro financiero de Mumbai y tres capitales
europeas a través de Egipto.
La estadounidense Seacom Ltda. avanza en un proyecto de fibra óptica de US$650
millones en la costa oriental de África. Y AT&T Inc. y Verizon Communications
Inc. trabajan en nuevos cables en el Pacífico.
La demanda por nuevos cables está superando la disponibilidad de recursos
necesarios para construirlos, lo que alarga las listas de espera. Los buques que
se utilizaron para descargar la fibra en los años 90 han sido redirigidos hacia
la industria petrolera para aprovechar su actual auge, y sus operadores se
resisten a devolverlos al negocio de la fibra óptica.
"Por suerte, tenemos nuestra propia flota", dice David Coughlan, director
general de Tyco Telecommunications, filial de la estadounidense Tyco Electronics.
En EE.UU. hay todavía mucha fibra en tierra, sobrante del auge anterior, y dada
la certeza sobre las crecientes necesidades de capacidad del país, las compañías
de telecomunicaciones vuelve a darles atención.
El océano Atlántico, epicentro de la oleada de fibra óptica de los años 90,
esconde también kilómetros de fibra no utilizada. Según Telegeography, sólo el
28% de la capacidad de la ruta transoceánica se está usando.
Sin embargo, la situación es bien diferente en otros lugares. Groenlandia, por
ejemplo, no contemplaba sino hasta hace poco la instalación de fibra óptica
debido a que con apenas 57.000 habitantes, los costos no eran siquiera
comparables con la pequeña demanda.
La provincia autónoma danesa usa desde los 70 enlaces satelitales para sus
comunicaciones, pero el aumento del uso de Internet ha llevado a la telefónica
Tele Greenland Inc., a firmar un contracto por US$145 millones con la empresa
parisina Alcatel-Lucent SA para instalar cables submarinos entre Nuuk, capital
groenlandesa, y las redes globales.