n el último desfile militar celebrado el 26 de mayo en la
capital de Georgia, Tiflis, fueron presentados al público dos juguetes muy
caros: el avión no tripulado Hermes 450 y el sistema móvil de proyectiles (Linx).
Ambos productos 'made in Israel', vendidos al Ejército de Georgia por compañías
de armas israelíes y con el permiso imprescindible del Ministerio de Defensa de
Tel Aviv. "En otros tiempos, sería un motivo de orgullo del éxito de la
tecnología israelí pero no en días en los que Georgia se encuentra en conflicto
con Rusia, país al que Israel exige que frene su asistencia a Irán. Mejor no
despertar y enfadar al oso ruso", escribe el analista Nadaav Zeevi en el diario
'Maariv'.
La íntima relación entre Israel y Georgia se inició en el 2003 con la entrada
del nuevo Gobierno en Tiflis, más proocidental y con la mayoría de sus miembros
graduados en universidades americanas y europeas. Un romance no sólo romántico
sino tecnológico, económico y militar. De hecho, la exportación militar israelí
a Georgia alcanza los 300 millones de dólares.
Una colaboración que Rusia ha conseguido romper a base de presiones. El punto
de inflexión llegó el 20 de abril cuando un avión Mig 29 ruso derribó el
avión sin piloto Hermes 450 (fabricado por la empresa israelí Elbit)
que estaba efectuando labores de espionaje y seguimiento sobre el territorio
autónomo de Abjasia.
La asistencia a Georgia coloca a Israel entre la espada rusa (potencia amiga
pero no tanto como el aliado estadounidense y fundamental para imponer sanciones
en la campaña internacional contra el proyecto nuclear iraní) y la pared
georgiana (posibilidad de sacar grandes contratos). La espada ha acabado por
doblegar al interés económico y hoy en día la asistencia se ha reducido
considerablemente limitándose a material puramente defensivo. Hace dos meses
Moscú envió una enérgica carta al Ministerio de Exteriores israelí exigiendo el
fin de la ayuda a Georgia. En la misiva se recuerda que también Rusia
congeló o anuló completamente el suministro de armas a países enemigos de Israel.
La ministra de Exteriores, Tzipi Livni reenvió la carta rusa
al titular de Defensa, Ehud Barak, mostrándole la gravedad del
asunto y el temor a un deterioro en las relaciones bilaterales. "Al principio,
el Ministerio de Defensa se hizo el duro y quiso presionar a Rusia para que deje
de ayudar a Irán y Siria con el suministro de armas", recuerda Zeevi. Se refiere
a por ejemplo los sofisticados misiles antiaéreos (S-300) que de ser
transferidos a Irán, dificultaría un posible ataque israelí o de Estados Unidos
contra las instalaciones nucleares iraníes. "Es cierto que es delicado el apoyo
a Georgia. Por ordenes de arriba, hemos tenido que bajar el perfil y reducir el
suministro", confiesa un funcionario de Defensa de Israel.
"Debemos tener mucho tacto. Rusia ya vende mucho arsenal a Irán y
Siria y no debemos darle otro pretexto para que les den armas más
modernas", explica un dirigente político al diario Haaretz.
Lazos personales
No es una sorpresa que la colaboración se centre sobre todo en asuntos de
Seguridad y Defensa. No sólo por la necesidad de Georgia y la oferta de las
compañías de Israel sino también por ejemplo por factores personales. Como el
ministro de Defensa georgiano, el joven David Kezerashvili, que
hizo hace unos años aliá -emigración de los judíos a Israel- y tras vivir año y
medio en este país, volvió a Georgia. Gracias a su perfecto hebreo y contactos
con agentes israelíes, la cooperación militar floreció hasta que el oso ruso se
despertó furioso. "Cada intermediario que representa una compañía israelí y
llegaba a Georgia le era asignado un familiar del ministro de Defensa que le
abría las puertas. Todo queda en familia", ironiza el director de marketing de
una de las empresas.
El ex alcalde de Tel Aviv y ex ministro israelí Roni Miló ha
sido uno de los actores clave en la venta de armas al ser el representante de la
empresa Elbit en Georgia. Miló vendió 18 mini aviones sin piloto y los más
estratégicos, cinco aviones no tripulados (Hermes 450) que transportan un
sistema de cámara y telecomunicaciones con un peso de 150 kg y pueden volar más
de 20 horas sin repostar. El Ejército georgiano pidió a Miló también la
adquisición de unos 200 tanques Mercava, de fabricación israelí y considerados
de los mejores del mundo. Un espectacular negocio que al final no salió adelante
porque el Gobierno israelí vetó la transacción ante el temor de una airada
reacción rusa.
El experto militar Alon Ben David resta importancia a la
ayuda israelí: "No hay que exagerar. La asistencia militar israelí a Georgia es
limitada y no se puede comparar con otros países como Estados Unidos. Por
ejemplo, los rusos agradecen que Israel se negara la venta de tanques".
Pero no solo de armas hablamos sino también de instrucción. Como explicamos
en elmundo.es sobre el grupo de ex oficiales israelíes que
asesoraron al Ejército colombiano, en Georgia también han sido frecuentes
las visitas de militares retirados. El más destacado es
Gal Hirsh, que lleva el trauma de ser el responsable de la zona el día
(12 de julio del 2006) que dos de sus soldados fueron secuestrados en una acción
del grupo chií Hizbula. Ante las críticas, Hirsh se retiró del Ejército y fundó
la compañía Defense Shield. Uno de sus primeros trabajos fue
instruir a soldados georgianos con unos 50 instructores de su país. Según varias
fuentes, su misión era asesorar a Georgia en la creación y entrenamiento de
unidad de elite. Ante el revuelo causado en Israel, su empresa ha emitido el
siguiente comunicado: "Todos nuestros proyectos para el Gobierno de Georgia,
realizados con el permiso del Ministerio de Defensa israelí, fueron terminados
hace tiempo”.
En el Ministerio de Exteriores israelí respiran hoy con alivio por haber
congelado a tiempo esta colaboración. De haber continuado y con la actual guerra
entre Rusia y Georgia, habría colocado a Israel en un serio problema
diplomático. Entre la espada y la pared.