El Ejército israelí intensificó ayer su ofensiva contra los militantes
islámicos que lanzan cohetes desde la Franja de Gaza y dejó al menos 60
palestinos muertos y más de 150 heridos, en una de las jornadas más sangrientas
en ese territorio palestino en los últimos 40 años. En respuesta, el gobierno
palestino suspendió las conversaciones de paz con Israel y pidió una reunión
urgente del Consejo de Seguridad de la ONU.
En la escalada de violencia murieron además dos soldados israelíes, y
siete fueron heridos.
Antes de la salida del sol tanques israelíes penetraron en el norte de la Franja
y se enfrentaron en duros combates con militantes palestinos en la ciudad de
Yabalia. También hubo permanentes ataques aéreos.
Las operaciones militares -en las que ayer participaron 2.000 soldados, según la
TV pública de Israel- son una respuesta al lanzamiento diario de cohetes
palestinos contra ciudades limítrofes en Israel, que el miércoles mataron a un
civil israelí.
En cuatro días de ataques murió casi un centenar de palestinos, entre ellos
varios niños. Un vocero del Ministerio de Sanidad de la Franja de Gaza,
controlado por el movimiento radical islámico Hamas, aseguró que el número de
víctimas de ayer fue el mayor registrado en un solo día en operaciones israelíes
desde la Guerra de los Seis Días en 1967.
Según cifras palestinas, ayer murieron al menos 11 niños, además de numerosos
militantes de Hamas y la Jihad Islámica.
El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, responsabilizó a Hamas por las
consecuencias de la acción israelí, destinada a alejar a los lanzamisiles de la
frontera.
Pero la ofensiva no frenó a los militantes palestinos, que dispararon más de
50 cohetes contra Israel. Siete personas resultaron heridas, entre ellas dos
niños y un ciudadano argentino, en la ciudad sureña de Ashkelon.
Saeb Erekat, uno de los principales negociadores palestinos en el proceso de paz
con Israel, declaró que las conversaciones "están enterradas bajo los
escombros de las casas destruidas en Gaza". Se refería a las conversaciones
iniciadas a fines de 2007, en una cumbre en Estados Unidos, promovida por el
jefe de la Casa Blanca, George Bush.
Pero la canciller israelí, Tzipi Livni, afirmó que esto no cambiará las
decisiones de Israel sobre esas operaciones.
A su vez, el presidente palestino, Mahmud Abbas, consideró que la ofensiva
israelí era "más que un holocausto", y volvió a pedir "protección
internacional". Al cierre de esta edición, el Consejo de Seguridad iniciaba una
reunión de urgencia.