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En la actualidad, Estados Unidos mantiene desplegados a cerca de 150.000 soldados en Irak. |
“Toda ley que viole los derechos inalienables del
hombre es esencialmente injusta y tiránica: no es una ley”.
Maximilien Robespierre
Por
Patrick Cockburn
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán
Leyens
Es probable que los servicios armados iraquíes se concentren en las
compañías de seguridad estadounidenses, ampliamente odiadas en Iraq, cuando
pierdan su inmunidad legal bajo un nuevo acuerdo entre EE.UU. e Iraq.
La principal concesión estadounidense, durante prolongadas y rencorosas
negociaciones sobre un Acuerdo de Estatus de las Fuerzas (SOFA), que
determinaría la futura relación militar entre EE.UU. e Iraq, ha sido la
aceptación del levantamiento de la inmunidad de la que gozan hasta ahora los
154.000 contratistas, de los cuales 35.000 son de la seguridad privada.
“Las fuerzas iraquíes los seguirán de cerca con vigor porque no son
populares en Iraq,” dijo en una entrevista Ahmed Chalabi, veterano político
iraquí. “La gente no ha olvidado a los iraquíes que fueron muertos por hombres
de seguridad privada en la Plaza Nisour.” Personal de seguridad de Blackwater
USA es acusado de haber matado a 17 civiles iraquíes, incluyendo a una madre y
su hijo, cuando abrió fuego en la Plaza Nisour en el oeste de Bagdad el 16 de
septiembre del año pasado.
El fin de la inmunidad de los contratistas privados tendrá serias
consecuencias para los 142.000 soldados de EE.UU. en Iraq que dependen
considerablemente de ellos. El señor Chalabi dice que es probable que las
fuerzas de seguridad y el sistema judicial iraquíes se esfuercen por demandar
y arrestar a individuos de la seguridad privada que violen la ley iraquí, que
hasta ahora han desdeñado. También dijo que la pérdida de la inmunidad de los
contratistas estadounidenses dificultará las operaciones de inteligencia de
EE.UU., porque compañías privadas han sido utilizadas para mantener vínculos
con oponentes del régimen iraní basados en Iraq, sobre todo los Muyahidín e-Khalq.
Esto permite que el gobierno de EE.UU. niegue el hecho de que mantiene
contactos con grupos semejantes.
El señor Chalabi, quien recientemente volvió de Irán, donde mantuvo
conversaciones con dirigentes iraníes, dijo: “Los iraníes se oponen
implacablemente al acuerdo. Éste consagra la masiva presencia de EE.UU. en el
país y amenaza su seguridad. Dicen que será un ‘acuerdo de no-seguridad’ y no
un ‘Acuerdo de seguridad’ y quieren que todos lo sepan.” La hostilidad iraní
sería grave para Iraq ya que Irán tuvo un papel central en la mediación del
fin de la lucha entre la milicia chií del Ejército del Mahdi y el gobierno en
la primera mitad del año.
En un hecho inesperado pero importante, la negociación de un acuerdo entre
EE.UU. e Iraq para reemplazar el actual mandato de la ONU para las fuerzas de
EE.UU., que debe expirar a fines de año, está llevando a un resurgimiento del
nacionalismo iraquí, previamente disimulado por el conflicto sectario chií-suní.
El primer ministro iraquí Nouri al-Maliki embarazó a la Casa Blanca al decir
por primera vez el lunes que Iraq quiere alguna especie de itinerario para una
retirada de las fuerzas estadounidenses incluidas en el acuerdo actual. El
Consejero Nacional de Seguridad, Mowaffak al-Rubaie, lo reiteró diciendo: “No
aceptaremos ningún memorando de acuerdo con el lado [de EE.UU.] que no
contenga fechas obvias y específicas para la retirada de tropas extranjeras de
Iraq.”
Responsables estadounidenses han tratado de presentar esas demandas como
condicionadas totalmente por la efectividad de las fuerzas de seguridad
iraquíes, que ahora cuentan con más de medio millón de hombres. Un funcionario
iraquí que apoya un acuerdo entre EE.UU. e Iraq, dijo: “Será más fácil de
vender a los iraquíes si es presentado como un modo de lograr que los
estadounidenses se retiren. Todavía los necesitamos. No podríamos hacer frente
a la situación si, hipotéticamente, hubiera un alzamiento en Basora, un motín
del ejército en Anbar o si los kurdos anexaran unilateralmente Kirkuk.”
Pero importantes dirigentes iraquíes han tratado de pujar durante las
últimas tres veces para ver cuál es más crítico de los derechos
estadounidenses bajo el SOFA mientras generalmente los partidarios del acuerdo
han guardado silencio. Esto sugiere que la posición del candidato presidencial
republicano John McCain de que la ocupación de EE.UU. debería continuar
durante muchos años pronto sea insostenible. “Deberíamos negociar con el
próximo gobierno,” dijo el doctor Mahmoud Othman, veterano político kurdo y
miembro del parlamento. “Una carta de entendimiento bastará por el momento. Si
el acuerdo no es vinculante para el próximo gobierno ¿para qué firmarlo? La
gente pensará que tiene el objetivo de ayudar al partido republicano. Se ha
apurado porque este gobierno quiere mostrar que ha logrado algo. Es obvio.”
Defensores del SOFA, como el ministro de exteriores Hoshyar Zebari, dicen
que el acuerdo limitará y definirá los derechos estadounidenses en Iraq. La
alternativa es continuar con el mandato de la ONU bajo el cual las fuerzas de
EE.UU. pueden hacer lo que les da la gana. Pero las negociaciones han
provocado un contragolpe nacionalista entre los iraquíes árabes porque destaca
el grado en el que EE.UU. controlará su país en el futuro.
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(*) Patrick Cockburn es autor de "Muqtada: Muqtada Al-Sadr, the Shia Revival,
and the Struggle for Iraq."