Recientemente, el primer ministro de Irak
Nuri Al- Maliki en compañía de algunos de sus ministros realizó una visita a
Teherán, la segunda en lo que va de año.
Por
Maria Apakova -
RIA Novosti
En el curso de esa visita, las autoridades iraníes propusieron a los
iraquíes promover la cooperación estratégica incluido el aspecto militar.
Esa propuesta iraní coincidió con una pausa en las conversaciones en torno
a un tratado de cooperación estratégica a largo plazo entre Irak y Estados
Unidos, un pacto desfavorable para Irán desde todos los puntos de vista.
Actualmente, el primer ministro iraquí se encuentra ante una situación muy
complicada porque aspira a tener buenas relaciones tanto con Irán como con
EEUU.
La mejor de las variantes sería que Bagdad pudiera firmar acuerdos de
cooperación con ambos países, pero esto es casi imposible, teniendo en cuenta
las tensas relaciones que existen entre Washington y Teherán.
¿Qué puede hacer Maliki, que se ve obligado a tener en cuenta Irán por la
notable influencia que ejerce Teherán sobre la comunidad chiíta iraquí?
En cualquier momento, Irán puede hacer reventar la situación interna en
Irak, y si lo prefiere, también puede apaciguar la situación. Esta es la razón
que impide a Maliki enemistarse con Teherán.
Al mismo tiempo, Maliki necesita con urgencia suscribir un acuerdo con EEUU.
El mandato de la ONU sobre la permanencia de las tropas internacionales en
Irak expira el 31 de diciembre del presente año, y las fuerzas de seguridad
iraquíes todavía no son lo suficientemente fuertes para tomar las riendas del
orden público y la seguridad en Irak sin la ayuda militar occidental.
Además, Maliki no puede sustituir las tropas de la coalición internacional
con tropas iraquíes porque esto no lo permitirá EEUU, ni los países árabes y
mucho menos los estados vecinos de Irak.
Porque es muy alto el riesgo de que se desencadene un enfrentamiento entre
las comunidades sunitas y kurdas.
Por otra parte, al proponer su ayuda a Bagdad incluida la militar, es poco
probable que Teherán hubiese propuesto el envió de sus tropas a Irak, un paso
de riesgo político y militar demasiado alto.
La única opción que le queda a Maliki es reconciliar a Irán con EEUU.
En calidad de aliados, ambos países podrán garantizar la estabilidad y
seguridad de Irak. Pero por el momento, esa reconciliación no resulta.
Durante su visita a Teherán, Maliki trató de convencer a las autoridades
iraníes de que el acuerdo entre Bagdad y Washington no supone una amenaza para
ellos.
"Irak no será una plaza de armas para que EEUU pueda atacar países vecinos
entre ellos Irán", dijo Maliki en un intento atenuar la tormenta política
desatada después de que medios de prensa, entre ellos el diario británico
Independent publicaran supuestas versiones del tratado que firmará EEUU
con Irak.
A pesar de la carencia de pruebas sobre su fidelidad, las publicaciones en
torno al tratado han tenido gran resonancia y prácticamente, pusieron al borde
de la ruptura el proceso negociador entre las delegaciones iraquíes y
estadounidenses que trabajan en la elaboración del documento.
Entre los puntos más controvertidos figura la creación de casi 60 bases
militares estadounidenses en el territorio iraquí, y la absoluta inmunidad
para los soldados estadounidenses y funcionarios de las empresas privadas
estadounidenses contratadas para desarrollar labores de seguridad en Irak.
Las filtraciones de prensa indican que el tratado conferirá a las tropas
norteamericanas libertad de acción para emprender sin consulta operaciones
militares, allanamientos y arrestos, así como también asumir el control del
espacio aéreo iraquí a alturas inferiores a 9.000 metros.
El tratado permitirá a EEUU controlar todos los contratos relacionados con
la defensa y la compra de armas suscritos por Irak, e intervenir en todas las
decisiones del gobierno en materia de seguridad nacional durante varios años.
Finalmente, EEUU tendrá la potestad de utilizar el territorio iraquí para
atacar cualquier país "que suponga una amenaza para la estabilidad
internacional", y esto último, supone una advertencia directa a Irán.
Como era de esperar, las filtraciones desataron voces de indignación tanto
en Irak, como fuera de sus fronteras en primer lugar en Teherán.
Por su parte, las entidades estadounidenses evitan comentar las
publicaciones de prensa, y en relación al espinoso asunto del acuerdo, se
pronuncian en términos muy generales, como el embajador de EEUU Ryan Crocker,
que afirmó que el documento "no atenta contra la soberanía de Irak".
Si se tiene en cuenta que el tratado deberá ser sometido a consideración
del Parlamento y la opinión pública iraquí, es poco probable la adopción
incondicional de todas las propuestas estadounidenses a que se refiere la
prensa.
En Irak, ya comenzaron las protestas tras llamamientos de repudio por parte
de políticos como el influyente líder chiíta Moqtada al Sadr.
Los diputados iraquíes han remitido cartas al Congreso de EEUU en las que
advierten que rechazarán cualquier tipo de acuerdo con EEUU mientras no se
adopten los mecanismos y las fechas del retiro de las tropas extranjeras de su
país.
Cuesta imaginar lo que puede ocurrir en Irak si las filtraciones que
publicó la prensa son ciertas. Algunos expertos consideran que es poco
probable que EEUU cometa la imprudencia de hacer estallar ese país donde la
situación ya es demasiado tensa.
En EEUU afirman que las mencionadas filtraciones forman parte de una
campaña de provocación organizada por fuerzas políticas adversas a cualquier
acuerdo de cooperación entre EEUU e Irak, y las sospechas apuntan hacia Irán.
Pero la filtración también pudo ser orquestada por la parte estadounidense
para sondear de antemano las posibles reacciones de los iraquíes y ofrecer una
variante de tratado más moderada pero también conveniente al máximo.
Para muchos, esa posibilidad es una provocación evidente, aunque algunos
puntos citados por la prensa con mucha probabilidad serán tema obligado de
negociaciones, como la libertad de movimiento de las tropas estadounidenses en
Irak, y su absoluta inmunidad ante la legislación iraquí.
Independientemente de la intención de sus autores, las publicaciones de la
prensa ya tuvieron efectos concretos. Las negociaciones entre Bagdad y
Washington están estacadas y cada vez queda menos tiempo para resolver este
asunto.
Además de que caduca el mandato de la ONU sobre la permanencia de tropas
extranjeras en Irak, también expira el mandato del presidente estadounidense,
George W, Bush, con quien Maliki comenzó las conversaciones de cooperación
estratégica.
En noviembre del año pasado, ambos políticos acordaron que el acuerdo
debería ser firmado a más tardar el 31 de julio, y teniendo en cuenta la
actual situación, será muy difícil cumplir ese plazo.
Si las negociaciones sobre el tratado con EEUU se dilatan, Maliki deberá
pedir a la ONU prolongar el mandato a las tropas de la coalición
internacional, pero aquí pueden surgir otros problemas.
¿Qué países querrán permanecer en Irak a excepción de los norteamericanos?
Incluso la presencia de estos tampoco está muy clara, si se tienen en
cuenta los ajustes que puede hacer el nuevo presidente estadounidense.
En el Congreso estadounidense los debates en torno al tratado con Irak
pueden ser tan candentes y prolongados como en el parlamento iraquí, y esto
obligatoriamente dilatará aun más el asunto.
Entre tanto, las autoridades
iraníes, que no quieren fiarse de las circunstancias intentan por todos los
medios establecer la mayor cantidad posible de vínculos con los iraquíes y
esto hace que cada vez sea más difícil para Bagdad tomar partido entre
Washington y Teherán.