El gobierno de Estados Unidos
pretende perpetuar a partir del mes próximo la presencia militar en Irak
mediante la firma de un acuerdo secreto con las autoridades de este país
árabe.
Prensa Latina
La fecha tope para materializar el pretendido plan es finales de julio,
precisamente el momento concebido para iniciar el retiro paulatino de unos 10
mil soldados enviados por el presidente George W. Bush en febrero de 2007,
para reforzar el contingente castrense.
Esta decisión es sólo un alarde de repliegue al mantenerse 10 mil efectivos
más de los previstos cuando comenzó el llamado plan estratégico de Bush, y que
permitirá conservar en el terreno un poco más de 142 mil uniformados.
El periódico The Independent publicó días atrás indicios del contenido del
contrato que planea eternizar 50 bases militares en la nación del Golfo
Pérsico y permitirá a Washington actuar a espaldas de las leyes nacionales
para realizar operaciones de todo tipo.
Estipula, además, la total inmunidad legal para las tropas como para los
cientos de miles de contratistas estadounidenses que cumplen funciones
espurias.
Las revelaciones del diario londinense despertaron la ira de la mayoría de
los iraquíes y de algunos de sus gobernantes, quienes se oponen al proyecto al
considerarlo una violación de la "soberanía nacional".
En un comunicado, el clérigo chiíta Moqtada al Sader llamó a su comunidad a
realizar protestas contra el pretendido plan y a mantenerlas todos los viernes
tras la conclusión de las plegarias.
"Se convierte en un imperativo para mí no permanecer con los brazos
cruzados", dice la declaración del religioso, quien se ha convertido en un
fuerte escollo para la ocupación.
Un portavoz de Al Sader refirió que "las manifestaciones son el principio
de lo que se espera sea una larga y feroz batalla de los iraquíes contra la
futura presencia militar estadounidense".
El último viernes de mayo y el primero de junio, Bagdad y otras importantes
regiones del país fueron escenarios de gigantescas marchas en abierta
oposición a las negociaciones, que al decir de algunos funcionarios iraquíes
tiene puntos encontrados.
Irak no aceptará fórmulas que socaven su soberanía y vaya contra los
intereses del pueblo, expresó el vicepresidente iraquí, Tareq al Hachemi en
una conferencia en la sede de la Sociedad Jordana de Ciencias y Cultura.
Al Hachemi subrayó que existe un consenso nacional en rechazo a ese
pretendido acuerdo para prolongar la estancia de las tropas estadounidenses en
el país mesopotámico más allá del 2008.
El vicepresidente valoró el rol que pueden desempeñar los países árabes en
ayudar a la pacificación de Irak y lograr la reconciliación nacional,
perturbadas después de la invasión y posterior ocupación de ese estado por
tropas extranjeras en marzo de 2003.
Las autoridades iraquíes tienen pocas opciones para rechazar el contrato, a
sabiendas de que fueron elegidos y se sostienen gracias a la fuerza
estadounidense, estiman analistas árabes.
Son varias las coincidencias para pensar que Washington desee abandonar el
país después de más de cinco años de ocupación, y los ingentes esfuerzos de la
actual administración, a contra viento y marea, para justificar el lustro de
guerra.
Los hechos en el terreno son demostrativos de que irse no parece ser, al
menos por ahora, una opción válida cuando se conoce que el pasado mayo entró
en funcionamiento en la Zona Verde de Bagdad la mayor embajada norteamericana
del mundo.
La legación diplomática está diseñada con los servicios de una gran ciudad
(piscinas, centros de recreo, campos deportivos, etc.), da empleo a unas
cuatro mil personas y sus gastos anuales rondarán los mil 200 millones de
dólares, según fuentes del Congreso.
Suponer que Estados Unidos quiere permanecer en el país mesopotámico es una
verdad de Perogrullo, como cabe también sospechar que desde allí quiere
controlar la encendida zona del Oriente Medio con sus enormes reservas
petroleras y de gas.
Para eso fue la guerra, ¿no?
.