omo se podrá observar, ya queda menos de un año. Como consecuencia, se
promueve a primer plano el problema de reducción de arsenales nucleares y el
control de este proceso, puesto que el Tratado de Reducción de Arsenales
Nucleares, firmado el 2002 y vigente hasta el 2012, no estipula un proceso
irreversible y no establece un mecanismo activo de supervisión recíproca
permanente.
El Tratado firmado en 1991, que entró en vigor a desde finales de 1994,
estipula la limitación de potenciales estratégicos bélicos de las partes a 1.600
misiles con 6.000 cargas. El START-2 suscrito después del START-1, que en
particular prohibía la utilización de misiles balísticos intercontinentales con
múltiples ojivas de guiado individual, a fin de cuentas no entró en vigor. El
2004 Rusia oficialmente optó por abandonar el START-2 en respuesta a la retirada
de EE.UU. del Tratado de Sistemas de Misiles Antibalísticos (ABM) suscrito
en1972.
Actualmente, el último de los acuerdos sobre desarme nuclear (Tratado de
Reducción de Arsenales Nucleares), suscrito en 2002, establece una limitación de
entre 1.700-2.200 cargas para cada una de las partes. El número de misiles y
limitación de cargas para un misil no se determina, pues cada una de las partes
es libre de establecer la composición y la estructura de sus fuerzas nucleares.
El tratado no estipula un mecanismo de control.
Las Partes simplemente hacen referencia al vigente tratado START-1 y el
compromiso de que una comisión se reúna 2 veces al año para velar por el
cumplimiento del Tratado.
Sin embargo, el START-1 caduca el 2009, después de lo cual las reglas de
control y el cumplimiento de las obligaciones de las partes, pierden su fuerza
jurídica. El Tratado de Reducción de Arsenales Nucleares no establece ninguna
limitación con respecto a las cargas y misiles que se retiran del servicio
operacional. Estos pueden guardarse en almacenes e inmediatamente vueltos a
ponerse operacionales si fuere necesario.
Tomando en consideración que en los próximos 10 años se efectuará la
renovación de casi 300 misiles con base en tierra y de casi 100 con base en mar,
tal escenario no es favorable para Rusia: su posición económica no le permite
garantizar un rápido aumento de su potencial nuclear. Por ello, es un paso muy
importante y necesario la suscripción de un tratado general de limitación de
armas estratégicas ofensivas, que estipule no solamente la limitación
cuantitativa sino también un mecanismo de control de su cumplimiento.
La falta de dicho tratado más el despliegue del escudo antimisiles de EE.UU.,
puede conducir al desequilibrio nuclear entre Rusia y EE.UU. Ante una
superioridad cuantitativa de cargas por parte de un adversario potencial, el
peligro de que se produzca un primer ataque demoledor es mayor. En este caso, el
número de misiles que queden disponibles después del primer golpe, no
garantizará superar la defensa antimisiles a fin de causarle daños inadmisibles
al enemigo.
De este modo, teóricamente, el nuevo acuerdo deberá no solamente estipular la
limitación del START-1, sino también regularizar las relaciones de las partes en
el tema de la defensa antimisiles. La Administración de la Casa Blanca no ha
mostrado deseo de llegar a un acuerdo en lo que respecta a estos problemas. Sin
embargo, el cambio de gobierno, posiblemente, conducirá a un cambio de política
exterior, que permita a Rusia y EE.UU. conservar la paridad nuclear y continuar
la política de una reducción gradual del peligro nuclear.