Los bancos españoles podrían ser los próximos en sufrir los
efectos de la contracción financiera global.
Por
Sara Schaefer Muñoz
y Jonathan House -
The Wall Street Journal
Ahora que el colapso inmobiliario está golpeando a las
constructoras, los deudores hipotecarios y la economía española en general, el
panorama se está nublando, en particular para el sistema de cajas de ahorro, que
genera cerca de la mitad de los depósitos y préstamos del país.
La semana pasada, la calificadora de riesgo Moody's Investors
Service redujo sus calificaciones para cinco bancos grandes y medianos de
España, incluyendo a Caja de Ahorros del Mediterráneo y aludió al "rápido
deterioro de los indicadores de calidad de activos".
Cuando el gigante bancario británico Barclays PLC divulgó una
caída de 35% en sus ganancias del primer semestre, el jueves pasado, los
resultados incluyeron cargos por casi US$198 millones para cubrir pérdidas
ligadas al mercado español de bienes raíces. La firma de investigación Keefe,
Bruyette & Woods Ltd. ha sembrado dudas sobre la salud de Banco Popular y Banco
de Sabadell, en parte debido a que los bienes raíces y la construcción
representan cerca de un quinto de sus carteras de préstamos.
"La probabilidad de un 'aterrizaje forzoso' ha crecido y en
algunos casos la amortiguación [financiera de los bancos españoles] podría no
ser suficiente", opina María Cabanyes, vicepresidenta de Moody's a cargo de los
bancos españoles.
Al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, donde las
rebajas contables y los problemas crediticios han ocasionado una ola de recortes
de dividendos e inyecciones de capital, los bancos españoles han salido bien
librados. Muchos analistas atribuyen el mejor desempeño a un sistema regulatorio
que obligó a los bancos a provisionar reservas durante las épocas de vacas
gordas. Los reguladores desalentaron la creación de vehículos fuera de los
balances, a los que recurrieron muchos bancos estadounidenses y europeos para
invertir en los riesgosos valores hipotecarios estadounidenses.
Economía fría
No obstante, el colapso de la industria de la construcción
española el año pasado ha frenado en seco la economía. El Producto Interior
Bruto se expandió un 1,8% en el segundo trimestre frente a igual lapso del año
anterior, tras crecer un 2,7% en el primer trimestre, según el Banco de España.
Los préstamos que registran un atraso de más de tres meses sumaron en mayo US$41.700
millones, un 1,5% del total de los préstamos y más del doble del nivel del año
anterior.
La bancarrota el mes pasado de Martinsa-Fadesa SA, la mayor
inmobiliaria de España, fue una señal de alarma. La deuda de 5.200 millones de
euros (unos US$7.800 millones) de Martinsa-Fadesa podría disparar en un 20% la
deuda incobrable en el sistema español. Los bancos saldrían muy perjudicados si
hubiera nuevas quiebras de inmobiliarias.
Los dos mayores bancos de España, Banco Santander SA y Banco
Bilbao Vizcaya Argentaria SA, se encuentran en una buena posición para capear la
tormenta, aseguran los analistas. Esto se debe, en parte, a los sólidos
resultados cosechados en América Latina y otras partes de sus operaciones
globales. Santander accedió el mes pasado a pagar 1.260 millones de libras
esterlinas (unos US$2.400 millones) para adquirir el banco hipotecario británico
Alliance & Leicester PLC.
Roberto Higuera, vicepresidente y director de finanzas de Banco
Popular, reconoce que la banca española tiene duros desafíos por delante, pero
insiste en que su banco está preparado y cuenta con 1.500 millones de euros en
reservas que aún no ha utilizado.
La corredora Dresdner Kleinwort calcula que en un "escenario de
pesadilla" en el que las pérdidas relacionadas a los préstamos a las
constructoras asciendan al 50%, el único de los cuatro mayores bancos españoles
que tendría que provisionar y, posiblemente, verse forzado a recaudar capital
fresco sería el Banco de Sabadell. La entidad acaba de apuntalar su capital con
la venta de la mitad de su filial de seguros a Zurich Financial Services por 900
millones de euros, informó un vocero.