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International Herald Tribune /
The New York Times Syndicate
Una reciente encuesta Gallup con musulmanes de 39 países reveló que el
92% de los musulmanes creen que los ataques contra civiles nunca pueden
justificarse. Cuando se les pidió que explicaran su posición, un segmento
significativo del grupo citó la insistencia del Corán en salvaguardar la
vida de los inocentes como un deber moral.
A pesar de esto, el diputado holandés Geert Wilders preferiría que
pensáramos diferente. El filme que Wilders puso en internet es la última de
una serie de provocaciones contra las comunidades musulmanas en Holanda y
contra el Islam en general. Su título, "Fitna", es una palabra árabe que
significa caos o conflicto. Parece que éste es también el desenlace deseado
por Wilders.
Afirma que la mayoría de los musulmanes holandeses debieran irse de
Holanda o romper al menos la mitad del Corán si desean quedarse. Prometió
que la película mostrará definitivamente "los elementos violentos y
fascistas de la fe musulmana".
No hay duda de que un pequeño número de extremistas criminales han
cometido violencia en nombre del Islam en los últimos años. Pero no
representan a la abrumadora mayoría de los musulmanes.
La encuesta Gallup muestra también que la minoría de personas que cree
que la violencia puede a veces justificarse, raramente usan la religión o el
Corán en apoyo de sus opiniones. Sus razones son, en su mayor parte,
geopolíticas.
En otras palabras, las proclamas antimusulmanas de Wilders no sólo son
racistas sino también inexactas.
División inventada
La cínica utilización de las políticas de identidad para volver a
personas contra otras para obtener ganancias políticas no es una táctica
nueva.
Los últimos años han estado marcados por un aumento en las tensiones
entre pequeños grupos de extremistas de todo el mundo que promueven la
percepción de una supuesta división "musulmanes-Occidente".
No es una sorpresa que aquellos en los extremos de cada bando empleen una
similar retórica incendiaria para provocar a los jóvenes, con el objetivo
final de fortalecer sus propias plataformas políticas. Al difundir una
película que sin duda insulta profundas creencias religiosas, Wilders al
parecer espera causar una reacción violenta para probar sus propios
argumentos.
Oportunidad de una crisis
Al igual que con la crisis de las caricaturas danesas hace dos años, esta
situación, si bien peligrosa, ofrece también oportunidades únicas. Cada vez
que se despliegan recursos para esparcir desinformación, se espera un
aumento de la curiosidad pública.
Ya hay muchos interesados en aprender más sobre el Islam. Es probable que
el número crezca después de esto (el Vaticano ya contabilizó más musulmanes
que católicos en el mundo en un reciente informe).
Es crítico que aprovechemos esta oportunidad para movilizarnos a fin de
ofrecer un cuadro más exacto del Islam. Como mediadores en un debate cada
vez más acalorado, nuestros esfuerzos por contrarrestar a los semejantes de
Wilders debe estar dirigido tanto hacia afuera (enseñando a otros acerca de
los musulmanes) como hacia adentro, a nuestra juventud.
¿Cómo asegurar que nuestra juventud no caiga presa de esa provocación?
Debemos ser sensibles a sus necesidades y escucharlos con atención.
Debiéramos usar cada oportunidad para desarrollar más las identidades
saludables occidentales y musulmanas. Y la mejor manera de empezar a hacer
esto es dar un ejemplo de moderación en nuestras propias palabras y actos.