"Los "zapadnik" (mote a los funcionarios de OSCE) se acobardaron, hicieron
sus maletas y se largaron", dijo Milan al resumir las acciones de repudio
emprendidas por los serbios de Mitrovica tras la proclamación de la
independencia de Kosovo, el pasado 17 de febrero.
"Los más listos fueron los de la ONU que en la fachada de su edificio
enarbolaron las banderas de Rusia y Serbia y la multitud no los tocó" dijo
Milan al recordar los desórdenes que ocurrieron en la parte norte de la ciudad,
mientras que el sur, habitado por albaneses estalló el jolgorio, los petardos y
las botellas de champán para celebrar la independencia.
A pesar de encontrarse a 60 kilómetros por carretera de la frontera real
entre Kosovo y Serbia, Mitrovica es de hecho una zona fronteriza porque allí
impera la autoridad de Pristina y la de Belgrado. El único lugar de Mitrovica
donde las leyes serbias y las albanesas no tienen vigencia es un puente sobre el
río Ibar que separa las dos comunidades y que nadie cruza.
"Ahora, lo importante es impedir que la misión de la Unión Europea (UE)
llegue a Mitrovica, que se vayan al diablo! espetó Milan en alusión a los 2.000
funcionarios entre policías y jueces que destinó la UE con la misión de
restablecer el orden y la legalidad en Kosovo, otro país surgido del
desmembramiento de la antigua Yugoslavia.
A juzgar por los ánimos de los serbios de Mitrovica, los funcionarios de la
UE tendrán que asentarse en otro sitio porque no tolerarán a ninguno de ellos en
su territorio, "se quedaron sin lugar para alojarse", comentó con una sonrisa
Milan.
Según comenta la gente, en el hotel "Sasha" donde se debían hospedar a los
funcionarios europeos estallaron sin producir víctimas dos granadas, y tras esa
advertencia, el propietario del inmueble anuló el contrato que había firmado con
la UE.
A pesar de que la ONU y la OTAN controlan todo el territorio de Kosovo, lo
cierto es que en Mitrovica esas entidades internacionales tienen autoridad
únicamente en el sector albanés.
Desde el puente hasta la frontera con Serbia la mayoría de la población sólo
reconoce la autoridad de Belgrado e incluso participa en los comicios serbios.
Al sur del río Ibar la moneda de circulación es el euro, mientras que al
norte continúa siendo el dinar. En la parte serbia los autos siguen usando las
antiguas matrículas yugoslavas, o ninguna, y en el lado albanés, los vehículos
tienen placas impuestas por la ONU.
En el norte de Mitrovica los habitantes serbios reciben las llamadas
telefónicas con el código internacional 00381, de Serbia, y la población
albanesa con el 00377, que corresponde a Mónaco.
Aunque parece que las cosas siguen como antes, al día siguiente de la
proclamación de independencia en la zona serbia de Mitrovica aparecieron jóvenes
voluntarios serbios con cintas en el brazo para patrullar las calles y
garantizar el orden.
Los voluntarios vigilan con mayor recelo el puente, desde donde pueden venir
los funcionarios extranjeros de la UE que no están dispuestos a recibir.
En los barrios serbios de Mitrovica nadie oculta que en las casas hay armas
ocultas, pero los hombres serbios aseguran a los periodistas que por el momento
no las piensan emplear.
"Si emprendemos acciones violentas los albaneses convertirán en cenizas los
poblados serbios localizados en otras regiones de Kosovo", me explica Marko
Jaksic, presidente de la comunidad Serbia de Kosovo.
"Nuestro objetivo es lograr por las vías pacíficas la secesión del norte de
Kosovo. Estamos dispuestos a cooperar con la UNMIK (misión de la ONU en Kosovo)
pero no reconoceremos la misión de la UE porque es ilegal", subrayó.
Explicó que la población serbia de Mitrovica ha declarado una campaña de
desobediencia civil absoluta. A pesar de la precaria situación económica, los
serbios rechazarán las ofertas más atractivas y a ningún precio alquilarán sus
apartamentos a los funcionarios de la UE.
"Hemos prohibido ofrecer cualquier tipo de servicio humanitario a esos
funcionarios, y a aquellos que se arriesguen a desobedecer, serán amonestados
por serbios más concientes", dijo Jaksic mirando a dos jóvenes del cuerpo de
voluntarios.
En cuanto al futuro de Kosovo como país independiente, Jaksic es pesimista.
"De los 6.000 millones de euros que ha gastado la UE en Kosovo no queda ni la
sombra y los 1.000 millones que recién prometió, una mitad se la robarán los
funcionarios corruptos y la otra mitad se gastará en el pago de los salarios
para los expertos y funcionarios europeos", comentó.
Dejan Milosevic, alias "Kunitsa"(marta), jefe de la Reserva Serbia accedió a
recibirme en la noche, en una zona neutral de la frontera entre Serbia y Kosovo
cerca al paso fronterizo Merdar.
"Kunitsa" no pudo pasar por el puesto de frontera controlado por los
albaneses porque hubiera sido fusilado al momento, a pesar de mi acreditación
como periodista rusa, las autoridades serbias no me dejaron entrar en su
territorio porque está categóricamente prohibido el paso de extranjeros
provenientes del lado de Pristina.
"De este lado de la frontera (parte serbia) hay más de cien mil reservistas
serbios veteranos de las recientes guerras en los Balcanes pero el Gobierno nos
quitó las armas", se lamenta "Kunitsa".
Tras arrojar varios trozos de leña a la fogata que nos alumbra, el veterano
confiesa que la independencia de Kosovo supuso un duro golpe para los serbios
que viven en todo el espacio de la desaparecida Yugoslavia.
"Tenemos armas para defendernos pero no las suficientes para combatir",
subrayó, "nunca reconoceremos la independencia de Kosovo, y sólo podemos
protestar pacíficamente y rechazar todas las ofertas para vender nuestras
tierras", concluyó.