(IAR Noticias)
06-Agosto-08
Bajo el amparo del número ocho, con connotaciones relacionadas con "felicidad"
en China, el próximo día ocho de agosto, octavo mes del año, a las 8:08 de la
mañana, darán comienzo los Juegos Olímpicos de Verano en China.
Por
Txente Rekondo - GAIN (*)
Para el dragón
asiático este acontecimiento es la oportunidad esperada desde haca varios años
para poder mostrar al mundo los avances chinos y sobra todo su deseo de
presentarse ante la comunidad internacional como una alternativa seria a la
lista de potencias mundiales, emergentes o no, que pueden disputar en el
futuro la supremacía estadounidense en el teatro mundial, y tal vez
estructurar en torno suyo un nuevo orden mundial que acabe con el unipolarismo
hegemonizante que hoy en día mantiene Washington.
No ha sido un año fácil para el gobierno chino, las importantes nevadas que
colapsaron el país a finales de enero, las protestas de Tibet en marzo, el
accidente de trenes en abril, el terremoto de mayo, o las recientes
inundaciones en el sur del país, son acontecimiento que podían haber puesto en
tela de juicio ese manto de esperanza que se creó en torno al ocho. Sin
embargo, las reacciones del gobierno, con sus máximos representantes a la
cabeza, y la movilización de la población ha permitido solventar de momento
esos duros reveses.
Desde hace unos meses se ha desatado una especie de paranoia entre algunos
medios de comunicación occidentales, presentando buena parte de las medidas
adoptadas por el gobierno chino como "prueba irrefutable" del déficit
democrático que atesora. Obcecados en mostrar interesadamente la cara menos
amable del estado chino, olvidan con ligereza que las anteriores citas
olímpicas en sus propios países han estado acompañadas de medidas similares.
Desplazamiento de grupos de población, pelotazos inmobiliarios, detenciones
masivas, control de la población, restricciones de movimientos? son
experiencias que se han repetido en los Juegos Olímpicos más recientes.
Esos abanderados de la ética y la democracia de corte occidental deberían
repasar la actuación de sus ancestros y recordar el trato que desde Occidente
se dio a China en el pasado. La actitud de Gran Bretaña y Francia en el siglo
diecinueve en torno a la llamada Guerra del Opio es un buen ejemplo. Mientras
que ahora se tiende a criticar a China en temas de derechos humanos, libertad
religiosa o corrupción, se olvida que a través de la guerra del opio, toda una
generación china estuvo encadenada al consumo del mismo y causó un auge de la
corrupción hasta parámetros nunca vistos. La tendencia a aplicar parámetros y
ecuaciones eurocéntricas sobre todos los aspectos de la vida, hace que se pase
por alto la visión del mundo y la sociedad que se tiene en otras realidades,
bien sea China, África o cualquier otro lugar del mundo.
China es un gigante en movimiento, toda lectura estática sobre cualquier
realidad de aquél país está abocada al fracaso. Se hace necesario comprender
por tanto que si bien los Juegos Olímpicos son un reto lave a corto plazo, la
complejidad china lleva aparejada un sin fin de retos a medio y largo plazo.
El sistema político chino es uno de los mayores quebraderos de cabeza para
algunos analistas occidentales. La lucha por el poder dentro del propio
Partido Comunista de China (PCCh) ha sido una constante a lo largo de su
historia, pero esos peligros de desestabilización han sido superados en cada
una de las ocasiones que se han planteado. La evolución ideológica dentro de
las líneas fundamentales del PCCh es clave para entender esa realidad y para
echar por tierra las teorías quietistas en torno al propio partido. Las
teorías de los tres representantes de Jiang Zemin ha dado paso a la
construcción de "la sociedad armoniosa" de Hu Jintao, y son buen aprueba de
que la política gubernamental china no es estática.
El 17 Congreso del PCCh del pasado año situó sobre la mesa un nuevo reto,
encaminado a "avanzar con el pensamiento de la libración", lo que algunos han
venido en definir como la tercera ola de las reformas políticas chinas. No
obstante sería un grave error intentar entender o equiparar estas reformas
políticas bajo los parámetros occidentales de democracia, los representantes
chinos prefieren hablar de ?extender la democracia de base y participación?.
En ese sentido se están sucediendo las experiencias participativas, sobre todo
en las zonas rurales, donde la participación de base en los pueblos está
recuperando y movilizando la participación política. Unido a ello está la
instauración del sistema "zhengfa", oficinas políticas y judiciales, que busca
poner fin a determinados excesos de algunos representantes regionales y
políticos. También hay que situar en ese contexto de cambios el ?sistema de
tenencia?, que pretende dar poder real a los delegados del partido.
Los dirigentes chinos son conscientes que el desarrollo económico puede estar
generando desequilibrios importantes, y que éstos si no se atajan pueden
desembocar en serio riesgos para la estabilidad del sistema, de ahí que sigan
desarrollando una política para frenar la inflación, combatir la corrupción,
continuar con las reformas políticas y conservar el medioambiente, entre
otros. Por todo ello sería redundar en un error intentar encuadrar la visión
reformista de los dirigentes chinos en los ?modelos democráticos? auspiciados
por Occidente.
Las desigualdades económicas son otra fuente de inestabilidad en auge. Muchas
de las protestas que se suceden a lo largo del año en China (denominadas
oficialmente como "incidentes masivos" que requieren la intervención policial)
están unidas a los desequilibrios económicos (zonas urbanas/ rurales, entre
regiones?) que se producen. Algunas medidas económicas han traído consigo el
aumento considerable del desempleo en las ciudades chinas, mientras que en las
zonas rurales el desarrollo de proyectos no agrícolas, la compre de tierras,
el desplazamiento de la población hacia las ciudades, también ha generado
bolsas de desempleados.
Las políticas impuestas por instituciones internacionales han sido parte de
las causantes de esa situación. La privatización de algunas empresas y
servicios han contribuido a que las desigualdades se sucedan en China. El
gobierno chino es consciente de que la desigualdad regional es una fuente de
divisiones políticas que puede afectar negativamente a dos de sus pilares
programáticos, la estabilidad (wending) y el desarrollo (fazhan).
Cuando la gente rechaza alguna actuación de las autoridades, y se encuentra
sin salida para canalizar sus protestas y demandas, se desatan los actos
violentos contra las representaciones oficiales del gobierno. Choques por
intereses empresariales frente a reclamaciones populares, demolición de
viviendas, bajas compensaciones sobre tierras, y en ocasiones además aparecen
ciertos componentes étnicos, son algunos de los motivos que generan las
protestas en China. Porque como señala un analista local, "por norma general
el pueblo chino siempre ha sido muy tolerante, pero como cualquier persona, la
tolerancia tiene sus límites".
Una característica de esta nueva coyuntura es la emergencia de los llamados
nuevos ricos. Este año se cumplen treinta años del inicio de las reformas
económicas de la última era china, lo que ha supuesto al mismo tiempo la
formación de un grupo de nuevos ricos que en china reciben todo un abanico de
nombres (xingui-nuevos ricos; dakuan-derrochadores; xin zibenjia-nuevos
capitalistas; fuhao-ricos y poderosos). Pero en esta ocasión tampoco nos vales
los parámetros occidentales para catalogarlos como nueva clase media., ya que
la composición y conceptualización de éstos es mucho más compleja.
Los nuevos ricos son un grupo compuesto por élites económicas, la pequeña
burguesía emergente y los profesionales ligados a sectores económicos en
ascenso. No todos los componentes de ese grupo son ?super-ricos?, existe una
jerarquía en cuento al estatus y el poder político, pero es evidente que
existe una cierta relación entre poder económico y político. La participación
de los llamados "empresarios privados" ha sido central en el desarrollo del
sistema económico chino, junto a ellos la aparición de los nuevos
profesionales y otro tipo de capital humano también ha contribuido a las
citadas transformaciones. La velocidad de algunos de estos cambios dificulta
identificar y clasificar los factores claves en el mismo. Pero la aparición de
nuevas formas de consumo, ligadas al lujo y el ocio, y dirigidas hacia esa
nueva clase puede acabar convirtiéndose en un arma de doble filo.
Históricamente, la población china ha sido muy dad al consumo, pero si eso
trae acarreado el aumento de las distancia entre unos y otros, el
desequilibrio puede ser fatal. Finalmente, los llamados nuevos ricos han
mostrado su rostro en otros lugares, su expansión internacional parece
preocupar a sus competidores occidentales, quienes no ven ningún problema si
esos ricos se mantiene de puertas adentro en China (lo que podría suponer un
cambio favorable para los intereses de esas compañías extranjeras en el país
asiático), pero que temen la competencia en el resto del mundo.
El desarrollo sostenible y el medio ambiente son motivos de preocupación para
el gobierno chino. Una doble amenaza pende sobre el futuro chino, por un lado
los problemas relacionados con una sobrepoblación y su desarrollo, que genere
erosiones, deforestaciones y desertificación. Por otro lado, el rápido
crecimiento industrial puede generar nuevos problemas de polución y
desequilibrios regionales. Las instituciones internacionales, a pesar de toso,
reconocen que en los últimos veinte años, el gobierno chino lleva dando pasos
importantes para poder corregir esos riesgos. De aquí en adelante, el gobierno
de Beijing deberá ser capaz de regular el crecimiento de la sociedad con los
problemas medioambientales que se generen, al tiempo que haga frente en esa
misma línea a las demandas que esa sociedad en crecimiento pueda solicitar.
Muy unido a lo anterior están las políticas sociales, el crecimiento
demográfico y la demanda alimentaria. China ha sabido mantener un adecuado
equilibrio entre el crecimiento de su población y el acceso de ésta a una
adecuada alimentación, de hecho, la importación de alimentos en China es muy
pequeña. La tan criticada en Occidente política de "un sólo hijo" ha sido
clave en esa éxito que permite mantener el delicado balance entre crecimiento
de la población, seguridad alimentaria y desarrollo humano (India podría ser
la otra cara de la moneda). Los indicadores de desarrollo (expectativa de
vida, ingresos per cápita, acceso a la educación, servicios sanitarios o
accesibilidad a la alimentación) no sólo no han empeorado, sino que han
progresado en China.
Otros temas en torno a la mujer, la familia, la educación, la salud o las
desigualdades sociales están siendo abordados por los gobernantes chinos,
conscientes que el buen desarrollo de los mismos son claves para mantener la
armonía social o desarrollar una sociedad armoniosa. Una política que ha
permitido eliminar casi por completo la ?pobreza absoluta?, que está
recomendando mayores inversiones en servicios sociales, que al mismo tiempo
introduce un sistema de impuestos progresivo, donde los que más tiene pagan
más, y que busca afianzar el rumbo de China tanto dentro como fuera de sus
propias fronteras.
En los próximos meses china también tendrá que lidiar con otros retos
importantes. Los movimientos secesionistas, la relación de Taiwán, los
desequilibrios étnicos y regionales, son algunos de ellos. Las protestas de la
población tibetana o uyghur pueden verse acrecentadas durante la celebración
de los JJOO, pero la existencia de esas demandas transciende al ámbito
olímpico, y si no se afrontan desde el diálogo y la negociación, perdurarán en
el tiempo.
La sacrosanta unidad territorial china, unida a lo anterior y a las relaciones
con Taiwán también estará en la agenda china en el futuro. Un acuerdo
negociado con Taiwán es la base para el restablecimiento de unas relaciones
normalizadas y la rebaja de la tensión regional. Sin olvidar las demandas
étnicas de algunas minorías que se están viendo desplazadas por la hegemonía
Han y que pueden generar importantes quebraderos de cabeza a los dirigentes
chinos.
La duración temporal de las Olimpiadas no debe impedir ver el transfondo de
una compleja realidad que representa el dragón chino, con sus retos y sus
cambios, pero siempre en base al deseo de la población china y no a un guión
elaborado por actores extranjeros en línea con los intereses de éstos.
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(*)Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)