Al cabo de la tercera visita de Ibrahim Gambari,
se confirmó que la junta militar no está de humor para cambiar sus
planes políticos. Al enviado de la ONU (Organización de las Naciones
Unidas) se le hizo pasar varios momentos difíciles entre su llegada
el jueves y su partida el lunes.
La instancia más crítica fue la reunión con el
ministro de Información, general Kyaw Hsan, quien le aseguró que era
"imposible" realizar cambios al proyecto de constitución aún no
aprobado pero discutido por una asamblea designada a dedo por el
régimen.
También quedó descartada la posibilidad de un diálogo significativo
entre la junta y la líder de la oposición prodemocrática, Aung San
Suu Kyi, quien se encuentra en arresto domiciliario, o con su
partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND).
Kyaw San acusó a la premio Nobel de la Paz de arrojar obstáculos
contra ese diálogo. Y afirmó que el líder de la junta, general Than
Shwe, accederá a reunirse con ella si abandona su "actitud de
choque", en especial su exhortación a imponer sanciones contra la
dictadura.
Además, el ministro acusó a Gambari, un experimentado diplomático
nigeriano, de parcialidad en favor de Suu Kyi y de asumir un punto
de vista "occidental".
El régimen mostró así la posición más dura hacia Gambari desde que
el funcionario comenzó su misión, luego de la sangrienta represión
en septiembre de decenas de miles de manifestantes pacíficos y
desarmados encabezados por monjes budistas.
Al mismo tiempo que Gambari partía desde el aeropuerto de Rangún, el
diplomático retirado Barry Desker, de Singapur, advirtió en un
seminario en Bruselas que las sanciones económicas de la UE no
tendrían efecto alguno sobre la junta militar birmana.
La prohibición a la importación de piedras preciosas, madera y metal
desde Birmania fue impuesta en octubre, en respuesta a la represión,
y, según Desker, tienen el objetivo de salvar la conciencia de
algunos políticos europeos.
Pero la principal inversión europea en el país asiático, la de la
compañía petrolera francesa Total en el campo gasífero de Yadana,
continúa intocado, recordó el diplomático, negociador comercial de
Singapur en los años 90, en declaraciones a IPS.
Birmania es un "blanco fácil" para Occidente, aunque otros países
tienen una situación peor en materia de democracia y de derechos
humanos, agregó el hoy rector de la Escuela S. Rajaratnam de
Estudios Internacionales de Singapur. "Pero nadie toma medidas
contra Arabia Saudita", advirtió.
Los países extranjeros, incluidos los socios de Birmania en la
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), tienen poca
influencia en Birmania, cuya junta "es suspicaz frente al mundo
exterior", indicó.
El "mal rato" ofrecido a Gambari en su visita respondió a la
intención de la junta de "mostrar a Birmania como país soberano que
no necesita el involucramiento de la ONU", dijo a IPS el portavoz
del proscripto Partido Democrático para una Nueva Sociedad, Zaw Min.
"Resulta claro que la junta birmana no respeta a los enviados de la
ONU", anotó Mark Farmaner, director de la Campaña por Birmania en
Gran Bretaña, en un comunicado divulgado desde Londres. "Es hora de
que la ONU adopte un nuevo enfoque y que el secretario general (Ban
Ki-moon) lidere el esfuerzo", sostuvo.
La junta anunció la celebración de un referéndum constitucional en
mayo y de elecciones generales para 2010, en los cuales Suu Kyi
estará proscripta.
Birmania ha sido gobernada por sucesivas juntas militares desde el
golpe militar de 1962. En 1990, después de un levantamiento popular
brutalmente reprimido, se realizaron elecciones generales en las que
la LND obtuvo una abrumadora mayoría.
La junta desconoció el veredicto de la ciudadanía, se atornilló en
el poder y persiguió a los opositores, la mayoría de cuyos
principales dirigentes están hoy en el exilio o en la cárcel.
Desde 1992, la ONU designó, a fin de considerar la situación en
Birmania, a tres enviados para derechos humanos y a otros tres de
carácter político. Ninguno de ellos logró aliviar la represión.
La intención de la junta es implementar una "hoja de ruta" de siete
pasos, entre los que figura la constitución de un "estado
democrático, desarrollado, disciplinado y próspero", para lo que
pretenden afianzar su poder mediante la reforma constitucional.
"China apoya a la junta detrás de bambalinas", dijo Zin Linn,
portavoz de la Coalición Nacional de Gobierno de la Unión de
Birmania radicado en Tailandia luego de desconocido el resultado de
las elecciones de 1990. "Sin el apoyo de China, la junta no se
animaría a enfrentarse con la ONU."
Pero el responsable del departamento de relaciones con el sudeste
asiático de la Comisión Europea (rama ejecutiva de la UE), Seamus
Gillespie, dijo que le "sorprendería mucho si el gobierno birmano
resulta 100 por ciento insensible" a las críticas internacionales.
"Creo que algún mensaje les está llegando, aun cuando no en la
fuerza suficiente y en el momento adecuado", concluyó.