Los uniformados se creen
garantes de los valores de la independencia y han advertido que no
apoyarán a ningún candidato que viole esos principios. Únicamente
confían en el actual Presidente y sólo después de asegurarse siga en el
poder ganando la segunda ronda presidencial del 27 de junio, pueden
pensar en elegir a su sucesor.
Por Blessing-Miles
Tendi - The Guardian
Durante los últimos años, el partido ZANU-PF ha estado fuertemente dividido
en torno de quién, de entre sus filas, debiera suceder al Presidente de
Zimbabwe Robert Mugabe. Hasta los militares del país han dado a conocer sus
puntos de vista en el tema de la sucesión.
El 9 de enero de 2002, el entonces comandante de las Fuerzas de Defensa
de Zimbabwe (ZDF) Vitales Zvinavashe declaró ante el país: "Hay que saber
que el más alto cargo del país es una camisa de fuerza de cuyo ocupante se
espera que se atenga a los objetivos de la lucha de liberación. No
aceptaremos, por lo tanto, ni menos apoyaremos o aplaudiremos, a nadie con
una agenda diferente que amenace la existencia misma de nuestra soberanía".
La declaración de Zvinavashe se produjo dos meses antes de la elección
presidencial de 2002 y estaba dirigida principalmente al líder opositor
Morgan Tsvangirai, que carecía de credenciales de guerra de liberación.
La victoria de Mugabe en la elección presidencial de 2002 se facilitó por
la participación militar en su campaña. Zvinavashe se retiró como comandante
de la ZDF en 2003 y fue reemplazado por el general Constantine Chiwenga.
En octubre de 2004, antes de las elecciones parlamentarias de 2005, el
general Chiwenga repitió la historia imitando a Zvinavashe. "No vacilaré en
manifestar de nuevo públicamente en nombre de las Fuerzas de Defensa de
Zimbabwe que no aceptaremos ningún cambio de Gobierno que lleve la marca
‘made in London’ y cuyo único objetivo sea desbaratar lo ganado en la lucha
de liberación", dijo Chiwenga esa vez.
Los generales del Ejército no sólo se alinearon abiertamente con el ZANU-PF:
su participación en la política y en la economía tradicional se hizo
crecientemente intrusiva.
Los "guardianes"
En 2006 entrevisté a militares de alto rango en Zimbabwe, incluido
Chiwenga. Puedo afirmar responsablemente que sectores de los militares de
Zimbabwe con experiencia en la guerra de liberación, dominados por generales
como Zvinavashe, Chiwenga y Perence Shiri, nunca han sido profesionales.
Siempre han tenido un interés en la política del país. Se ven a sí mismos
como "guardianes" del legado de la lucha de liberación de Zimbabwe y de la
soberanía del país.
Creen que la independencia y la soberanía nacionales sólo están seguras
en manos del Zanu-PF. Este partido no se vio amenazado sino hasta que surgió
el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) en 2000 y esta es la razón
por la que los generales no intervinieron directamente antes en política.
Cuando finalmente el ZANU-PF se vio amenazado, alzaron la voz para
garantizar su supervivencia.
Pasión por la política
Tras la derrota de Mugabe ante Tsvangirai en la elección presidencial de
marzo de 2008, los generales volvieron a hacerse presentes. Desaprobaron que
Mugabe reconociera la derrota, contribuyeron a la demora de un mes en
entregar el conteo final y lanzaron la violenta campaña en curso para
terminar con el apoyo a Tsvangirai en las zonas rurales.
Los generales aún en servicio de la época de la guerra de liberación
tendrán una voz poderosa en las futuras combinaciones políticas de Zimbabwe.
En realidad, la ardiente pasión y el compromiso hacia la soberanía
expresados por Zvinavashe, Chiwenga y Shiri es una manera de mantener una
buena vida para sí mismos y la elite política del ZANU-PF.
Recurren a la soberanía para proteger su control sobre el poder y los
beneficios materiales que vienen con él. Por eso la necesidad de asegurar
que el próximo Presidente de Zimbabwe sea un hombre del ZANU-PF: Mugabe.
Delfín con bendición
militar
Pero mantener como líder a Mugabe es una medida de corto plazo. Los
generales, Mugabe y el ZANU-PF quedaron conmocionados por la derrota en la
elección de marzo. Finalmente se les ha hecho evidente que no pueden
posponer para siempre el tema de la sucesión.
Actualmente, Emmerson D Mnangagwa es el postulante más fuerte para
reemplazar a Mugabe y parece contar con la aprobación de los generales.
El cálculo de los generales, de Mnangagwa y su partidarios en el ZANU-PF
es que Mugabe gane la segunda vuelta el 27 junio, pensando en que se designe
a un sucesor de Mugabe no muy avanzado su período presidencial, tras lo cual
se formaría un Gobierno de unidad nacional con sectores de la oposición a
fin de atraer la aceptación de la comunidad internacional.
El ZANU-PF perdió el control de la cámara de diputados ante el MCD de
Tsvangirai por 99 bancas contra 97 en marzo, pero, de acuerdo a la
Constitución de Zimbabwe, la persona elegida como Presidente tiene la
facultad de designar a 33 senadores en la cámara alta.
La Cámara de Diputados y el Senado funcionan como colegio electoral en
caso de que el Presidente muera en su cargo, renuncie o esté mentalmente
incapacitado. El partido político que tenga la mayoría en este colegio
electoral escoge al nuevo Presidente.
Un triunfo de Mugabe en la segunda vuelta garantizará al ZANU-PF 33
bancas extras en el colegio electoral y, de ese modo, una mayoría decisiva.
Esto le permite al ZANU-PF solucionar su sucesión intra-partidaria mediante
un proceso nacional constitucional.
Tal como está el equilibrio del poder, Mnangagwa parece ser el hombre
para suceder a Mugabe a través de este proceso, cuando llegue el momento
"apropiado".
******