udáfrica es un país moderno e industrializado, con una de las constituciones
más progresistas del mundo, que se enorgullece de su inclusividad. Su pueblo
proclama conceptos como la "nación arcoiris" y "el mundo en un país" y, pese a
las resistencias, formó una celebrada comisión de verdad y reconciliación.
Esto hace más enojosos los recientes acontecimientos. Al menos 24 personas
han sido asesinadas en ataques orquestados de grupos de sudafricanos contra
inmigrantes en las barriadas pobres en torno de Johannesburgo. Dos de estos
fueron quemados hasta la muerte. Las víctimas son principalmente zimbabwenses.
Informes citan a los atacantes diciendo que los inmigrantes son "ladrones de
empleos".
Sudáfrica, evidentemente, ha fracasado en enfrentar todos sus males. La
xenofobia que generaron estos ataques permea a toda su sociedad. La causa
inmediata de esta violencia es la desesperación de sectores de negros
sudafricanos pobres que viven en condiciones infrahumanas.
Colonialismo y apartheid
Este país sigue siendo el más desigual del mundo. La pobreza y la
desesperación son sólo una parte de la historia. Extensas investigaciones
realizadas por el Proyecto Sudafricano de Migración han mostrado que Sudáfrica,
Botswana y Namibia están entre los países más xenofóbicos del mundo, y que los
sudafricanos abrigan, de lejos, los más fuertes sentimientos antiinmigrantes.
Además, estos sentimientos cruzan a través de todas las principales
categorías socioeconómicas y demográficas. Jóvenes y viejos, negros y blancos,
educados o no. "Exhiben una extraordinaria consistencia en su antagonismo hacia
los extranjeros, particularmente hacia aquellos de otros países del África y
especialmente los considerados ‘inmigrantes ilegales’", dicen los estudios.
Hasta los refugiados son vistos negativamente. Sudáfrica y los países
vecinos, estructurados en gran medida a partir de sus políticas, siempre han
tendido a odiar a otros. El colonialismo y el apartheid se desarrollaron sobre
esa conciencia.
Los expertos y observadores de Sudáfrica suelen generalizar acerca de sus
políticas progresistas. Lo que olvidan es que sectores de la clase política de
Sudáfrica (una pequeña minoría) van por delante de su población en asumir leyes
y actitudes progresistas sobre la sexualidad, el matrimonio, la pena capital e
incluso la inmigración. En cambio, la población es generalmente conservadora y
socialmente derechista. La amplitud y la tolerancia, y una conciencia histórica,
no necesariamente iban a la par con la oposición al apartheid.
Responsabilidades
Los sentimientos contra los inmigrantes existen en Sudáfrica a pesar del
relativamente poco contacto directo con gente de otros países. Menos del 10% de
los encuestados ha tenido "mucho" contacto con personas de otros países, 35% ha
tenido "algún contacto", 11% dijo que tuvieron "casi ningún" contacto y un
notable 43% dijo que no ha tenido "ningún contacto" con inmigrantes.
Los sentimientos hacia los extranjeros provienen de otra parte: las
declaraciones públicas, la colusión de los líderes políticos y los funcionarios
públicos y, quizá el facotr más imporatnte, las imágenes de los medios.
La cobertura de los medios sudafricanos con respecto de los extranjeros es
abrumadoramente negativa, pues se basa en estereotipos sobre los extranjeros
como "criminales", "ilegales" y "ladrones de empleos".
Algunos comentaristas en Sudáfrica han culpado por la actual violencia
xenofóba a la crisis en Zimbabwe (los zimbabwenses que huyen del terror de
Robert Mugabe, suman a las preocupaciones por el empleo y el crimen), o han
sugerido que los instigadores no son sudafricanos, como dijo la semana pasada
Winnie Mandela.
Si eso fuera cierto, sería una
respuesta inadecuada. Y no es cierto. Sudáfrica debe enfrentar algunas verdades
difíciles en estos días.