Amnistía Internacional (AI) ha denunciado la "nueva oleada de ejecuciones
extrajudiciales" cometidas por el Ejército de Níger en la región de Agadez
(norte), en el marco de la lucha que desde hace más de un año mantiene con el
grupo armado rebelde Movimiento de Nigerinos por la Justicia (MNJ).
"Hacemos un llamamiento urgente a las autoridades nigerinas para que ordenen de
inmediato a las fuerzas de seguridad que pongan fin a las ejecuciones
extrajudiciales y a las desapariciones forzadas de civiles en el norte del
país", declaró la director adjunta del Programa de África de AI, Véronique
Aubert.
"El Gobierno debe emprender investigaciones sobre estos hechos, entregar a la
justicia a los responsables de estos actos y dar reparación a los parientes de
estas víctimas", añadió.
Según la organización, al menos ocho civiles fueron ejecutados
arbitrariamente entre el 22 y el 25 de marzo tras una serie de
enfrentamientos entre el MNJ y el Ejército.
Durante los combates murieron
varios militares y numerosos vehículos del Ejército saltaron por los aires a
causa de las minas. En venganza, los soldados lanzaron una operación contra los
civiles, ejecutando y deteniendo a varios de ellos y saqueando sus bienes.
Amnistía Internacional ha sido informada de que al menos en una ocasión, el
pasado 26 de marzo, en el eje Dabaga-El Meki, los militares obligaron a un
automóvil civil a ir por delante de su convoy a fin de detectar posibles minas.
Pese a ello, el vehículo saltó por
los aires. Tanto el conductor como los dos pasajeros del automóvil fueron
posteriormente atacados por los soldados, que le acusaron de haberles tendido
una emboscada.
La organización relata también el caso de Hada Baregha, un pastor de sesenta
años de edad que fue asesinado el pasado 25 de marzo por los soldados cuando
apacentaba a sus asnos en la aldea de Dabaga, en Agadez.
Otro civil, el comerciante
Aboubakar Attoulele (conocido como 'Kouzaba'), fue torturado y asesinado por
los militares el 26 de marzo. Su cadáver apareció con las orejas cortadas,
la cabeza y los cabellos quemados y con marcas de apuñalamiento.
Un tercer caso fue el del jardinero Mohamed El Moctar, de 66 años, detenido el
24 de marzo en su campamento Tabouhait por varios soldados que le golpearon con
la culata de sus fusiles hasta la muerte.
Al menos otras tres personas
fueron asesinadas recientemente a tiros, dos de ellas el pasado 22 de marzo en
la aldea de Tamazalak.
"Las fuerzas de seguridad tienen derecho a responder de forma legítima y
proporcionada a los ataques armados, pero no pueden atacar ciegamente a
poblaciones indefensas", aseveró Véronique Aubert.
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