La ONU alerta de que peligra la ayuda a 73 millones de personas.
Por Lali Cambra - El País,
España
México fue de los primeros, el pasado año, con la protesta por el precio del
maíz. Pero en los últimos meses la desesperación de muchos ciudadanos por el
coste de productos básicos ha derivado en protestas virulentas en países de todo
el mundo.
Indonesia, Mauritania, Marruecos, Yemen, Guinea, Mozambique, Senegal y, en la
pasada semana, Camerún y Burkina Faso. Marchas del hambre que han acabado con
cientos de detenidos y decenas de muertos por enfrentamientos con la policía.
Dos en Mauritania, 12 en Yemen y más de un centenar en Camerún, según las
organizaciones de derechos humanos, a falta de un recuento oficial desde que
comenzó la revuelta hace unos diez días. Y contando.
La ONU ha pedido ayuda a la comunidad internacional para lograr 500 millones de
dólares (325 millones de euros) que ayuden a los países más pobres a hacer
frente a la carestía. Josette Sheeran, directora del Programa Mundial de
Alimentos de Naciones Unidas en Bruselas, ha advertido de que, si los precios
siguen tan elevados, la agencia será incapaz de continuar con su programa, que
alimenta a 73 millones de personas en 81 países, el 10% de los desnutridos del
mundo.
"Es la nueva cara del hambre", señaló Sheeran, "hay comida en los supermercados,
pero la gente no puede comprarla. Hay vulnerabilidad en áreas urbanas que no
habíamos visto antes y revueltas en países en los que jamás se habían
producido". La directora explicaba al Parlamento Europeo que las reservas del
programa se encuentran a su nivel más bajo en 30 años, con sólo 53 días de
reservas para emergencias.
La última de las revueltas, la de Camerún, se inició con una huelga de taxistas
que protestaban por el precio de la gasolina en Duala, la capital económica. "La
gente se les unió por el aumento del coste de alimentos como la harina o el
arroz", explica el periodista Dibussi Tande. "El pan es básico en la dieta de
este país; en las provincias francófonas la mayoría de las familias pobres viven
sólo de él. Y el arroz es fundamental en todo el territorio. Un aumento de
precios significa que muchas familias se van a dormir con hambre", asegura. El
caos, pillaje e incendios de gasolineras se extendieron de Duala a Yaundé, la
capital, que en pocos días se inundó de pancartas en las que se leían mensajes
como "oui à la vie moins chère" (sí a la vida menos cara). Según las
organizaciones de derechos humanos, más de cien personas han muerto en los
enfrentamientos con la policía y el Ejército de un país que se ha convertido en
una barricada.
Todo se explica con una simple ecuación. El crecimiento económico general,
especialmente en India y China, ha supuesto un aumento de la demanda de
alimentos de acuerdo con un estudio de Joachim von Braun, director del Instituto
Internacional para la Investigación de Políticas de la Alimentación. "El trigo,
la leche y la mantequilla han triplicado su precio desde 2000 y el pollo, el
arroz y el maíz cuestan el doble", comenta. A esto se suman los controvertidos
cultivos para producir combustible: "El destinado al consumo humano o animal ha
aumentado entre un 4% y un 7% desde 2000, el de biofuel, un 25%, con
especuladores financieros de por medio que causan mayor volatilidad en los
precios". Finalmente, el efecto del cambio climático del que Von Braun pinta un
panorama devastador: "Las inundaciones y sequías suponen la pérdida de cosechas,
sobre todo en África; en 2020 el producto interior bruto global de la
agricultura sufrirá pérdidas de hasta el 16%; un aumento de temperaturas de tres
grados corresponde a un aumento de precios de alimentos de hasta el 40%. Muchos
países en vías de desarrollo dependerán más de las importaciones".
No es de extrañar que sean los que ya dependen de importaciones los primeros en
sublevarse. La protesta popular en Burkina Faso se inició la semana pasada en
Bobo-Dioulasso por la pasividad del Gobierno para atajar aumentos de precios de
entre el 16% y el 40% en alimentos y gasolina. La policía detuvo a 264 personas.
Las manifestaciones se reprodujeron el jueves en la capital Uagadugu, tomada por
el Ejército. "Ahora está más tranquilo, la gente no puede perder días de
trabajo", explica el periodista John Liebhardt, "el jabón, la gasolina, el
arroz, el azúcar o el maíz están por las nubes".
La solución no es fácil: a corto plazo, Egipto ha incluido a 10 millones de
personas en su red de asistencia social; Rusia ha congelado precios de leche,
huevos, aceite y pan; Afganistán ha pedido ayuda al Programa de Alimentos de las
Naciones Unidas para incluir a dos millones y medio de personas más; las
cartillas de racionamiento volverán a verse en Pakistán desde los años ochenta;
India ha prohibido la exportación de arroz.
Von Braun alerta de que los productos van a seguir siendo astronómicos los
próximos años y sugiere soluciones. Según él, éstas pasan por la apertura de los
mercados y la inversión en ciencia y tecnología en la agricultura. Aumentar las
redes sociales en los países más afectados e incluir la alimentación en los
programas internacionales destinados a combatir el cambio climático son otras
medidas que el especialista señala.
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